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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según san Lucas (9,18-22)

27/09/2018 22:06 El Evangelio
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Evangelio según san Lucas (9,18-22) Evangelio según san Lucas (9,18-22)

Una vez

que Jesús estaba orando solo,

en presencia de sus discípulos,

les preguntó: “¿Quién dice

la gente que soy yo?”

Ellos contestaron: “Unos

que Juan el Bautista, otros que

Elías, otros dicen que ha vuelto

a la vida uno de los antiguos

profetas”. él les preguntó: “Y

vosotros, ¿quién decís que soy

yo?”. Pedro tomó la palabra y

dijo: “El Mesías de Dios”.

él les prohibió terminantemente

decírselo a nadie. Y

añadió: “El Hijo del hombre tiene

que padecer mucho, ser

desechado por los ancianos,

sumos sacerdotes y escribas,

ser ejecutado y resucitar al

tercer día”.

Comentario

No hay que dudar que Jesús

es el modelo del evangelizador.

Los creyentes tenemos

que mirar a él para saber

cómo comportarnos. Pues

bien, dedicó muy poco tiempo

en su relación con los discípulos

a meditaciones del tipo

de la del evangelio de hoy.

Jesús no se centra en conseguir

que sus discípulos confiesen

expresamente su fe.

Tampoco suele pedir muchas

precisiones teológicas a las

personas con las que se encuentra.

él multiplica los panes,

cura a los enfermos, libera

a los endemoniados,

ataca sin piedad a los fariseos

y escribas que cargan a

los demás con pesos insufribles,

pero no exige a sus seguidores

que se aprendan un

catecismo entero, con sus preguntas

y respuestas. Lo único

que hace es estar con ellos,

dejar que le acompañen, que

vayan viendo y que vayan

descubriendo su mensaje.

Hay veces que ni siquiera

los apóstoles entienden a

Jesús. El ejemplo de Pedro

es palmario. En un momento

determinado le tiene que

decir con fuerza que se parte

de él porque no ha entendido

nada. Si tan cortos de

entendederas eran los apóstoles,

cuánto más los otros

que se encontraban accidentalmente

con él. Y sin embargo,

a nadie echa de su compañía.

A todos los acoge, les

regala buenas palabras y les

llena de esperanza. Hoy podemos

intentar responder a

la pregunta que Jesús hace a

sus discípulos. Quizá no nos

salga una respuesta tan clara

y contundente como la de

Pedro. Quizá en el fondo no

entendamos bien a este galileo

ni su forma de comportarse.

Quizá a veces nos parezca

poco prudente o demasiado

radical. Pero lo que tenemos

que seguir escuchando

es su invitación a seguirle,

a estar con él, a escucharle.

Aunque no respondamos perfectamente,

aunque nuestra

vida tampoco sea la traducción

práctica de la respuesta

perfecta, Jesús no nos expulsa

de su lado. Tiene mucha

paciencia. La que tuvo

con todos los que se encontró.

La que tuvo con los apóstoles.

Nos da tiempo. Porque

sabe que el amor de Dios terminará

haciendo su trabajo y

haciéndonos descubrir que

el amor es lo único que vale

verdaderamente la pena en

nuestra vida.

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