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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según san Lucas 11, 42-46

16/10/2018 23:26 El Evangelio
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Evangelio según san Lucas 11, 42-46 Evangelio según san Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, dijo el Señor:

“¡Ay de vosotros, fariseos,

que pagáis el diezmo de la hierbabuena,

de la ruda y de toda

clase de legumbres, mientras

pasáis por alto el derecho y el

amor de Dios! Esto habría que

practicar, sin descuidar aquello.

¡Ay de vosotros, fariseos,

que os encantan los asientos

de honor en las sinagogas y las

reverencias por la calle! ¡Ay de

vosotros, que sois como tumbas

sin señal, que la gente pisa

sin saberlo!”.

Un maestro de la Ley intervino

y le dijo: “Maestro, diciendo

eso nos ofendes también a

nosotros”.

Jesús replicó: “¡Ay de vosotros

también, maestros de

la Ley, que abrumáis a la gente

con cargas insoportables,

mientras vosotros no las tocáis

ni con un dedo!”.

Comentario

En este pasaje de Pablo a

los Gálatas, en el que les está

hablando de la libertad que

da el seguir a Cristo, les previene

en no confundir la libertad

con el libertinaje, pues este

último hace aflorar las apetencias

de la carne, que se caracterizan

por acciones que van

contra la ley, como son: fornicaciones,

impurezas, idolatría,

hechicería, enemistades,

contiendas, odios, rivalidades,

etc., así pues, los que obran de

esta forma, están excluidos del

Reino de Dios.

Sin embargo, los frutos de

los que actúan según el Espíritu

son: amor, alegría, paz,

comprensión, servicialidad,

bondad, lealtad, dominio de

sí, etc.; ninguno de estos frutos

van en contra de la ley, por

lo tanto, aquellos que siguen a

Cristo han crucificado su carne

junto a sus pasiones y deseos.

Lo que nos está trasmitiendo

Pablo es que, si perseveramos

en el seguimiento de Jesús,

por medio del Espíritu, podemos

vencer fácilmente todas

las pasiones y seducciones

de este mundo, evitando

el actuar mal frente a los demás.

De esta manera nuestras

obras se regirán por aquello en

que Jesús resumió los mandamientos

“Amar a Dios sobre todas

las cosas, y al prójimo como

a nosotros mismos”.

Como nos indica el salmo

N° 1, “El Señor protege el camino

de los justos, pero el camino

de los impíos acaba mal”.

Duro, muy duro el relato

que Lucas nos hace de este

episodio, en el que Jesús, dirigiéndose

a los fariseos, que

presumían de ser justos y cumplidores

de la ley, les reprocha

que sus actos estén dirigidos

realmente de cara a la galería,

olvidándose de lo realmente

importante.

Les echa en cara que se

preocupen tanto de pagar el

diezmo de la cosecha, que está

bien, pero olvidan el derecho

y el amor de Dios. Los fariseos

buscan el reconocimiento humano,

que los sienten en sitios

preferentes, o que les hagan

reverencias por la calle, pero,

sin embargo, son como sepulcros

que no están señalados y

la gente pisa sin saberlo, algo

que en el mundo judío se consideraba

como deleznable.

Incluso a los maestros de la

ley, les recrimina el que abrumen

a la gente con cargas insoportables

y que sean incapaces

de ayudar lo mas mínimo.

Este duro discurso de Jesús,

se puede extrapolar también

a hoy día; cuántos de nosotros

nos convertimos en

“Cristianos de Escaparate”,

nos gusta aparentar lo buenos

que somos, colocarnos en sitios

destacados para que nos

vean, que la gente nos admire

por lo que aparentamos ser y

no somos.

¡Qué gran error! Ya Jesús

lo dijo claramente, “que tu mano

izquierda no sepa lo que hace

la derecha” refiriéndose a la

caridad. La humildad cristiana

es todo lo contrario a la actitud

farisaica. Es Dios quien debe

juzgar nuestros actos, no los

hombres.

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