El culto verdadero es entregar la vida El culto verdadero es entregar la vida
deben comportarse para que el reino
de Dios que ha sido regalado como
un don para toda la humanidad se propague
y crezca en medio del mundo, de
la humanidad. Una de estas enseñanzas
tienen que ver con el estar dispuesto
a dar todo lo que se tiene y pone como
ejemplo a la viuda que va a poner
su ofrenda.
Jesús está observando cómo muchos
ricos ponen limosna en el templo
y dan de lo que les sobra, pero esta
viuda pobre pone sólo dos monedas
de cobre, y Jesús dice que ha puesto
más que todos, porque ella ha dado
de lo que necesitaba para vivir, mientras
que los otros han dado de lo que
les sobraba.
El testimonio y el ejemplo de esta
viuda, se contrapone con los escribas y,
en algún sentido, con los fariseos, que
usan la religión en provecho propio;
que todo lo hacen por dinero; que no
les importa las necesidades de las personas,
sino que siempre buscan sacar
ventajas del lugar que ocupan en la religión
de su tiempo, escribas y fariseos
que eran dos grupos de poder involucrados
con la vida religiosa del pueblo
de Israel, entonces esta viuda se contrapone
a ellos. Los escribas dice Jesús,
son los que se aprovechan de la necesidad
de la gente y usan su capacidad y
su sabiduría para enriquecerse, mientras
que esta pobre viuda, contrariamente,
o paradójicamente, da todo lo
que tiene para vivir, se desprende de
todo para poner esa limosna que es un
signo de su generosidad, de su amor,
de su entrega.
Como conclusión diría que hoy más
que nunca, se dice que el ser humano
para ser feliz o alcanzar la plenitud,
tiene que autoafirmarse, es decir, ser
uno mismo, vivir su vida. Muchas veces
esto se asocia a una mirada egoísta,
el salvarse solo, el ser una persona
individualista, que cree que la felicidad
está en no involucrarse con los demás,
en dejar de lado las necesidades de los
hermanos y vivir su vida; ocuparse de
uno mismo, de la salud, de la estética,
del estatus social.
Sin embargo, la lógica del reino de
Dios que nos enseña Jesús es totalmente
contraria. La verdadera felicidad
está justamente en darse, en comunicar
y en compartir todo lo que
uno tiene, con aquellos que pasan necesidad.
Por lo tanto, la verdadera autoafirmación
de la persona, está en la
medida en que se entrega y comparte
su vida a los demás, cuanto más me
doy, cuanto más vivo la realidad del
amor, más cerca de Dios estoy, por lo
tanto más feliz puedo ser.
En muchos lugares del Evangelio,
Jesús nos dice a sus discípulos que tenemos
que estar dispuestos a darlo todo;
a dar la vida como él la dio; a cargar
la cruz y seguirlo; a estar disponibles
para que él nos pida lo que el mundo
necesita, y el discípulo es aquel que debe
arriesgarse, que debe poner en juego
toda su vida, que no debe guardarse
nada para sí, porque esa es la mejor
manera de seguir a Jesús,
dándolo todo, sin prejuicios,
sin mirar a quién
se le da, sino en esa lógica,
que es la lógica de Jesús,
que da la vida para
que los demás sean
felices, para que
los demás sean
salvados.