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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 10, 35-45

20/10/2018 21:31 El Evangelio
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Evangelio según San Marcos 10, 35-45 Evangelio según San Marcos 10, 35-45

Los hijos de Zebedeo se acercan a Jesús y le solicitan sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda cuando esté en su gloria, es decir, cuando resucite y sea glorificado por el Padre constituyéndose como juez escatológico. Jesús responde haciéndoles ver que no comprenden el alcance de su petición: "no saben lo que piden" y les pregunta: "¿pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". Lo que significa: ¿Pueden participar de mi destino  de sufrimiento y muerte? ¿Están dispuestos a aceptar tribulación y muerte por seguirme? Los hermanos respondieron: "podemos". Jesús les dijo, entonces, que efectivamente participarían de su destino, pero que los lugares solicitados están reservados para aquellos que han sido preparados por Dios. La enseñanza a los discípulos tiene por finalidad orientarlos para que comprendan que no deben esperar una recompensa especial, sino que su única preocupación es seguirlo por el camino de la Cruz.

Los otros  diez discípulos, que habían escuchado la petición de los hijos de Zebedeo, se indignaron contra ellos. Jesús observando esta reacción, les enseñó cómo deben comportarse. Para ello, comparó el proceder de los gobernantes y poderosos que "oprimen a los pueblos y ejercen violencia sobre ellos" con el proceder que deben tener los discípulos: "entre ustedes no debe suceder así, el que quiera ser el mayor y el primero será el servidor de todos". El comportamiento de los discípulos debe ser como el del "Hijo del Hombre que no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos". Así como el Hijo del Hombre entrega voluntariamente su vida para rescatar (redimir) a muchos, de la misma manera los discípulos que siguen a Jesús deben estar dispuestos a dar la vida por los demás.

Conclusión

La comunidad de Jesús, la Iglesia, está formada por hombres y mujeres que libremente deciden seguirlo. En su dimensión humana, esta comunidad tiene, como otras instituciones y grupos integradas por personas, la tentación de constituirse y organizarse en claves de poder y prestigio mundano. Sus miembros se disputan lugares de privilegios y creen que ocupar estos lugares los dignifican como personas y los colocan a nivel social en un lugar de reconocimiento público. Más aún, esta situación muchas veces los desconcierta, porque a veces confunden la voz de Dios con su propia voz, y se creen sus interlocutores exclusivos. Evidentemente, no siempre comprenden que el poder es servicio, y que el servicio es signo del amor a Dios y al hermano. Para Jesús, sus discípulos, deben preocuparse solamente por seguirlo en el camino de la cruz y estar dispuestos como el maestro a dar la vida por los demás. Ambicionar lugares de poder y de prestigio contradice  las enseñanzas de Jesús y las expectativas que él tiene de su Iglesia.  


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