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EL LIBERAL . El Evangelio

Feliz eres, porque has creído

22/12/2018 22:01 El Evangelio
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Feliz eres, porque has creído Feliz eres, porque has creído

María emprende un

apresurado viaje a casa

de unos familiares suyos,

que viven en una ciudad

de las sierras de Judea.

Ella sabe que Isabel está

embarazada porque el

ángel se lo ha comunicado

y por ese motivo fue a

visitarla. Al saludarse las

dos mujeres, Isabel nota

un sacudón en su seno;

el niño da saltos de gozo

que son prefigurativos de

la alegría del pueblo de

Israel por el nacimiento

de Jesús.

Isabel, llena del Espíritu

Santo, comprende

que María lleva en

su propio seno al Señor.

Una señal divina es la

que revela a ambas madres

la maternidad de la

otra. Por eso, Isabel saluda

a María: “la madre de

mi Señor”, y exclamando

con gran voz dijo: “bendita

tú entre las mujeres

y bendito el fruto de tu

vientre”. María es bendita

porque lleva en su seno

al Señor. En el judaísmo

contemporáneo se

medía el prestigio de una

mujer por la relevancia

de sus hijos. A María se la

ensalza de manera admirable

porque es la madre

del Señor. Pero, a la vez,

a través de ella se reconoce

al destinatario de la

bendición y del favor de

Dios: su hijo Jesús.

La felicitación de Isabel,

que había comenzado

con una doble “bendición”

da lugar a una bienaventuranza:

¡Dichosa la

que ha creído¡ Lucas une

dos temas capitales en la

figura de María; la humilde

“esclava del Señor”

es la que ha creído, la que

realiza en toda su plenitud

el “ser discípulo”.

María es bienaventurada

porque cree que lo

que Dios le ha prometido

se cumplirá. Igualmente

los que se hagan discípulos

de Jesús, escuchen su

Palabra y la practiquen,

serán llamados bienaventurados.

Conclusión

En María se resumen

las expectativas de salvación

y liberación del pueblo

de Israel, pero a la

vez, la que es dichosa por

haber creído, se constituye

en modelo de creyente.

Una mujer le dirá luego

a Jesús: “Dichoso el

vientre que te llevó y los

pechos que te criaron”. Y

él, contestará: “dichosos

los que escuchan la Palabra

de Dios y la ponen en

práctica. La grandeza de

María radica en el cumplimiento

de la Palabra

de Dios, por eso es feliz.

Próximos a celebrar

la Navidad, contemplando

la figura de María como

modelo de creyente,

los cristianos deberíamos

imitar su actitud:

hacernos “oyentes” de la

Palabra y “testigos” de

su presencia en el mundo.

Oyentes que disciernen

la voluntad de Dios

en medio de las vicisitudes

de la vida, poniendo

un oído en la escucha de

Dios y el otro en las angustias

y sufrimientos del

pueblo, y así, en sintonía

con la corriente de la vida,

y auscultando la voluntad

de Dios alzarse como

antorchas lucientes

para dar testimonio de la

fe en Jesús, amando y sirviendo

a los hermanos. Si

la fe no va acompañada

de obras de misericordia,

no sirve de nada, es solo

un maquillaje en nuestras

vidas.

¡Feliz Navidad!

Jesús nace

entre nosotros.

¡Felices los que creen!

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