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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,22-29)

06/05/2019 00:15 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,22-29) Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,22-29)

Después de que Jesús

hubo saciado a cinco mil

hombres , sus di scípulos

lo vieron caminando sobre

el mar. Al día siguiente, la

gente que se había quedado

al otro lado del mar notó

que allí no había habido más

que una barca y que Jesús

no había embarcado con

sus discípulos, sino que sus

discípulos se habían marchado

solos.Entretanto, unas barcas

de Tiberíades llegaron cerca

del sitio donde habían

comido el pan después que

el Señor había dado gracias.

Cuando la gente vio

que ni Jesús ni sus discípulos

estaban allí, se embarcaron

y fueron a Cafarnaún

en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra

orilla del lago, le preguntaron:

“Maestro, ¿cuándo has

venido aquí?”.

Jesús les contestó: “En

verdad, en verdad os digo:

me buscáis no porque habéis

visto signos, sino porque

comisteis pan hast a

saciaros. Trabajad no por

el alimento que perece, sino

por el alimento que perdura

para la vida eterna, el

que os dará el Hijo del hombre;

pues a éste lo ha sellado

el Padre, Dios”.

E l l o s l e p re g u n t a ro n :

“Y, ¿qué tenemos que hacer

para realizar las obras

de Dios?”.

Respondió Jesús : “La

obra de Dios es ésta: que

creáis en el que él ha enviado”.

Comentario

Hemos iniciado la tercera

semana del tiempo de

Pascua. Durante este tiempo

somos invitados a pedir

la gracia de experimentar

que Jesús está vivo y resucitado.

La fuerza de su Espíritu

sigue actuando hoy

en tantos hombres y mujeres

que se dejan tocar por

su dinamismo transformador.

Más allá del miedo, la

oscuridad y la injusticia de

nuestro mundo; tenemos la

firme esperanza de que la

muer te no tiene la última

palabra, nuestra vida está

llamada a ser un reflejo de

esta esperanza pascual.

Es lo que encontramos

en la primera lectura sobre

el testimonio de Esteban

que “lleno de gracia y

poder, realizaba grandes

prodigios y signos en medio

del pueblo”. Para nosotros,

hoy realizar grandes

signos no se trata de hacer

cosas para llamar la atención,

ni de fenómenos extraordinarios

para suscitar

admiración y desconcierto.

El libro de los Hechos

nos transmite que la grandeza

de nuestro testimonio

es porque vivimos desde

la sabiduría y el espíritu

del Señor.

Como Esteban también

nosotros estamos llamados

a dar testimonio en las pequeñas

cosas de cada día,

en palabras del papa Francisco

se trata: “ la santidad

en el pueblo de Dios

paciente: a los padres que

crían con tanto amor a sus

hijos, en esos hombres y

mujeres que trabajan para

llevar el pan a su casa, en

los enfermos, en las religiosas

ancianas que siguen

sonriendo. En esta constancia

para seguir adelante

día a día, veo la santidad

de la Iglesia militante. Esa

es muchas veces la santidad

“de la puerta de al lado”,

de aquéllos que viven

cerca de nosotros y son un

reflejo de la presencia de

Dios, o, para usar otra expresión,

“la clase media de

la santidad”.

El Evangelio que leemos

hoy es el inicio del discurso

de Jesús sobre el “Pan de

vida” en la sinagoga de Cafarnaúm.

Comienza con una

fuerte interpelación sobre

las mot ivaciones por las

cuales buscamos al Señor.

Jesús lo plantea con claridad:

“Me buscan no porque

han visto signos, sino

porque comieron pan

hasta saciarse”. Sus palabras

nos ayudan a discernir

y purificar nuestras intenciones

en su seguimiento.

Podemos preguntarnos:

¿Por qué busco al Señor?

¿Dónde busco el pan que

alimenta mi vida? ¿Qué está

alimentando mi vida?

El tiempo de Pascua es

una opor tunidad para redescubrir

en los pequeños

signos de cada día la presencia

de Dios en nuestra

vida, en las personas que

nos rodean, en los acontecimientos

de nuestra historia.

Pidamos en nuestra

oración la gracia de abrirnos

a la gratuidad para seguir

al Señor Resucitado

con un corazón desinteresado,

creyendo y confiando

plenamente en él.

Lo que debes saber
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