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EL LIBERAL . Santiago

ANÉCDOTAS DE TAXI | ¿Gil yo? Parte 3

02/10/2018 13:45 Santiago
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ANÉCDOTAS DE TAXI | ¿Gil yo? Parte 3 ANÉCDOTAS DE TAXI | ¿Gil yo? Parte 3

Una vez en el cementerio, la cosa cambió. Bajó del auto, tomó las flores, y caminó sin dejar de mirar al mismo sitio. En una parcela lejana, y sin flores, lo vi clavarse de rodillas. 

    Cerré el auto, y me dirigí al interior, pero me detuve. Prendí un pucho, y con la zapatilla dibujé inconscientemente, (o no), una cruz en la tierra. Desde ese lugar, reconocí en la luneta del auto, tres o cuatro carpetas con cintas que las sujetaban, y algún tipo de sello lacrado. Arrastrando los pies, el viejo volvía...

Su silencio y su mirada lejana me lo decían todo.

            -"¡Clara!, Clarita... Que pedazo de mujer". Sabes negrito, cinco hijos tuvimos. Hoy todos profesionales. Y ella se me lo terminó en el mismo internao que yo estoy. ¡Fuimos tan felices...! Pero lo único que me duele, es la ingratitud de los hijos. Ya está. Ya me dio permiso y autorización mi vieja. ¿Me acompañas a tomar un trago?

            -Medio temprano es patrón, pero ...

Primero dejamos el auto en un estacionamiento céntrico. Fuimos a un banco, y extrajo mucha guita; ¡pero mucha, eh! Propietario de un importante comercio, con varias sucursales en la provincia, acababa de transferir sus cuentas a un amigo pobre, y se encontraba conmigo, un simple remisero, cagao de hambre, devorando unas milanesas de bagre, en el mercado. Regado con un vino blanco de trescientos mangos. Salimos como hermanitos. 

            -"¡MOVIL 141, MOVIL 141, QTH MOVIL 141!... SI ALGUIEN LO VE AL MOVIL 141 QUE SE COMUNIQUE URGENTE CON LA BASE!..." (Desde la empresa de remises trataban de ubicarme, porque seguramente denunciaron que el hombrecito nunca llegó...)

Pasamos a buscar al viejo que le prestó el traje, y a las dos de la tarde partimos a Las Termas. El conserje del cuatro estrellas parece que lo reconoció, y al rato llegaron las minas. 

Los dos viejos se embriagaron con las bellas mujeres. El remisero se debió conformar con una cerveza, (sabrán, mis queridos lectores, que mi mujer lee la web de El liberal, y no querrán ustedes que el escritor vuelva a dormir al lado del Scooby Doo). 

   Bien, prosigamos. Cerca de las 17 hs. estábamos de regreso, y mi taxi ya era buscado por la policía. Don Pedro le entregó a Don Padilla, tres carpetas, que contenían título, plano y escritura de unas propiedades que "iba" a dejar de herencia. La ticketera marcaba $3.365, 40. Me preguntó el viejo: 

          -¿Quieres la guita, o la última carpeta?

A la semana murió Padilla.

Al tiempo se nos fue Pedro... ¡Con la Clarita!

(Bueno, ahora saben cómo conseguí mi casita).


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