Video | El primer cementerio privado estuvo en San Pedro de Choya

"A fines de 1860 un grupo de familias pobló parte de la vieja Estancia de Choya que había pertenecido a Juan Nicolás Gómez y Bernabé Espeche, afincándose allí quienes serían los fundadores de San Pedro de Choya: don Crisanto Gómez, Juan Francisco Espeche, Félix Rosa Tolosa y Fermín Brizuela", señala la Enciclopedia Genoma del CFI, haciendo referencia a este pueblo del oeste santiagueño, levantado por catamarqueños.

Casi con el pueblo mismo, a la par del trazado de calles, edificación de Iglesia, escuela, plaza y demás, surge la necesidad de contar con un camposanto que fue en su momento, el primer cementerio privado de Santiago.

Edmundo Gómez , descendiente de uno de los fundadores del pueblo, don Crisanto Gómez, desgrana la historia del lugar, que es también la historia de su familia, mientras recorre las largas galerías mortuorias y alza la vista hacia los elaborados monumentos que alberga el predio.

APARATO. Según algunos testimonios, éste fue el primer teléfono de santiago. Lo cierto es que se usaba para anunciar las visitas.

"El cementerio fue construido por los pioneros que fundaron el pueblo de San Pedro de Choya. Hicieron la plaza, la iglesia, etc. Al poco tiempo de empezar a vivir en esta población muere uno de sus fundadores, el señor Crisanto Gómez. Dicen que era una persona joven, alrededor de treinta años, muy robusto y pesado, y el cementerio más cercano que tenían era el de Villa La Punta. Hacia allí había que llevarlo y en línea recta estamos hablando de por lo menos 20 kilómetros. Lo llevaron en zorra, acompañado por los deudos y vecinos en sulkys, caballos, en un día de mucho calor".

PIONERO. Tumba de Crisanto Gómez, uno de los fundadores del pueblo. Fue gobernador de Catamarca, cuyo aniversario se recuerda cada año con una cabalgata gaucha.

De la memoria oral familiar y del pueblo perdura el relato de que "cuando regresan del sepelio, se reúnen (los pobladores) para armar el actual cementerio. En una primera instancia lo hacen de una dimensión de 25 por 25 metros. Como para aquí traían todos los muertos de los alrededores, al poco tiempo quedó chico. Así que había que ampliarlo sí o sí. Mi abuela, Armandina Espeche de Gómez, que también está sepultada aquí, dona este predio para que se amplíe el camposanto y por las dudas más adelante volviera a quedar chico, dona una hectárea más hacia atrás. Y la comisión que administraba el cementerio, en agradecimiento a esa donación, le regalan a perpetuidad el nicho en el que están sus restos”.

BENEFACTORA. Armandina Espeche de Gómez donó el predio para que se amplíe el camposanto.