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EL LIBERAL . Santiago

Su regreso a la Argentina. Sus obras

15/09/2018 21:50 Santiago
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Su regreso a la Argentina. Sus obras Su regreso a la Argentina. Sus obras

Ya en Buenos Aires continúa con la ejecución

de una fuente que le había encargado

la municipalidad de la capital, y que

había iniciado en Roma. En 1903, frente

a la Casa Rosada se inaugura su obra más

célebre: la “Fuente de las Nereidas”. Es

curioso que sea la única mujer que asiste

al acto.

Quince años después será trasladada

a la costanera, por ser considerada

la obra procaz y provocativa. Es contratada

por el gobierno nacional para realizar

las esculturas de completamiento del

Congreso, por entonces en construcción.

Dedica varios años a la realización de las

estatuas de los presidentes de los congresos

constituyentes para ser emplazadas

en el salón Azul del palacio, y los conjuntos

escultóricos para enmarcar el acceso

principal.

Conoce a Luis Hernández, un lejano

pariente del autor del poema “Martín

Fierro”, con quien se casa en 1909 y se

separa en 1917.

Por entonces, participa

de la concreción de un invento para

proyectar imágenes cinematográficas

a la luz del día e invierte en minería

y ferrocarriles, siempre sin dejar

de esculpir cotidianamente. El matrimonio

viaja varias veces a Europa y de

esos tiempos son las estatuas de Avellaneda

y Alberdi, y el comienzo de su

obra magna inconclusa: el “Monumento

a la Bandera”.

Entre sus grandes trabajos,

siempre tuvo tiempo para ejecutar

obras funerarias: tumbas, panteones

y lápidas.

Los bajorrelieves que engalanan el patio

trasero de la Casa de la Independencia

en San Miguel del Tucumán constituyen

una de sus inspiraciones más ambiciosas

y Lola se permitió allí algunos detalles

extemporáneos, como la inclusión

de su amigo Julio Argentino Roca entre

los diputados.

Es curioso que sus obras

del Congreso Nacional hayan sido retiradas

por un proyecto de los conservadores,

partido al que ella adhería, y repartidas

por el país durante la década de 1920:

el conjunto principal sobre la calle Entre

Ríos fue llevado a los jardines de la casa

de gobierno de Jujuy, y las estatuas del salón

Azul tuvieron estos destinos: Laprida

a San José de Jáchal, Fragueiro a Córdoba,

Alvear al pueblo con su nombre y Zuviría

a Salta, todos a sus provincias natales.

Hay decenas de obras de Lola Mora en

el país y varias en Roma, su destino europeo.

Y

a a fines de los años 1920 muestra

signos de extravío mental y se retira del

arte. Cae en el olvido de la sociedad y de

aquellos que disfrutaron de su compañía

y de sus obras. Vive con una de sus hermanas.

Recibe una pensión del estado en

1935 y paralizada por un ataque cerebral,

se reencuentra con su esposo semanas antes

de morir, en Buenos Aires, el 7 de junio

de 1936, a los sesenta y nueve años.

Fue sepultada en el cementerio de la Recoleta,

en Buenos Aires, pero al tiempo,

debido a la falta de pago, sus restos fueron

depositados en el osario del cementerio

porteño de la Chacarita. En 1970, un grupo

de investigadores tucumanos recuperaron

sus cenizas y las llevaron a San Miguel

del Tucumán, donde yacen en el cementerio

del Oeste.

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