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EL LIBERAL . Santiago

El cerebro alterado por la droga

14/07/2019 00:27 Santiago
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El cerebro alterado por la droga El cerebro alterado por la droga

E n personas no adictas, la señal de la dopamina se utiliza para actualizar el valor asignado a diferentes acciones, lo que provoca una elección y un aprendizaje. Se aprende cuando ocurre algo inesperado. Nada nos enfoca más que la sorpresa. Aprendemos por ensayo y error. Con la adicción, este proceso de aprendizaje se altera. Se sobrevaloran las señales que rodean a la experiencia adictiva, provocando que los sistemas dopaminérgicos les asignen un valor excesivo a los contextos que la rodean. Se continúa liberando dopamina, mediante la señal artificial que, por ejemplo, producen las sustancias psicoactivas. Esto provoca un deseo desproporcionado hacia la droga, unas ansias de consumo que van mucho más allá del placer o alivio del dolor que pueda producir realmente.

En resumen, gracias a la distorsión en el sistema de valoración de las personas adictas, su dependencia parece incrementar el deseo sin aumentar el disfrute del objeto de la adicción. Como individuos y como especie, son estos sistemas cerebrales los que nos señalan lo que nos importa y lo que no, estando asociados a la alimentación, la reproducción y nuestra supervivencia.

La adicción distorsiona estos objetivos vitales, sustituyéndolos por el objeto de la misma, drogas, sexo o, incluso, dinero. Es, en esencia, un comportamiento autodestructivo. Podríamos compararlo con el motor de un coche al que lo vamos degradando, poco a poco, su combustible con, por ejemplo, agua. El automóvil andará cada vez con más dificultad, y nadie entenderá por qué seguimos poniéndole gasolina adulterada.

 

Revirtiendo el proceso de aprendizaje

 

En ningún caso estamos planteándonos que, por ejemplo, un drogodependiente no pueda llegar a convertirse en un enfermo con un trastorno dual. Ocurre, en algunas ocasiones. Digamos que se ha pirateado tanto el cerebro, que ya no es posible reinstalarle el sistema operativo original. Pero hasta llegar aquí, el adicto a drogas, recorre un gran camino donde el aprendizaje y la consolidación de nuevas rutas en su cerebro se pueden modificar.

Por ello, aunque el salto de vicio a enfermedad supuso un importante avance en el abordaje de las adicciones, tratar a todas las personas que consumen drogas o son adictas a determinados comportamientos como pacientes, puede estar consiguiendo el efecto contrario. Para tratar un trastorno de aprendizaje, como por ejemplo una fobia, es esencial la participación activa de la persona.

Además es imprescindible conocer detalladamente cómo se ha producido el trastorno para poder desactivarlo. Lo mismo ocurre con el tratamiento neuropsicológico del trastorno adictivo. Tenemos delante a una persona que debe ir sustituyendo un comportamiento nocivo por otro que no lo es. Y para ello es imprescindible que esté implicado en el mismo desde el principio. El enfoque sanitario clásico, al clasificar a todos los adictos como enfermos, no necesita de la colaboración del mismo, al menos al principio.

En el caso, por ejemplo, de la adicción a drogas, al paciente se le pide que no luche, que se deje hacer, para desintoxicarlo. Luego pasaríamos a la rehabilitación psicosocial que, hasta no hace mucho tiempo, se consideraba una parte accesoria del tratamiento. En cierta forma, al cerebro del drogodependiente, le estamos diciendo que la solución sigue viniendo de fuera y que se la vamos a proporcionar con más psicofármacos. Afortunadamente, hemos ido evolucionando hacia un tratamiento que aborda la adicción como un trastorno de aprendizaje con componentes biopsicosociales que tienen, al menos, la misma importancia. l


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