Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 13, 24-32

17/11/2018 22:54 El Evangelio
Escuchar:

Evangelio según San Marcos 13, 24-32 Evangelio según San Marcos 13, 24-32

En el centro de la enseñanza de Jesús en el Monte de los Olivos a cuatro de sus discípulos hallamos la promesa de la venida final del Mesías.

Aquel que ha sido rechazado se convierte en esperanza para sus discípulos y en signo de cumplimiento de la historia, gloria y juicio para todos los pueblos que verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes, conforme a la imagen del libro del Profeta Daniel.

El mismo Hijo de Hombre (Jesús) que perdona, que ha superado la vieja Ley con su obrar y ha sido entregado,  viene al final con la gloria de su Padre. 

El que viene es el mismo Jesús que ha realizado sus signos de Reino en la tierra y que ha muerto por cumplir con fidelidad lo que exigían esos signos. El que viene, envía a los ángeles a recoger y reunir a los elegidos, es decir, a aquellos que lo siguieron, que vivieron como discípulos. 

Los cristianos pensaban que el tiempo final estaba cerca. Algunos de ellos, incluso, pensaban que no morirían sin ver este final. Pero el tiempo pasaba y tuvieron que reacomodar sus expectativas. Por eso la parábola de la higuera les enseña a saber leer los signos de los tiempos: las tribulaciones y la revelación del anticristo anticipan la venida del Hijo del hombre. Los sufrimientos de los cristianos, de ayer y hoy, son sólo el comienzo de este tiempo y no debe llevarlos a la desesperación, más bien se trata de confiar en el poder de Dios, que conduce la historia y nunca abandona a su pueblo. Por eso, lo importante no es calcular el cuándo sucederá, sino cómo debemos esperar ese tiempo: cumpliendo las palabras de Jesús.

Conclusión

La revelación plena de Cristo, parusía,  y el cuándo se realizará, ha sido un problema para los cristianos de todos los tiempos.  El Nuevo Testamento no habla nunca de retorno o de vuelta de Cristo. En rigor, Cristo no se ha marchado; la resurrección no ha inaugurado un vacío cristológico en la historia, ni la parusía es una suerte de retorno del expatriado. Muy al contrario, la fe confiesa una presencia real y actual de Cristo en el mundo, significada por los sacramentos y por la comunidad Así pues, no hay dos venidas de Cristo al mundo, sino una: la que tuvo lugar en la encarnación.

Lo que ocurre es que esa única venida se articula en tres fases: de entrada, el Hijo ha asumido en su existencia histórica la condición de Siervo. La resurrección inaugura una nueva fase: el Siervo es rehabilitado y entronizado como Señor. Ahora bien, que Cristo esté presente en el mundo como el Señor no es algo evidente; sólo los creyentes lo confesamos desde la oscuridad de la fe. Pues bien, la parusía desvelará esa presencia real, pero incógnita, de modo que se haga patente a todos, e inaugurará la tercera y definitiva forma de presencia de Cristo en la realidad creada.

 Pero, la parusía traerá a la vez, algo nuevo, la plenitud de toda la creación, el Reino de Dios, reino de vida que se hace totalidad e integralidad, por eso, hasta que este acontecimiento se realice, los cristianos cada día somos testigos de ese Reino, trabajando para que en nuestro mundo se imponga la justicia, la verdad, el bien y la vida. 


Lo que debes saber
Lo más leído hoy