Evangelio según San Juan (6,30-35) Evangelio según San Juan (6,30-35)
En aquel tiempo, el
gentío dijo a Jesús: “¿Y
qué signo haces tú, para
que veamos y creamos
en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron
el maná en el desierto,
como está escrito: Pan
del cielo les dio a comer”.
Jesús les replicó: “En
verdad, en verdad os digo:
no fue Moisés quien os
dio pan del cielo, sino que
es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es
el que baja del cielo y da
vida al mundo”.
Entonces le dijeron:
“Señor, danos siempre de
este pan”.
Jesús les contestó: “Yo
soy el pan de vida. El que
viene a mí no tendrá hambre,
y el que cree en mí no
tendrá sed jamás”.
Comentario
Este día tenemos el
hondo anhelo de escuchar
la voz del Señor. Su palabra
tiene la capacidad de
iluminar y animar nuestra
vida. La primera lectura
de hoy nos presenta
el relato del martirio de
Esteban, el primer mártir
cristiano. Su testimonio
se vuelve paradigmático
y en nuestros días cobra
mucha actualidad. No
dejamos de tener presente
a los cristianos que fueron
asesinados el domingo
de Pascua en Sri Lanka
y en tantos otros lugares
donde son perseguidos a
causa de su fe.
Las palabras de Esteban
nos cuestionan: “Ustedes
siempre resisten
al Espíritu Santo”. Nos
cuesta abrir nuestra mente
y corazón a la novedad
del Señor Resucitado,
preferimos mantenernos
encerrados en nuestro
yo. Por eso, en todo tiempo
la voz de los profetas
se vuelve incómoda, porque
denuncia y llama a la
conversión. Esta verdad,
como en el caso de Jesús,
Esteban y tantos mártires
es rechazada y perseguida
hasta la muerte.
El testimonio que encontramos
en Esteban
nos muestra que la actitud
cristiana ante el rechazo
y la incomprensión
es poner la confianza en
el Señor, como lo expresa
la invocación que repetía:
“Señor Jesús, recibe
mi espíritu”. Igual que Jesús,
Esteban muere perdonando,
es un perdón
que se convierte en fuente
de reconciliación. Nosotros
también podemos
experimentar el rechazo y
la incomprensión, incluso
la persecución o el martirio.
La actitud cristiana
fundamental es siempre
la del amor y del perdón a
los enemigos.
En el Evangelio continuamos
con la lectura del
discurso del “Pan de vida”
en el capítulo seis de
Juan. Jesús se revela como
pan de vida, como alimento
que sacia nuestra
hambre. Su palabra nos
dice que el único pan que
nos hace vivir es el amor.
No es extraño, por ello,
que los relatos de resurrección
se den siempre
entorno al pan, a las comidas,
a la mesa compartida.
En este gesto-símbolo
no sólo descubrimos la
presencia del Resucitado
en medio de la comunidad,
es también una invitación
a ser pan vivo para
saciar el hambre de tantos
hermanos nuestros. Hagamos
nuestra la petición
de los discípulos: “Señor,
danos siempre de este
pan”.