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Amar a Dios y al prójimo, y nada más

13/07/2019 22:03 El Evangelio
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Amar a Dios y al prójimo, y nada más Amar a Dios y al prójimo, y nada más

Camino a Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos acerca del comportamiento que deben tener para ser parte del Reino de Dios.

El relato se divide en dos partes introducidas por un jurista que le pregunta “qué tiene que hacer para heredar la vida eterna”, y luego “quién es mi prójimo”.

Ante la primera pregunta, Jesús responde con otra pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?” . El jurista responde uniendo dos mandamientos tomados de la Ley de Moisés: el primero, tomado de la Shemá (Dt 6, 4-9): donde dice que hay que amar a Dios con todo el ser y el segundo del “Código de Santidad” (Lv 19,18): que afirma que hay que amar al prójimo como uno se ama a sí mismo. Jesús le responde: “haz contestado bien. Haz eso y tendrás vida”.

La doble respuesta del jurista al recibir su confirmación por parte de Jesús transforma el doble mandamiento del amor en norma de conducta para el discípulo de Cristo. No hay un perfecto amor a Dios si falta el amor al prójimo. El cumplimiento de estos mandamientos permite al discípulo heredar la vida eterna.

En el precepto del Levítico, el “prójimo” está en paralelo con los “hijos del pueblo”, es decir, con los conciudadanos israelitas. Más adelante, se incluirá a los emigrantes, pero nunca a los paganos. Por eso, la pregunta del jurista no es caprichosa, pretende saber “hasta dónde” se deben ampliar los límites para amar a los demás. La respuesta de Jesús, mediante el ejemplo del “Samaritano misericordioso” supera ampliamente los límites propuestos por la Ley de Moisés en el Levítico.

Jesús no responde a la pregunta del jurista con una definición teórica de lo que significa ser prójimo. En el ejemplo del samaritano Jesús nos enseña que prójimo es aquel que tiene compasión y se solidariza con el “caído en el camino” víctima de los salteadores. El samaritano se hace prójimo del herido porque es capaz de dejar de lado las “rivalidades y diferencias religiosas” que lo separaban del que había sido víctima de los ladrones, mientras que el sacerdote y levita (representantes calificados del culto judío) no tuvieron compasión del herido y pasaron de largo para no contaminarse.

Que un samaritano sea puesto como ejemplo de amor al prójimo muestra la perspectiva “universalista” de Lucas que lo convierte en paradigma de los seguidores de Jesús.

Conclusión

En estos tiempos de profundas grietas sociales y pobreza extrema en nuestro país, los discípulos de Jesús, no podemos dejarnos arrastrar por odios y divisiones que empañan nuestra tarea misionera de servicio al Reino de Dios. Hacernos prójimo de los caídos en el camino de la vida, de los descartados, de aquellos despreciados por la sociedad será un signo de pertenencia a Jesús; cada vez que los servimos, dignificándoles la vida, vivimos en la presencia de Dios, porque no hay mayor adoración y gloria a Dios que amar y servir a los pobres, haciéndonos prójimo de los descartados, sanando sus heridas, cobijándolos en nuestro amor. l


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