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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 7, 31-37

08/09/2018 22:21 El Evangelio
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Evangelio según San Marcos 7, 31-37 Evangelio según San Marcos 7, 31-37

La andadura de Jesús lo conduce a la región de Sidón, retorna al mar de Galilea, a la región de la Decápolis. La descripción con ciertos detalles tiene como finalidad dejar en claro la apertura del Evangelio a la tierra pagana. Jesús se encuentra en medio de gente que no cree en el Dios de Abraham, el Dios de Israel, en quien él cree. Es importante observar la conducta de Jesús: no predica el Reino, no intenta convencer acerca de la verdad de su religión, sólo se dedica a curar, a ‘hacer el bien’, más que hablar sobre el Reino, lo hace presente.

Le traen un sordo para que le imponga las manos, es alguien que necesita de su bondad, de su amor solidario.

La curación se lleva a cabo mediante el empleo de prácticas terapéuticas conocidas en aquella época y en ese entorno cultural: introducir sus dedos en los oídos sordos y tocar con su saliva la lengua. La elevación de la mirada al cielo y el suspiro de Jesús significan el echar mano de una fuerza sobrehumana para realizar la curación. El término ‘effata’, ábrete, es una expresión dirigida al hombre que no puede oír. Queda claro, la relación personal entre Jesús y el enfermo, que inmediatamente comienza a oír y a hablar correctamente.

La sordera es un signo patente de la incomunicación, del aislamiento, de la soledad. Este hombre, como muchos está cerrado a Dios, a la vida, al amor. Vive encerrado en su propio mundo, lejos de Dios y de los hermanos. Quizás desesperanzado, creyendo que su vida está condenada al fracaso, al dolor y al sinsentido.

Pero Jesús, con su gesto curativo, le muestra que su vida tiene valor, le devuelve la dignidad perdida, lo invita a abrirse a Dios, a la creación, a los hermanos. ábrete, comunícate, expresa tu interioridad, grita tu anhelo más profundo de amar y ser amado, vuelve a encontrar el gusto por la vida, arriésgate a ser un hombre nuevo.

Conclusión

Este relato presenta a Jesús como el portador de la salvación definitiva, simbolizada en el gesto de hacer oír y hablar al enfermo. A la vez, muestra la apertura del Evangelio a los paganos y la pedagogía que Jesús utiliza para hacer presente el Reino: la práctica del bien. No se trata, de imponer la religión, ni querer convencer a los demás sólo con palabras, se trata más bien, de ‘obrar el bien’, de ayudar a las personas a recuperar su dignidad. En un mundo donde las palabras han dejado de significar, donde las instituciones religiosas han perdido representatividad y valor simbólico, donde Dios parece ser un convidado de piedra en la mesa de las grandes decisiones políticas y sociales; practicar el bien, dar una mano a los que sufren y amar a los despreciados será el modo más adecuado de anunciar que Dios existe y quiere un mundo más humano para sus hijos. Hacer el bien, es la mejor carta de presentación para los que creen en Dios.  


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