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Evangelio según San Mateo (19,23-30)

20/08/2018 22:01 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo (19,23-30) Evangelio según San Mateo (19,23-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un amello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios".

Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"

Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo".

Entonces le dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?"

Jesús les dijo: "Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros".

Comentario

Han pasado doce años, pero recuerdo perfectamente la escena. La señora Teresa, madre y abuela, hoy casi centenaria, entró en la sacristía. Sus hijos desempeñaban cargos muy relevantes en varias de las mayores empresas y bancos del país: "Rece mucho por ellos, padre -me dijo- es muy difícil ser banquero y justo a la vez".

Como vemos en el Evangelio, Jesús lo dijo con otras palabras, pero sobre todos nosotros gravita una amenaza que quizá es sobre todo una constatación: ¡qué difícil es acoger el Reino, gozarlo, si hemos llenado nuestra vida de otras muchas cosas, especialmente del dinero y de su deseo! Hemos de preguntarnos sin cesar si no hemos vendido el corazón a otros ídolos.

Pero en estos tiempos en los que la pobreza y la injusticia siguen campando a sus anchas por muchas partes del mundo mientras en otras nadamos en lo que hemos llamado "la crisis", hay que elogiar en voz alta a quienes se han arriesgado a crear empresas, mantienen con valentía puestos de trabajo, han renunciado a parte de su bienestar para compartir con otros, pelean por el bien común e intentan desempeñar su trabajo honestamente (¡incluso en la banca!). Hay un discurso panfletario que demoniza inmediatamente palabras como "empresario", "dueño", "banquero" y no refrenda muchas veces su aparente profecía con una vida evangélicamente más coherente. 

Palpémonos todos la ropas antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra de Dios y con su Espíritu; él nos inspirará qué hemos de hacer.


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