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EL LIBERAL . Santiago

Francisco Muñiz, el fundador de las ciencias argentinas

19/01/2019 21:28 Santiago
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Francisco Muñiz, el fundador de las ciencias argentinas Francisco Muñiz, el fundador de las ciencias argentinas

PRIMEROS AÑOS

Francisco Javier Thomas de la

Concepción MuÑiz Frutos nació en

los alrededores de la iglesia parroquial

de San Isidro Labrador del

Monte Grande, a unos veinte kilómetros

al norte de Buenos Aires, la

capital del Virreynato del Río de la

Plata, el 21 de diciembre de 1795,

en la familia formada por Alberto

José MuÑiz y Bernardina Frutos.

El solar de la casa natal de Francisco

está hoy ocupado por el obispado

de San Isidro. Cuando el único

hijo del matrimonio llega a la

edad escolar, deciden trasladarse

a Buenos Aires para que Francisco

pudiera tener una educación adecuada

a los deseos paternos.

La vida de los porteÑos iba a

cambiar bruscamente en junio de

1806, cuando Francisco contaba

con tan sólo diez aÑos, al producirse

la invasión de la ciudad por parte

del ejército británico conducido

por el general William Beresford,

llegado a las orillas americanas por

la flota comandada por el almirante

Home Riggs Popham.

La escasa resistencia a los invasores,

provocada por la lábil autoridad

del virrey Rafael de Sobremonte,

hizo posible la asunción de Beresford

como gobernador de Buenos

Aires el 26 de junio.

La indignación que causó el mal

desempeÑo del virrey no fue multitudinaria

hasta que los británicos

decidieron prohibir algunos actos

religiosos y fue entonces que Francisco

MuÑiz combate como civil, teniendo

su bautismo de fuego durante

la reconquista de la ciudad,

que culminó el 12 de agosto, con la

rendición de los británicos.

Al aÑo siguiente se enrola en el

Regimiento de Andaluces, participando

de la defensa de Buenos Aires,

donde resulta herido en una

pierna.

LOS AÑOS DE LA

INDEPENDENCIA Y DE LA

GUERRA CONTRA EL BRASIL

Su compromiso con la causa patriótica

se incrementa luego de la

Revolución del 25 de mayo de 1810,

y para 1812 forma parte de la Sociedad

Literaria, que de la mano de José

León Banegas, pronuncia un manifiesto

que pide la independencia

de las Provincias Unidas del Río de

la Plata. En 1814 se funda el Instituto

Médico Militar, cuyo director

es uno de los fundadores de la medicina

argentina, Cosme Argerich, y

MuÑiz se cuenta entre los primeros

alumnos. No descuida su formación

humanística y comienza el estudio

de la teología en el Colegio de San

Carlos hacia 1818. Fue médico en

1822, cuando el Instituto ya formaba

parte de la recién creada Universidad

de Buenos Aires. Se doctorará

recién el 17 de setiembre de 1844.

A pesar de que los registros lo

ubican en Carmen de Patagones, no

hay constancia de que haya estado

allí, y en 1825 fue nombrado cirujano

de campaÑa en el fortín de

San Juan Bautista de Chascomús, a

orillas de la laguna homónima. Allí

conoce al coronel Juan Lavalle, de

quien será perenne amigo, y participa

de los combates de Sauce Grande

y Toldos Viejos, contra los indios,

abandonando su cargo una vez que

fueron evacuados los últimos soldados

heridos. En esos parajes pamperos

comenzó a recolectar fósiles

que se encontraban en las orillas de

las lagunas e inició su colección paleontológica,

que contó inmediatamente

con el esqueleto completo de

un gliptodonte.

El estallido de la guerra contra

el imperio del Brasil lo encuentra

en Buenos Aires y es enrolado

en el ejército nacional al mando del

general Carlos de Alvear. Durante

la campaÑa que lo lleva a las afueras

de Porto Alegre, le toca curar la

herida de su amigo Juan Lavalle y

su trabajo es destacado por el jefe

de estado mayor, general Lucio

N. Mansilla, valiéndole sus primeras

condecoraciones militares: los

cordones de Ituzaingó. Pide desde

los campos de batalla la cátedra

de Partos, y el último acto administrativo

de Bernardino Rivadavia

como presidente es nombrarlo allí.

Pero el gobernador Dorrego anula

la disposición apenas asume en

Buenos Aires.

LAS GUERRAS CIVILES Y

LA ORGANIZACIóN NACIONAL

El 30 de setiembre de 1828 se

casa con Ramona Bastarte Román,

con quien tendrá nueve hijos. La

nueva familia se instala en la villa

de Luján, donde vivirá dos décadas.

Allí ejerce la medicina, siendo un vacunador

notable, logrando prácticamente

la desaparición de la viruela.

