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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 16-21

04/05/2019 01:55 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 16-21 Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos

de Jesús bajaron al lago, embarcaron

y empezaron a atravesar

hacia Cafarnaún. Era ya

noche cerrada, y todavía Jesús

no los había alcanzado; soplaba

un viento fuerte, y el lago se

iba encrespando. Habían remado

unos cinco o seis kilómetros,

cuando vieron a Jesús que se

acercaba a la barca, caminando

sobre el lago, y se asustaron.

Pero él les dijo: - “Soy yo,

no temáis”. Querían recogerlo

a bordo, pero la barca tocó tierra

enseguida, en el sitio a donde

iban.

Reflexión

Ser cristiano lleva consigo

fundamentalmente dos cosas:

predicar, escuchar la Palabra

de Dios y cumplir la Palabra

predicada. Ya desde los

primeros tiempos del cristianismo

hubo dificultades para

llevar a cabo estas dos tareas.

La primera lectura nos

muestra un pequeño conflicto

de convivencia entre los cristianos

provenientes del judaísmo

y los provenientes de

los gentiles con la consecuencia

de que las viudas de estos

últimos no eran debidamente

atendidas.

Se reunió “el grupo de los

discípulos” y encontraron una

solución, una solución cristiana,

atendiendo tanto a la predicación

de la Palabra como a

sus consecuencias prácticas

de atención a las viudas para

lo que eligieron a siete hombres

“de buena fama, llenos

de espíritu de sabiduría”.

También los cristianos

del siglo XXI debemos estar

atentos para alimentar nuestra

vida “devorando” la Palabra

de Dios y viviendo todo lo

que nos indica para que la ilusión

y la esperanza aniden en

nuestros corazones y todos

los que nos rodean vean que

es Cristo, el que es la Palabra,

el que mueve nuestra existencia...

y se animen a aceptar

nuestra fe.

Mateo y Marcos amplían

la versión de Juan de este pasaje.

Después de la multiplicación

de los panes y los peces,

Jesús mandó a sus discípulos

ir en la barca a la otra

orilla del lago, mientras él

despedía a la gente y se retiraba

al monte a orar. Más tarde

fue a su encuentro andando

sobre las aguas de lago,

que se había encrespado. Los

discípulos no le reconocieron

y pensaron que era un fantasma

hasta que Jesús les serenó:

“Soy yo, no temáis”. Y la

paz volvió a sus corazones.

Jesús no les había abandonado.

Seguía con ellos.

Una lección más de Jesús

para sus seguidores de cualquier

época, sobre todo, en

tiempo de resurrección. Jesús

resucitado está dispuesto

a no abandonarnos nunca

a lo largo de nuestra existencia

terrena. Nada ni nadie será

capaz de separarnos de su

amor, de su presencia, de su

ayuda. En momentos de zozobra

y de oscuridad, él saldrá

a nuestro encuentro para

decirnos: “Soy yo, no temáis”,

sigo con vosotros.

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