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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (24,13-35)

23/04/2019 22:37 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (24,13-35) Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (24,13-35)

Aquel mismo día, el primero

de la semana, dos

de los discípulos de Jesús

iban caminando a una aldea

llamada Emaús, distante

de Jerusalén unos

setenta estadios; iban

conversando entre ellos

de todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban

y discutían, Jesús

en persona se acercó y se

puso a caminar con ellos.

Pero sus ojos no eran capaces

de reconocerlo.

él les dijo: “¿Qué conversación

es ésa que

traéis mientras vais de camino?”.

Ellos se detuvieron

con aire entristecido. Y

uno de ellos, que se llamaba

Cleofás, le respondió:

“¿Eres tú el único forastero

en Jerusalén que no sabe

lo que ha pasado estos

días?”.

él les dijo: “¿Qué?”.

Ellos le contestaron:

“Lo de Jesús el Nazareno,

que fue un profeta poderoso

en obras y palabras,

ante Dios y ante todo el

pueblo; cómo lo entregaron

los sumos sacerdotes

y nuestros jefes para que

lo condenaran a muerte,

y lo crucificaron. Nosotros

esperábamos que él iba a

liberar a Israel, pero, con

todo esto, ya estamos en

el tercer día desde que esto

sucedió. Es verdad que

algunas mujeres de nuestro

grupo nos han sobresaltado,

pues habiendo

ido muy de mañana la sepulcro,

y no habiendo encontrado

su cuerpo, vinieron

diciendo que incluso

habían visto una aparición

de ángeles, que dicen

que está vivo. Algunos de

los nuestros fueron también

al sepulcro y lo encontraron

como habían dicho

las mujeres; pero a él

no lo vieron”.

Entonces él les dijo:

“¡Qué necios y torpes sois

para creer lo que dijeron

los profetas! ¿No era necesario

que el Mesías padeciera

esto y entrara así

en su gloria”.

Y, comenzado por Moisés

y siguiendo por todos

los profetas, les explicó lo

que se refería a él en todas

las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea

a donde iban y él simuló

que iba a seguir caminando;

pero ellos lo apremiaron,

diciendo: “Quédate

con nosotros, porque

atardece y el día va de caída”.

Y entró para quedarse

con ellos. Sentado a la mesa

con ellos, tomó el pan,

pronunció la bendición,

lo partió y se lo iba dando.

A ellos se les abrieron

los ojos y lo reconocieron.

Pero él desapareció de su

vista.

Y se dijeron el uno al

otro: “¿No ardía nuestro

corazón mientras nos hablaba

por el camino y nos

explicaba las Escrituras?”.

Y, levantándose en

aquel momento, se volvieron

a Jerusalén, donde encontraron

reunidos a los

Once con sus compañeros,

que estaban diciendo:

“Era verdad, ha resucitado

el Señor y se ha aparecido

a Simón”.

Y ellos contaron lo que

les había pasado por el camino

y cómo lo habían reconocido

al partir el pan.

Comentario

Camino de la finca, los

discípulos de Emaús hicieron

la experiencia del

paso de la oscuridad a la

luz, de la ceguera a la visión,

de la distracción al

reconocimiento. Vivieron

una catequesis y una experiencia

de fe en la nueva

presencia de Cristo. “A

ellos se les abrieron los

ojos y lo reconocieron.

Pero él desapareció”. El

camino, la conversación,

la explicación de la Escritura,

el bendecir y compartir

el pan, han sido los

elementos de la cristolofanía.

El final verifica la

convicción fundamental:

“Era verdad, ha resucitado

y se ha aparecido a Simón”.

A la inversa, la Eucaristía

es un sacramento

pascual; los discípulos lo

reconocen al partir el pan.

El Resucitado hace

mover al paralítico que

somos cada uno de nosotros.

Nos cura de nuestras

parálisis. Nos pone

en movimiento, nos hace

saltar y alabar a Dios. La

fe en el Resucitado aporta

una forma de vida nueva.

Y eso hay que celebrarlo,

agradecerlo, contarlo

anunciarlo. Es la

gran maravilla que Dios ha

hecho en nuestra historia.

Y que sigue haciendo con

nosotros.

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