Charles Darwin recorre el territorio

argentino en un viaje legendario, llegando

a Luján en 1833. No llega a conocer

a MuÑiz, pero desde su retorno

a Inglaterra mantendrá una profusa

correspondencia, sobre todo para

conocer el gran descubrimiento del

argentino sobre la vaca Ñata, que el

inglés usará para confirmar la teoría

de la evolución. MuÑiz es citado en

el libro “El origen de las especies”

por el propio Darwin.

En 1836 combate eficazmente

un brote de escarlatina, y en 1837

Rosas lo nombra médico de policía,

con la tarea de controlar el curanderismo

y la salud animal, además de

la humana. Es impresionante saber

que cuando el bloqueo impuesto al

puerto de Buenos Aires por franceses

e ingleses impidió la llegada de

vacunas desde Europa, MuÑiz trasladó

a su hijita de pocos meses a la

capital para inocular su linfa como

vacuna a toda la población. Esa niÑa morirá al poco tiempo víctima

de una infección incontrolable. En

Luján siguió explorando los cursos

de agua, donde los fósiles eran incontables.

En 1841 dona (aunque algunos

autores sugieren que le fue

requisada) su colección de fósiles

al gobernador Rosas, quien la obsequia

a un almirante francés que la

lleva a París. En 1844 descubre el tigre

“dientes de sable”, al que bautiza

“muÑifelis bonaerensis” y hoy es

conocido como esmilodonte. Descubrió

también esqueletos fósiles de

megaterio.

En esos aÑos produjo una enorme

cantidad de trabajos científicos,

que a veces fueron publicados

en periódicos no especializados,

y por eso sus descubrimientos

no trascendieron. Es formidable su

obra “Apuntes topográficos del centro

de la provincia de Buenos Aires”

y un trabajo que publicó en partes

sobre el Ñandú. Fue el primer paleo-

botánico del país, habiendo descripto

un tronco fósil que encontró

semienterrado en las orillas del río

Luján. Participó como médico militar

en el ejército porteÑo durante

la batalla de Caseros. Una vez caído

Rosas, de quien fue médico personal,

decidió participar activamente

de la política porteÑa y fue diputado

provincial en 1853, senador provincial

en 1854, y llegó al decanato

de la Facultad de Medicina de la

Universidad de Buenos Aires, desde

1858 hasta 1862. En 1854 es miembro

del Comité Fundador del Museo

de Ciencias Naturales de Buenos Aires.

Llega a ser diputado nacional

en 1861 y luego senador nacional.

En 1859 fue cirujano durante la batalla

de Cepeda.

LA GUERRA CONTRA EL

PARAGUAY Y LAS EPIDEMIAS

Desde 1865 fue el cirujano jefe

del ejército aliado durante la Guerra

de la Triple Alianza, contra el

Paraguay. Permanece en el frente

de batalla, donde no podrá evitar la

muerte de uno de sus hijos y abandona

Corrientes cuando muere su

esposa, que lo acompaÑó siempre,

en 1868. Ya retirado de toda actividad

profesional y pública, la epidemia

de fiebre amarilla que se desata

en Buenos Aires en 1871, lo regresa

al ruedo de la medicina. Recluye

a varios enfermos en su casa quinta

de Morón, al oeste de Buenos Aires,

y contrae allí la fatal enfermedad,

muriendo el 8 de abril, a los 75

aÑos. Ese día fue el de mayor cantidad

de muertos en la epidemia: más

de seiscientos.

HOMENAJES Y OBRAS

Debido a la emergencia sanitaria

se habían prohibido los entierros

de víctimas de la epidemia en

los cementerios del Norte y del Sur

de Buenos Aires. Sin embargo se autorizó

la sepultura de Francisco MuÑiz

en la Recoleta. Su mausoleo es

una obra maestra del escultor italiano

Ettore Ximenes, el mismo del

mausoleo de Manuel Belgrano y del

busto de la República que se encuentra

en la Casa Rosada, en el Salón

Blanco. El monumento funerario

muestra a una mujer que es a la

vez alegoría de la patria y de la medicina,

sentada en la base de una pirámide

trunca, coronada por el busto

de MuÑiz, que muestra en cada

lado escenas de la vida del prócer:

su lucha contra los ingleses, su participación

en la batalla de Cepeda,

su acción durante la epidemia que

lo llevó a la muerte y un encuentro

ficticio frente al esqueleto del megaterio

entre él mismo, Darwin y

Mitre, hablando de “huesitos”, tal

como le indicó al joven Francisco

P. Moreno, el perito, que había que

llamar a los fósiles.

La apasionante biografía de

MuÑiz ha sido escrita por Domingo

Faustino Sarmiento, Florentino

Ameghino, Bartolomé Mitre, Alberto

Palcos, José Batini y Félix Outes,

lo que muestra lo gigantesco de su

figura histórica. Han sido bautizados

con su nombre el hospital de

enfermedades infecto-contagiosas

de Buenos Aires, una estación de ferrocarril

en el noroeste del conurbano

bonaerense, decenas de calles

en todo el país y en los congresos de

historia de la ciencia argentina se lo

presenta como el gran pionero del

país.

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