Dejó escapar una gran chance

Olímpico no levanta cabeza. Anoche sufrió su tercera derrota consecutiva (primera del año en condición de local), al perder ante Ferro Carril Oeste por 83 a 75, en el estadio Vicente Rosales.

El conjunto bandeño dio demasiadas ventajas en defensa, mientras que en ataque dependió de arrestos individuales.

Ferro, que venía de perder como local, volvió a la senda del triunfo con una saludable tendencia a llevar el balón al poste bajo.

Olímpico buscará recuperación el próximo lunes, cuando enfrente a Estudiantes de Concordia.

El partido

El primer cuarto fue de trámite parejo. Olímpico arrancó mejor y, de la mano de Solano, estableció una ventaja de 8 puntos (12 a 4). Sin embargo, Ferro reaccionó con la fortaleza de Mitchell en la pintura y se puso a tiro. En el cierre, Ferro logró pasar al frente con un triple de Orresta (16 a 14), pero Solano respondió con otra bomba y cerró el parcial con victoria del conjunto bandeño por 17 a 16.

En el segundo cuarto, Ferro evidenció una mejoría en su juego a partir de un mayor compromiso por el aspecto defensivo. A Olímpico le costó llegar el gol y se encontró abajo en el marcador por 7 puntos (37 a 37), a falta 2 de minutos para el final. En el cierre del parcial, la visita no volvió a anotar y el Negro bandeño aprovechó para desbaratar dos ofensivas y acortar la brecha (37 a 34).

Tras el descanso largo, Olímpico salió decidido a jugar intensamente, logró pasar al frente, pero su rendimiento perdió consistencia, ya que dependió de arrestos individuales en la ofensiva. Ferro sacó provecho cuando la pelota llegó al poste bajo o cuando llegó a las manos de Gramajo. La visita, que llegó a estar 7 puntos arriba (47 a 40), ganó el parcial 21 a 19 y quedó 4 puntos de ventaja (58 a 53) para jugar los 10 minutos finales.

En el último cuarto, Olímpico siguió abusando del lanzamiento perimetral, pero además permitió que su rival jugara con muchas libertades en la pintura. Jeremiah Massey, con triples a 45 grados, fue el encargado de mantener la ilusión, pero Ferro ya estaba agrandado y parecía despegarse definitivamente. En el final, el local presionó, pero su suerte ya estaba echada.