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Emiliano Basabe, el obrero del equipo

13/06/2019 01:48 Deportivo
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Emiliano Basabe, el obrero del equipo Emiliano Basabe, el obrero del equipo

Por Daniel Romero

dromero@elliberal.com.ar

 

Emiliano Basabe es el prototipo de jugador que todo entrenador quisiera tener: se compromete al máximo con la defensa, aporta puntos, captura rebotes, entrega asistencias y hasta participa cuando le toca sentarse en la banca.

Llegó a Olímpico como un jugador afianzado, pero antes debió realizar un largo recorrido por las diferentes categorías del básquet argentino. Tuvo momentos buenos y malos, que le permitieron llegar a ser lo que es hoy: un alero multifunción.

¿Qué se siente bailar con la más fea? Que el coach te diga: esta noche defendés al mejor de ellos.

Es una de mis armas principales la defensa, desde que juego al básquet. Estoy un poco acostumbrado, es una responsabilidad muy grande. Trato siempre de hacerlo lo mejor posible. Es un desafío que me gusta y lo vengo haciendo muchos años, así que estoy preparado.

¿Siempre fue así o de chico la rompías?

De chico, físicamente sacaba mucha más diferencia. Era diferente el tema, pero desde que juego la Liga Nacional a nivel profesional, siempre mi primer rol era defensivo. Estos últimos años, le estoy sumando muchas cosas a mi parte ofensivo, estoy desempeñándome mejor en el lado de ataque. Sin olvidar mi rol principal, estoy sumándole cosas a mi juego.

¿Cómo fue tu infancia en La Dulce (Necochea)?

-En mi pueblo no había equipo de básquet. Había un CEF, en el que se hacían todas las disciplinas. Solamente había un equipo de fútbol y jugué al fútbol hasta los 11 o 12 años, que empecé a jugar en Necochea, a 50 kilómetros de mi pueblo. Una vecina, que tenía un hijo que era mucho más grande que yo y estudiaba y jugaba al básquet en Necochea, me convenció de que debía jugar al básquet por mi altura y empecé en el Club Rivadavia. Viajaba dos días a la semana para entrenar y jugaba los fines de semana. Después, me cambié a Villa Del Parque, que jugaba el Regional y viajaba tres veces a la semana.

¿Por qué la decisión de irte a vivir a Mar del Plata con 15 años?

-Fue dura, porque era muy chico. La Dulce es un pueblo muy chico, de 3000 habitantes, nos conocemos todos, hay mucha seguridad. Los chicos pueden andar solos en la calle hasta tarde y los padres no se preocupan por eso. Y me fui a una ciudad mucho más grande como Mar del Plata, con otra forma de vivir. Tenía que tomarme el transporte público para ir al colegio, cosa que nunca lo había hecho. Fue muy difícil, pero mi objetivo no sé si era ser jugador profesional de básquet sino era vivir en otra ciudad, aprender de otras cosas o querer salir un poco del pueblo, de esa vida que es muy distinta. Se fueron dando las cosas.

-Con 17 años fuiste cortado de una preselección nacional. ¿Cómo fue?

-Estuve en la preselección para un Sudamericano. Había muy buenos jugadores. Estaba Lucas Díaz, un alero muy importante en esa camada. Sabía que adelante había muy buenos jugadores. Yo también creía que me faltaba un poco para estar en ese lugar privilegiado. Dos años después tuve revancha. Para el Panamericano Sub18 no tuve la suerte de ser convocado, pero sí para el Mundial U19 y por suerte pude viajar con la selección.

-En el regreso al país, tu ciudad estaba revolucionada.

-En La Dulce me recibieron muy bien, fue mucha gente a recibirme en la entrada al pueblo. Eso fue muy lindo para mí. Yo siempre donde voy, donde me toca jugar, trato de dejar el nombre de La Dulce siempre presente. La gente sabe del cariño que yo le tengo al pueblo. Somos muy pocos así que cualquier cosa que le pase de bueno a alguno de sus habitantes, todo el pueblo por lo general se pone contento.

-El debut en Liga Nacional se dio en Argentino de Junín. ¿Qué le dio Argentino a tu carrera deportiva?

-Si bien el entrenador era Adrián Capelli, tuvo que ver mucho Chiche Japez, él había tenido en las selecciones juveniles de Argentina y fue también un factor importante para que llegue Argentino. Por suerte me tocó un grupo muy bueno, con mayores muy profesionales que me ayudaron a que mi primer año de liga, siendo juvenil, no fuera tan pesado. No me pusieron ninguna responsabilidad y me hicieron disfrutar.

-¿Cómo te fue en Quilmes?

-Había tenido cuatro años muy buenos en Argentino y tenía un par de propuestas. La dirigencia de Quilmes ya me había querido llevar años anteriores y se dio porque Quilmes también jugaba Sudamericana y yo quería jugar un torneo internacional con todo lo que eso implica. También estaba Iván Basualdo, con quien soy amigo desde que fuimos compañeros en Alma Juniors. Vivíamos juntos en la casa y tenemos una relación de más de ocho años. Es verdad que su presencia influyó a que vaya.

-Después de Quilmes, te quedaste sin club.

-La decisión que tomamos con los dirigentes de Quilmes fue algo consensuado. Las dos partes aceptamos y yo sabía que corría un riesgo muy importante, porque ese año al Súper 20 muchos equipos lo tomaron para probar jugadores y nadie formó un equipo para que sea el principal de la Liga. Hasta el mismo Olímpico hizo muchos cambios. Fue una decisión que la tomamos con mi agente y sabíamos que había posibilidad de no jugar el Súper 20 y aguantar hasta la liga. Era lo mejor para nosotros y para Quilmes desvincularnos. Una vez afuera, no salió nada en Argentina y me salió en Chile. Fui a un reemplazo de 10 días y cuando estaba allá, apareció Olímpico.

-¿Por qué este presente de Olímpico?

-Hubo muchos cambios en la liga durante todo el año y siempre nos costó establecernos. Si no era por un cambio o una lesión, nunca teníamos el equipo completo y una vez que lo tuvimos, agarramos ritmo y una buena química, con mucha defensa y sintiéndonos muy cómodos adelante. Nos agarró el mejor momento a fin de temporada, después de haber ganado el clásico de visitante y nos vino muy bien para los playoffs. Fuimos dominantes en las dos series ante Obras y Formosa. Ahora estamos ante un rival muy duro, que es candidato a ganar la liga. El primer partido no hicimos el partido que teníamos que hacer y el segundo, sí. Hicimos un gran trabajo, se jugó el juego que nosotros queríamos con tanteador bajo. Si bien ellos cerraron mejor el partido, pero creo que 35 minutos se jugó como quería Olímpico. l


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