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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,24-33

12/07/2019 22:51 El Evangelio
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Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,24-33 Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,24-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre.

Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo”.

Reflexión

Esta primera lectura nos habla, en primer lugar, de las indicaciones que dio Jacob a sus hijos sobre el lugar en el que le debían enterrar. Les pide que le entierren junto a sus antepasados Abrahán, Isaac. Su deseo tenía una clara intención: “Reunirse con lo suyos”. En el tiempo de estos patriarcas, se pensaba que la muerte era el final de la vida, la resurrección no estaba en su horizonte.

La única manera de reunirse con “los suyos” era ser enterrados en el mismo lugar. Los cristianos, los seguidores de Jesús, el que resucitó al tercer día y el que nos promete a nosotros la resurrección, no necesitamos ser enterrados en el mismo lugar de nuestros padres para estar con ellos. La resurrección que nos promete Jesús nos llevará a estar con ellos en el cielo, en el reino de Dios.

Otro tema es el de las relaciones de José con sus hermanos. Aquí entra hacer el mal, hacer el bien, el perdón o no perdón ante las ofensas recibidas. José, reconociendo el mal que sus hermanos le hicieron, les otorga de corazón el perdón que le piden y les trata no como siervos sino como lo que son, sus hermanos.

En José, guiado por Dios, el bien vence al mal, el perdón a la venganza. Los seguidores de Jesús sabemos que tenemos que andar el mismo camino que Jesús vivió y predicó. Ayudados por él, lograremos que el amor venza siempre al odio, el bien al mal, el perdón a la venganza. El único camino para vivir con sentido y con gozo.

Jesús, como buen Maestro, da unas cuantas instrucciones a sus apóstoles. Hay una indicación general. Les dice que, en su trato con los demás lo que le ha pasado a él les va a pasar a ellos. “Un discípulo no es más que su maestro...”. Por lo tanto, les espera de todo: gente que les aceptarán y gente que no les recibirán y a muchos de ellos les matarán como al mismo Jesús.

Pero él intenta consolarles y darles ánimo para que cumplan su misión de predicar el evangelio. “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Es lo mismo que nos dice a sus seguidores de cualquier tiempo. Nos puede ir mal en lo exterior, ser mal recibidos, ser tratados mal, ser calumniados... hasta padecer la muerte.

Pero nada ni nadie nos puede matar el alma. Es decir, nada ni nadie nos podrá separar del amor que Cristo Jesús nos tiene, el que nos acompaña en todos los instantes de nuestra existencia hasta el encuentro definitivo y gozoso con él después de nuestra muerte. La victoria la tenemos asegurada.


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