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EL LIBERAL . Santiago

Sobre la Fundación de Santiago del Estero

24/07/2019 20:52 Santiago
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Sobre la Fundación de Santiago del Estero Sobre la Fundación de Santiago del Estero

POR MARGARITA FANTONI

LIC. EN HISTORIA Y MAGíSTER EN ESTUDIOS SOCIALES PARA AMéRICA LATINA

Se reconoce como una primera entrada al territorio del Tucumán, la corriente del norte, desde el Virreinato del Perú con Diego de Almagro y luego con Diego de Rojas. La primera expedición que fundó un asentamiento fue la de Núñez de Prado (1550) con el Barco I, II y III. Posteriormente Francisco de Aguirre, desde la corriente del oeste, de la Capitanía General de Chile, traslada o refunda la ciudad del Barco con el nombre de Santiago del Estero (1553).

La fundación de la ciudad de Santiago del Estero. Perspectiva historiográfica.

Los primeros investigadores que se dedicaron a la labor historiográfica en nuestra provincia, se encontraron con un fundamental problema: no contaban con un archivo histórico que reforzaran sus investigaciones, y sumado a ello muchos no tenían una formación específica en historia; pero si una profunda vocación de historiadores interesados por conocer y difundir la historia de Santiago del Estero.

El primer libro que hace referencia a la fundación de Santiago del Estero es “Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas” de Antonio Zinny. Postula que la ciudad fue fundada por Francisco de Aguirre el 23 de diciembre de 1553. Asimismo, el santiagueño Andrés Figueroa, en “Santiago del Estero tierra de promisión” se propone reunir información sobre la historia santiagueña y sobre su fundación. Es éste el primer trabajo que emprende el problema heurístico y recurre a las fuentes para resolver el problema metodológico. Figueroa reconoce como fundador a Aguirre. A nuestro entender, éste es un análisis parcializado y sin sustento crítico de la documentación. Otro historiador con idéntica afirmación, Olmos Castro, en su ensayo biográfico denominado “Francisco de Aguirre”, evidencia su admiración por el conquistador. Más aún en “Antecedentes históricos” sostiene que debe fijarse como fecha de fundación el 23 de diciembre de 1553 por acción de Francisco de Aguirre.

En el año 1942 se creó la Junta de Estudios Históricos de Santiago del Estero, presidida por Alfredo Gargaro, miembro de la Academia Nacional de Historia, quien publicó un estudio histórico geográfico denominado “El Barco y Santiago del Estero”. En el realiza un análisis exhaustivo de la documentación señalando a Francisco de Aguirre como fundador de Santiago del Estero. Sus fundamentos contribuyeron a que la Academia Nacional de la Historia dictaminara que el fundador fue Francisco de Aguirre. Dictamen del que se apropió el gobierno de la Provincia de Santiago del Estero.

Con Gargaro, de ideología liberal, y Fray Eudoxio del Jesús Palacio, se inicia el primer debate contrapuesto sobre quién fue el fundador de la ciudad.

Palacio, en sus obras, “Cuarto Centenario de Santiago del Estero. 1550-1950”; “Orígenes de Santiago del Estero” y “A orillas del Río Dulce”, sustenta su tesis central: trasladar una ciudad es distinto a fundar, por ello afirma que el fundador fue Núñez de Prado. Alega, que fundar excluye la existencia anterior de la ciudad, que la traslación la presupone. De ahí que sostiene que la ciudad fue fundada por Núñez de Prado y, desde su fundación en 1550, fue trasladada cuatro veces.

Otros referentes de este debate fueron los historiadores santiagueños Amalia Gramajo de Martínez Moreno, quien afirmaba que el fundador fue Francisco de Aguirre y Néstor Achával, que sostenía como fundador era Juan Núñez de Prado. Este último en su obra “Historia de Santiago del Estero. Siglos XVI-XIX”, con una perspectiva metódico documental, argumenta a favor de esta tesis recuperando los fundamentos de otros estudiosos como Orestes Di Lullo y los de Palacio.

Por su parte Luis Alen Lascano, representante del revisionismo, en su “Historia de Santiago del Estero” toma la documentación encontrada por Gastón Doucet en el Archivo de Sucre (Bolivia) donde se determina que Núñez de Prado erigió la ciudad Barco II en 1552, y afirma, “en consecuencia, la ciudad emplazada por Aguirre al año siguiente no fue sino un traslado de la primera”.

La mayoría de los historiadores ocupados en el abordaje de la temática plantearon la historia desde “arriba”, desde los actores sociales dominante, atendiendo al mandato de los jefes expedicionarios, centrada en la controversia fundación-traslación, sin indagar sobre los de “abajo”, los que acompañaron a los expedicionarios, sin proponerse indagar la vida y los pensamientos de la gente. Sólo rescatan los números de “los de abajo”, a quienes el proyecto español los contempla como mano de obra al servicio de los intereses burgueses de entonces.

