Vende todo lo que tienes Vende todo lo que tienes
En el camino hacia Jerusalén
se acerca un hombre
a Jesús con una pregunta
que habría preocupado
a muchos: “maestro
bueno, ¿qué tengo que
hacer para heredar la Vida
Eterna?”. Esta pregunta
manifiesta la decisión
de alguien que quiere confrontarse
consigo mismo,
que está dispuesto a exigirse
moralmente y cumplir
la Ley para alcanzar la
Vida.
Jesús rechaza el predicado
de bueno y lo aplica
solamente a Dios, ya que a
él hay que imitar, sólo él es
bueno, y el que quiera alcanzar
la vida debe cumplir
su voluntad, ante todo
cumpliendo los mandamientos
del decálogo.
Jesús enumera los mandamientos
que dicen relación
al prójimo: no mates,
no cometas adulterio, etc.
El hombre dice haberlos
cumplido desde su juventud,
por eso Jesús fijando
su mirada en él, lo amó y
le dijo: “una cosa te falta,
da todo lo que tienes a los
pobres, ven y sígueme”.
Entristecido, el hombre se
marchó porque tenía muchos
bienes.
Al cumplimiento de
los mandamientos, Jesús
agrega una exigencia: desprenderse
de los bienes y
seguirlo. Desde el punto
de vista de la Salvación lo
importante está en seguirlo
a Jesús, al que está subordinado
el desprenderse
de las riquezas. El seguimiento
de Jesús significa
la unión con aquel que
fue pobre personalmente,
que no espera consuelos
de este mundo y que va a
la Cruz decididamente.
Una vez que el hombre
se marchó, Jesús con
cierta decepción, dijo a
sus discípulos: “qué difícil
es que los ricos entren en
el Reino de Dios”. La pregunta
sobre la Vida Eterna,
identificada ahora con
el Reino, sigue siendo determinante;
las riquezas,
los poderes terrenales, son
un obstáculo para entrar
en el Reino. Pero, entonces,
¿quién podrá entrar,
quién se podrá salvar?. Jesús,
dice: “para los hombres,
es imposible, pero no
para Dios, porque todo es
posible para Dios”. De esta
manera, Jesús libera a
los discípulos de la incertidumbre
ante el futuro,
la preocupación del hombre
por la salvación tiene
su respuesta en la Gracia
de Dios. Será accesible al
hombre si sigue a Jesús.
Conclusión
No sólo en este pasaje,
sino también en otros, Jesús
dice claramente que la
riqueza, el poder, el prestigio
mundano y la autoridad
que no está al servicio
del hermano, son un
obstáculo para entrar en
el Reino. No se puede servir
a dos señores, a Dios y
al dinero. La riqueza, muchas
veces, es un impedimento
para seguir a Jesús,
porque nos hace esclavos
y dependientes de
sus privilegios y ventajas,
y nos cierra el corazón a
las necesidades de los hermanos.
De igual manera,
el entrar en el Reino,
es algo que depende exclusivamente
de la Gracia
de Dios. Ni el cumplimiento
de los preceptos,
ni el desprendimiento de
las riquezas nos aseguran
la Salvación. Es necesario,
seguir a Jesús por el camino
de la Cruz
y solidarizarnos
con los
más pobres
compartiendo
lo que tenemos
y somos.