El brasilero más santiagueño do mundo El brasilero más santiagueño do mundo
Paulinho Coutinho vive hace
casi 30 años aquí y cuando habla
de la realidad santiagueña, sea
cual fuere la circunstancia, antepone
con sentimiento el pronombre
nosotros, por eso es que según
el amigo Félix Demasi le corresponde
una santiagueñidad
indiscutida.
El “Negro” Paulinho es un
gran músico que vino a recalar
mágicamente en este territorio.
Por citar algunas de sus peripecias
guitarrísticas: ensayo semanas
en la casa de Tom Jobim
en los 70, para una gira por Nueva
York que se truncó por cuestiones
de pasaportes y burocracias.
Viajó en el avión presidencial
a Panamá con Omar Torrijos
para acompañar con sus acordes
al cantante argentino Piero, tocó
en la mítica Fusa con un puñado
de grandes artistas durante
varios años. Compartió mesa con
Vinicius de Moraes, Hamlet Lima
Quintana. Fue maestro de Luis
Salinas quien cuando vino a Santiago
lo invitó a compartir el escenario.
Deliró una noche con Luca
Prodan en una pizzería en la que
el pelado se presentó con toda su
cabeza ensangrentada. Arreglador,
compositor, docente de alto
vuelo.
El trazado de su camino hacia
Santiago comienza con la armonía
pulsada en su guitarra: Ary
Barroso compuso una canción en
1938 y Paulinho hizo una versión
en guitarra de aquella obra musical.
Nunca supo él que aquella
versión iba a deslumbrar tanto
a un señor llamado Mario Fioramonti,
como para que este último
se vea obligado a buscarlo en
la pizzería Capricornio en Capital
Federal, un mítico lugar que frecuentaban
los artistas después de
medianoche.
Fioramonti, gran
guitarrista y excepcional carpintero
santiagueño, se presentó ante
el Negro sin muchos rodeos,
confesándole su admiración e interés
por despejarse algunas dudas
sobre las técnicas y armonías
guitarrísticas con las que había
resuelto aquel grandioso tema
llamado “Na baixa do sapatero”.
Allí comenzó una amistad entrañable…
pasado el tiempo, viajes,
mujeres, hijos, giras... Paulinho
dejó seducirse por la mística de
esta tierra embarrada de sol y se
instaló en una casita en el barrio
8 de Abril.
Estoy convencido que una de
las más importantes cosas que
lo bautiza y lo hace santiagueño
por adopción es su chacarera
de “Las Chismosas”, allí el compositor
condensa una mirada pícara
y precisa sobre la santiagueñidad:
respetando la estructura
de la chacarera, incorpora armonías
y su sostenido acento brazuca
para realizar un contundente
ensayo sobre una histórica práctica
cultural que de algún modo,
aunque sea parcialmente, define
a nuestra sociedad santiagueña:
“el arte de chusmear”.
La chacarera cuenta que hay
una plaza donde se juntan a chismosear
a partir de las 5 de la tarde:
“la plaza es un hervidero y
chusmear es una fiesta” la mirada
que se desarrolla es lúcida en
su análisis, queda allí sugerido un
concepto sobre lo que consistiría
“chusmear”: actividad compartida
que tiene que ver con llevar y
traer datos sobre la vida de otros
por el simple goce y regocijo de
hacerlo. No se trata de cualquier
dato, como especifica la chacarera,
tiene que ver con desavenencias
conyugales, con supuestos
amaneramientos de algunos,
con la filiación de otros a ideologías
subversivas, se chusmea sobre
lo disruptivo, lo que se sale de
lo común, o sobre algo que dentro
de lo común tiene un aspecto
de color particular.
En el ejercicio
de chusmear, se elaboran árboles
genealógicos de toda una familia,
se recorre vida y obra y se elucubran
hipótesis o teorías con diferentes
intencionalidades. Es fundamental
el nombre propio objeto
del chisme. Si se tratase de una
historia sin nombre propio, ya no
es chisme, podrá ser anécdota, literatura,
pero no chisme.
El chisme
puede arrancar enigmático
en una ronda de mates, pero para
que no se desvanezca sobre el
final alguien tiene que delatar el
nombre propio.
A manera de ejemplo, les comento
que una de las tantas novias
del Negro Paulinho, cansada
de sus andanzas musicales, le
apuñaló una guitarra para evitarle
un recital en Buenos aires, pero
con la astucia de un amigo, la
cicatrizaron rápido. Dicho sea
de paso (y para perfeccionar el
ejemplo chismoso), la susodicha
a quien no volvió a ver más, terminó
casada con el gran Horacio
Salgán.
A veces conversamos sobre el
escritor Jorge Amado, pero la cosa
se pone aún más apasionada
cuando arribamos al autor Erico
Velissimo y un libro que se llama
“Incidente en Antares”, me comparte
la trama con algunos detalles
precisos: una huelga de trabajadores,
7 muertes y el posterior
secuestro de aquellos fallecidos,
un texto con ironía y con una profunda
crítica a la sociedad brasilera.
El realismo mágico de aquellos
autores podría pintar magistralmente
las andanzas del brasilero
mas santiagueño do mundo,
pero difícilmente pueda soportar
la elección democrática de un ser
tan despreciable como Jair Bolsonaro.
El avance del fascismo en
Latinoamérica contra la belleza
de los pueblos entrelazados, mixturados,
acrisolados en el sentimiento
del encuentro. Pensamos
juntos todo esto en el café de la
Buri Buri, traspasando siempre
todas las fronteras, rodeados de
libros y amigos... lo que decimos
se escribe en el presente o el futuro.
El Negro Paulinho celebra
su negritud y grita que viva Perón,
viva Lula, Dilma y Cristina!
#ELENAO… nada sería tan auspicioso
si el lugar donde estamos
no se llamase Utopía.
*Escritor, músico, abogado y docente
universitario. Es la voz principal y la guitarra
del grupo musical “Sapunar”. Es integrante
del grupo “Poesía Circular”, con un
grupo de amigos con quienes comparte la
inspiración, la escritura y la lectura de la
poesía. Ellos son Jorge Rosenberg, Pancho
Avendaño, Gastón Merino, Francisco
Barrionuevo, Juan Avendaño, Ezequiel Alvarez
y Félix Demasi.