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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (11,27-28)

12/10/2018 21:31 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (11,27-28) Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (11,27-28)

En aquel tiempo, mientras

Jesús hablaba a las

gentes, una mujer de entre

el gentío levantó la voz, diciendo:

“Dichoso el vientre

que te llevó y los pechos que

te criaron”.

Pero él repuso: “Mejor,

dichosos los que escuchan

la palabra de Dios y la cumplen”.

Comentario

En Jesús, el Padre Celestial

inauguró una nueva relación

con nosotros: nos hizo

“hijos en su Hijo”, por tanto

ya no somos sólo criaturas,

“ahora somos hijos de Dios

por la fe en Cristo Jesús”.

De este modo, al hacerse

uno de nosotros, Dios está

cerca de nosotros, y nos

atrae hacia él.

Sí, pertenecemos, verdaderamente,

a la familia

que tiene a Dios como Padre,

porque Jesús, su Hijo

Unigénito, vino a poner su

tienda en medio de nosotros,

la tienda de su carne,

para congregar a todas las

gentes en una única familia,

la familia de Dios.

Siendo esto la verdad

q u e ma n t i e n e y fo r t a l e -

ce nuestra existencia como

persona cristiana, decimos

con Santo Tomás: “que

la fe es el acto fundamental

de nuestro ser cristianos

que nos conduce a la visión

de Dios.” (IIII, q. 1.)

Sí, la fe es un acto profundamente

personal, anclado

en la más íntima profundidad

de nuestro yo humano

pero, también es un

acto de comunicación porque,

desde su más profunda

esencia, es un coexistir

es decir: la fe es apertura a

la inmensidad rompiendo las

barreras de nuestra subjetividad.

Con el Bautismo, Dios

nos regaló la fe, y esta fe

ha ido creando en nosotros

una interioridad rica y fecunda

que nos introduce en

una relación objetiva y original

de filiación en relación

con Dios.

Y, este gran regalo, se

nos otorga para que seamos

conscientes de la invitación

que Dios nos hace: que vivamos,

en verdad y con verdad,

nuestra filiación divina,

para que seamos cada vez

más conscientes que: somos

en realidad hijos en la

gran familia de Dios.

Es una invitación a transformar

este don objetivo

en una realidad subjetiva

y determinante para nuestra

manera de pensar, para

nuestra manera de actuar y

para nuestra manera de ser.

Dios nos considera hijos

suyos, pues nos ha elevado

a una dignidad semejante,

aunque no igual, a la

del mismo Jesús, el único

que es plenamente verdadero

Hijo. En él se nos da, o se

nos restituye, la condición

filial y la libertad confiada

en nuestra relación con el

Padre.

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