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EL LIBERAL . Pura Vida

Una madre que amasó la vida con sacrificio, amor y esperanza

18/03/2019 20:44 Pura Vida
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Una madre que amasó la vida con sacrificio, amor y esperanza Una madre que amasó la vida con sacrificio, amor y esperanza

Santiago del Estero llora la

muerte de doña Zita Noemí Correa

de Carabajal, esposa del legendario

Carlos Carabajal y mamá

del juglar Carlos “Peteco” Carabajal.

Doña Zita o Mami Zita, como

la llamaban cariñosamente, falleció

ayer en Buenos Aires tras haber

sufrido una descompensación

cardíaca durante el fin de semana.

Los restos de la también mamá

de Graciela, Enriqueta y Raúl

Fernando “Demi” Carabajal, serán

velados hoy, desde las 6 hasta

el mediodía, en la casa familiar

de Alberdi N° 1345, en La Banda,

en el “Quincho” como ella misma

bautizó a este ya tradicional lugar.

Será sepultada en el cementerio

La Misericordia de la “Cuna de

Poetas y Cantores”.

Artistas, amigos y conocidos de

todo el país enviaron sus condolencias

a la familia Carabajal.

“Las manos de mi madre saben

qué ocurre por las mañanas,

cuando amasa la vida hornos de

barro pan de esperanza”, escribió

“Peteco” Carabajal en Las manos

de mi madre. Y es con esperanza,

con sacrificio, trabajo y, sobre

todo, mucho amor que doña Zita

Correa de Carabajal que crió a

sus hijos y forjó una familia que

hoy es referente indiscutible en

el mundo de la canción folclórica.

Esposa del legendario Carlos

y madre de la consagrada Graciela

y el encumbrado Raúl Fernando

“Demi” Carabajal, esta mujer

bandeña, oriunda del barrio Villa

Juana, donde vivió hasta que se

trasladó a Los Lagos, en oportunidad

de haber sido entrevistada

por EL LIBERAL en el año 2015

por el “Día de la Madre”, habló

acerca de su vida.

“Mi vida ha sido muy feliz, pero

muy pobre”, supo contarle a EL

LIBERAL doña Zita, una mujer

que siempre sacó fuerzas de flaqueza

para criar a sus hijos. En esa

vida de sacrificio, junto a su gran

amor, don Carlos Carabajal, ella,

como dice la canción de su reconocido

hijo ‘Peteco’, en un tiempo,

vendía el pan que amasaba con

sus manos. Madre abnegada, doña

Zita supo decirnos que se sentía

orgullosa de todo lo construido,

de todo lo conseguido en ese

camino donde no todo fue un lecho

de rosas.

De su natal Villa Juana pasó a

otra populosa barriada bandeña,

Los Lagos, a esa que tanto cantaron

desde Carlos hasta “Peteco”,

“Demi” y su nieta Roxana (hija

de Graciela). Luchadora inquebrantable,

acompañó a su marido

en todo momento, en los buenos

y en los malos, en La Banda (tanto

en Los Lagos como en su casa

de Alberdi N° 1345) o en Morón,

en Buenos Aires, hacia donde tuvo

que emigrar, como tantos santiagueños,

en búsqueda de mejores

horizontes.

Con la fortaleza de siempre,

doña Zita se constituyó en un elemento

esencial en la crianza de

sus hijos y nietos así como en la

formación de la institución familiar.

En su contacto con EL LIBERAL

en el año 2015, supo remarcar

lo orgullosa y feliz que se sentía

por todo lo hecho. La vida la

premió con una familia unida, con

hijos que prosperaron merced a

la música y la formación que ella

y don Carlos les brindaron. Tanto

sacrificio, tanto dolor vivido no

fue en vano porque la vida la premió

con cinco hijos: Graciela, Raúl

Fernando (el que falleció cuando

tenía dos años), Carlos Oscar “Peteco”,

Enriqueta y “Demi”, quien

se llama Raúl Fernando como el

segundo hijo.

En el estribillo de su sentida

canción, “Peteco” destaca: “Las

manos de mi madre llegan al patio

desde temprano, todo se vuelve

fiesta cuando ellas vuelan junto

a otros pájaros. Junto a otros pájaros

que aman la vida y la construyen

con el trabajo. Arde la leña,

harina y barro. Lo cotidiano se

vuelve mágico. Se vuelve mágico,

... oh ... oh ... oh”.

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