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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25

07/06/2019 22:53 El Evangelio
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Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25 Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado:

“Señor, ¿quién es el que te va a entregar?”

Al verlo, Pedro dice a Jesús: “Señor, y éste ¿qué?” Jesús le contesta: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme”.

Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino:

“Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?”

éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

Reflexión

San Lucas, también en los Hechos de los Apóstoles, nos dice: “Volvieron Pablo y Bernabé a Lista, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios”. Después de su conversión, bien experimentó San Pablo que hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios. él mismo nos relata todos los peligros que corrió por predicar el evangelio de Jesús... Hoy le vemos preso en Roma, por el mismo delito: predicar a Jesús y su evangelio, aunque las argucias de sus oponentes buscaban otras razones o sinrazones. Más bien eran sinrazones porque en un primer momento los romanos, a los que los judíos habían entregado a Pablo, no encontraron en él ningún delito. Pablo, en estas circunstancias, vive una situación especial. Sigue preso pero con amplia libertad de poder hacer lo que él siempre buscó y deseó: “pudo recibir a los que acudían a él predicándoles el Reino de Dios y enseñando la vida del Señor Jesucristo con toda libertad, sin que nadie lo molestase”.

¿A ti qué? Tú sígueme

Jesús llamó a los apóstoles para que le siguieran. Ellos, libremente, aceptaron esta invitación. Por seguir a Jesús dejaron familia, trabajo, casa, pueblo... y con sus altibajos, sobre todo en el momento de su pasión, sabemos que le siguieron hasta el final de sus vidas. El evangelio de hoy nos relata otro “altibajo” de Pedro. Pedro acaba de confesar su amor a Jesús por tres veces, después de sus tres negaciones. De nuevo Jesús, como cuando estaba trabajando en su barca, le vuelve a decir: “Sígueme”. Y Pedro le vuelve a repetir su sincero deseo de seguirle. Pero, en este mismo momento, Pedro se interesa por el “discípulo a que Jesús tanto quería” y se atreve a preguntarle: “Señor, y este ¿qué?”.

Con su respuesta, podemos interpretar que Jesús le dice: Tú sígueme y que la situación en la que va a quedar este otro discípulo no sea ningún obstáculo para seguirme.

Salvando las distancias, Jesús nos dice algo parecido a cualquiera de nosotros: Tú sígueme y que nada, ni nadie, ni la situación de otras personas, te impidan seguirme: “Tú sígueme”.

Estamos a las puertas de Pentecostés. Fue un momento de gracias para la Iglesia. Y lo puede ser también para cada uno de nosotros. Se termina el tiempo pascual, y comienza el tiempo ordinario. Hemos acumulado fuerzas para afrontar este tiempo ordinario, que no aburrido. Es el momento de poner en práctica todo lo que hemos vivido todas estas semanas, junto a Jesús. Pues eso. Pongamos manos a la obra.

“Los buenos verán el rostro de Dios”, dice el salmo hoy. ¿Quieres ser de los buenos? Pide el Espíritu, para serlo. Nunca te abandona.


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