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EL LIBERAL . Santiago

Las dueñas del cielo: las primeras aviadoras argentinas (II parte)

25/08/2018 22:10 Santiago
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Las dueñas del cielo: las primeras aviadoras argentinas (II parte) Las dueñas del cielo: las primeras aviadoras argentinas (II parte)

Carola Lorenzini

La Paloma Gaucha

Carolina Elena Lorenzini nació en

la vieja localidad de Empalme

San Vicente, al sur de la ciudad

de Buenos Aires, el 15 de agosto

de 1899, en la familia formada por José Lorenzini

y Luisa Piana, siendo la séptima de

ocho hermanos. Desde niña manifestó interés

por los “ingenios” mecánicos a tal punto que la

tradición en San Vicente, cercano a su lugar de

nacimiento, dice que Carola, tal como era conocida,

fue la primera mujer en conducir un

auto por el pueblo. Se recibió de dactilógrafa y

comenzó a trabajar en la compañía de telefonía

de la zona.

Practicó diversos deportes con gran destreza,

entre ellos remo, equitación, salto, jabalina

y llegó a ser campeona de atletismo en

1925. Esta característica sin duda la hermana

con el gran polideportista Jorge Newbery. Sin

embargo, la mayor de sus ambiciones era convertirse

en piloto de aviación y logró inscribirse

en el aeródromo del Aeroclub Argentino, en

Morón, recién en 1931. Para poder costearlo

vendió su bicicleta y algunos libros de su biblioteca.

En 1933 rindió examen y obtuvo el brevet

N° 436 de aviador civil internacional. Unos

años después iba a convertirse en la primera

mujer instructora de vuelo en América del

Sur. Su presencia en los festivales aéreos y las

exhibiciones era característica, ya que por su

interés por las culturas indias y por la tradición

gauchesca, vestía bombachas de campo,

campera de cuero y botas. Eso le valió el sobrenombre

de la “Aviadora Gaucha” o la “Paloma

Gaucha”.

Sus logros en la aviación son impresionantes:

el 31 de marzo de 1935 batió el récord

sudamericano de altura al llegar a los

5.381 metros, en un avión diseñado y construido

en la Fábrica Militar de Aviones de

Córdoba; el 13 de noviembre de 1936 fue la

primera aviadora en cruzar en solitario el río

de la Plata; en 1940 compitió en el llamado

“Raid de las Catorce Provincias”, y lo completó

volando a las catorce capitales de ese

entonces. En 1941 obtuvo la licencia para

vuelos públicos comerciales, siendo la primera

argentina en lograrlo.

La especialidad acrobática que la caracterizaba

era el “looping invertido”, una maniobra

de mucho riesgo que la obligaba a volar cabeza

abajo, al ras del piso. El 23 de noviembre

de 1941, en el marco de la recepción en el

aeropuerto internacional “Bernardino Rivadavia”,

hoy base aérea de Morón, a las aviadoras

uruguayas, llevó a Amalia Figueredo de

Pietra a una de sus maniobras. Luego, frente

a una multitud, perdió el control de su avión

y se estrelló contra los hangares. Siempre había

temido morir carbonizada. Murió debido a

las heridas recibidas, pero el avión, un Focke

Wulf que no era el suyo, no se incendió.

Al tiempo de su muerte era un personaje

muy popular, por lo que su sepelio en el cementerio

de la Recoleta, en Buenos Aires fue

multitudinario. Tiempo después sus restos

fueron llevados al panteón de su familia en el

cementerio de San Vicente. Ha sido homenajeada

a lo largo del tiempo con calles, plazas e

incluso escuelas. Cerca de la Escuela de Aviación

Militar, en la ciudad de Córdoba un barrio

lleva su nombre. El correo argentino ha

emitido una estampilla en su honor.

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