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EL LIBERAL . El Evangelio

¡Cristo ha resucitado! la muerte ha sido vencida - Juan 20, 1-9

20/04/2019 23:42 El Evangelio
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¡Cristo ha resucitado! la muerte ha sido vencida - Juan 20, 1-9 ¡Cristo ha resucitado! la muerte ha sido vencida - Juan 20, 1-9

Después de la muerte

de Jesús los discípulos experimentaron

un tremendo

vacío; tristes y confundíos

se dispersan, algunos

de ellos que lo habían

seguido hacia Jerusalén,

comienzan a volver a

sus lugares de origen. La

muerte de Jesús era el final

del proyecto de Reino

que con tanto entusiasmo

el maestro había anunciado.

Algunas mujeres, como

Magdalena, lo buscan

en el sepulcro, el lugar

de los muertos. Pero

él no está allí, solo los

signos de su muerte, el

Padre, lo ha resucitado.

El encuentro con el

Cristo Resucitado, lo

cambiará todo, de la tristeza

pasarán a la alegría y

la esperanza, de la dispersión

a la comunión, de la

inmovilidad a la misión.

La resurrección rehabilita

a Jesús y su causa.

Los discípulos comprenden

que él no es un soñador

ni un embaucador,

sino que todo lo que había

anunciado empieza

a cumplirse. El Reino de

Dios es ahora una fuerza

arrolladora que comienza

a transformar la realidad;

una nueva humanidad

es posible, la mesa

de la vida incluye a todos,

sin distinción de razas,

credos ni clases sociales.

Dios vive en medio de su

pueblo, como el Resucitado,

y la vida triunfa sobre

el pecado y la muerte.

El encuentro con el

Resucitado cambia en

los discípulos la manera

de ver a Dios, al hermano,

a la vida misma.

Comprenden muchas

de las cosas que Jesús le

había dicho, el mandamiento

del amor se expresa

en sus comportamientos,

y con alegría

viven la experiencia del

envío, sin temores, sólo

con el compromiso

de continuar la obra que

comenzó Jesús.

Ahora saben, que allí

donde está la vida, está

Dios, que el amor tiene

la capacidad de sanar

y redimir, que el Señor

los acompaña y bendice

todos los días hasta el

fin de los tiempos. El encuentro

con el Resucitado

cambia sus vidas para

siempre, jamás volverán

a vivir en las tinieblas, la

luz de la vida los envuelve

y los impulsa a ser luz

para los demás.

Conclusión

Los cristianos somos

depositarios de la luz y la

vida del Cristo Resucitado.

Comunicarla al mundo

es nuestra misión y el

mayor desafío de nuestra

Iglesia. Hacer creíble

el mensaje de Jesús, con

gestos de ternura y misericordia,

saliendo al encuentro

de los que sufren,

de los últimos de la sociedad,

para anunciarles que

la vida y el amor triunfan

sobre el pecado y el egoísmo.

Una Iglesia en salida,

hacia las periferias,

que hermana, que se hace

solidaria, que busca a

los alejados, que renuncia

a sus privilegios, que

va tras los pasos de Jesús,

animada por su Espíritu,

para ser fiel al Padre,

es una Iglesia Resucitada,

como la soñó Jesús,

al servicio de su Reino.

Una Iglesia resucita engendra

testigos únicos como

la Mama Antula y el

Cura Brochero que transparentan

en sus vidas el

mensaje y la práctica de

Jesús. Recordarlos e imitarlos

será un modo auténtico

de seguir a Jesús,

pero en la

coyuntura actual,

haciendo

Reino, comu

n i c a n -

do la vida de

Dios.

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