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EL LIBERAL . El Evangelio

Santo evangelio según san Lucas (1,39- 45)

20/12/2018 23:42 El Evangelio
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Santo evangelio según san Lucas (1,39- 45) Santo evangelio según san Lucas (1,39- 45)

En aquellos días, María

se levantó y puso en camino de

prisa hacia la montaña, a una

ciudad de Judá; entró en casa

de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel

oyó el saludo de María, saltó

la criatura en su vientre. Se

llenó Isabel del Espíritu Santo

y, levantando la voz exclamó:

“¡Bendita tú entre las mujeres,

y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me

visite la madre de mi Señor?

Pues, en cuanto tu saludo llegó

a mis oídos, la criatura saltó

de alegría en mi vientre. Bienaventurada

la que ha creído,

porque lo que le ha dicho el Señor

se cumplirá”.

Comentario

El texto de Lucas nos

ofrece una imagen bellísima:

la visita de María a su prima

Isabel, según la tradición

en el pequeño pueblo de Ain

Karem. En este lugar lejos de

todo centro de poder se encuentran

dos mujeres que

han sido visitadas por Dios y

llamadas a formar parte del

proyecto de salvación. Podemos

imaginar el abrazo efusivo

con que se saludarían,

ambas se saben embarazadas,

llenas de vida, portadoras

de una esperanza nueva,

irrumpen en cantos de alabanza,

de acción de gracias,

por las maravillas que Dios ha

obrado en ellas.

Este relato de la Visitación

está íntimamente ligado

al de la Anunciación, no sólo

por el clima verdaderamente

humano, por el gesto de servicio;

sino, sobre todo, porque

se convierte en el signo

dado por el ángel Gabriel

a María: “también tu pariente

Isabel ha concebido un hijo

en su vejez, y ya está de seis

meses la que llamaban estéril,

“porque para Dios no hay

imposible’”. Por otra parte,

las palabras de bendición que

el Espíritu suscita en Isabel,

confirman la especial complacencia

de parte de Dios a

María. La salvación que ella

porta en el secreto de su propia

maternidad es el fruto de

su fe en la Palabra del Señor:

“Bienaventurada la que ha

creído, porque lo que le ha dicho

el Señor se cumplirá”.

Podemos tomar este ícono

de la Visitación de referencia

para cantar agradecidos como

Isabel y María por la salvación

que Dios nos regala. ¿Somos

capaces de reconocer

lo bueno que hay en nosotros

y en nuestro mundo? ¿Tenemos

conciencia de que estábamos

habitados por la gracia de

Dios? ¿Reconocemos la presencia

del amor de Dios en los

más pobres y pequeños? ¿Por

qué no alzamos nuestra voz llena

de alegría y júbilo por la manifestación

de Dios en un niño

envuelto en pañales?

La celebración de la Navidad

debería ser un encuentro

agradecido con el Dios que

nos salva.

En un mundo que se mueve

en la lógica de comprar y

vender, dentro de una estructura

donde lo que reina

es el capital no cabe el espacio

para el agradecimiento.

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