Quizás el debate por definir objetivamente quien fue el fundador llevó a este tipo de planteos. Sería interesante repensar la historia de la fundación de Santiago del Estero, recuperando las diferentes “encrucijadas” y caminos que enfrentaron los protagonistas; es decir, repesarla como un proceso de conflictos, contradicciones y relaciones protagonizados por todos los actores sociales.

La fundación de la ciudad de Santiago del Estero. Dimensión geopolítico estratégico.

La Historia Regional reconoce al espacio formado por elementos naturales y humanos, un factor importante para el análisis histórico. El hombre, como agente histórico, es el hacedor de la articulación espacial entre regiones a partir de la construcción de caminos, vías de circulación económica, social y cultural.

Para el caso de análisis, el Tucumán, se constituía como una región con características identitarias propias, es decir, como sistemas económicos y formaciones políticas previos a la llegada de los españoles. Posteriormente, con la conquista, se consolida la Gobernación del Tucumán (denominada siglos después Región del NOA), que incluía las actuales Provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy, La Rioja, Córdoba y parte de Bolivia; al decir de Bernardo Canal Feijoó “...el norte Argentino es la región más histológicamente integrada de la Argentina...”

La unidad regional del NOA reposa en la tradición histórica, el medio geográfico, la semejanza étnica y la evolución socio cultural. Durante más de tres siglos tuvo importancia estratégica en la vida colonial como ruta nodal de comunicación: Potosí-Atlántico y el comercio interregional - Gobernación de Cuyo, Gobernación de Asunción y Buenos Aires; y también con la Capitanía General de Chile; comercio que se verá desarticulado con el surgimiento de los estados nacionales y posteriormente, con la implementación del modelo agro - exportador.

Santiago del Estero fue la primera ciudad estable del Tucumán, desde allí los españoles comenzaron a fundar ciudades con el propósito de comunicar las orillas del Río de la Plata con Lima.

Una vez concluida la etapa fundacional se organizaron extensas haciendas con mano de obra aborigen. Esta tarea de conquista y colonización española con la consecuente apropiación del espacio de los pobladores autóctonos, fue concebida desde un principio. Diego Fernández, en su “Historia del Perú”, al escribir sobre la entrada de Diego de Rojas y al asentamiento en la región mesopotámica santiagueña, sostiene que es una zona muy poblada y que ésta era su única riqueza, sumado a que eran sedentarios, con un desarrollo agrario alto y una marcada organización sociopolítico.

La región del Tucumán no era comparable con la de Potosí en cuanto a la extracción de metales; sin embargo, en las sucesivas fundaciones en la región los conquistadores persistían en su búsqueda. Cuando finalmente debieron aceptar la realidad, las bases del Tucumán ya estaban asentadas y Santiago del Estero era el centro desde donde se irradiaba el proceso de conformación de la Región del Noroeste Argentino.

Corría el Siglo XVI y la conquista española comandada por Juan Núñez de Prado y luego por Francisco de Aguirre, introdujeron restricciones legales que iniciaron la desestructuración de las sociedades aborígenes debido a que se les restringió el derecho a sus tierras, se los encomendó a un conquistador, se los obligó a vivir en reducciones o en las ciudades coloniales para cumplir con servicios. Así los conquistadores imprimieron en la colonia las marcadas diferencias y los patrones culturales que reflejaban el estrato superior al que siempre quisieron pertenecer, pero al que sólo en América, como elite conquistadora pudieron acceder.

Una de las relaciones más complejas que se presentaron en nuestro territorio, sin llegar a un enfrentamiento abierto, fue entre las autoridades políticas y la autoridad eclesiástica, que se percibían en aquellos tiempos fundacionales y en los inmediatamente posteriores en conflictos. Esto se debía a las reiteradas denuncias que hacía el clero por la situación de servidumbre a la que fueron sometidos los aborígenes. Las encomiendas eran uno de los principales motivos de litigio permanente entre los conquistadores. La tierra era un bien indispensable, pero relativizado por la necesidad de mano de obra y mercados próximos.

Difícil sería eludir la enorme importancia de la Iglesia en la progresiva conquista y colonización. La Iglesia posibilitó de alguna manera legalizar la conquista, sin embargo imbuida en dicho proceso contribuyó a leyes proteccionistas; como ser la promulgación de la ordenanza de protección al aborigen redactadas por Abreu y las de Alfaro, y la prohibición de la esclavitud. A pesar de estas ordenanzas, los indígenas continuaron siendo explotados. En cierta manera, la Iglesia se vio involucrada en la problemática ya que muchos historiadores sostenían que Aguirre era un hereje, que había dejado sin sacerdotes a la ciudad y fomentaban la reivindicación de Núñez de Prado.

En las primeras décadas del siglo XVII se observa una firme consolidación de la estructura poblacional hispana en el Tucumán fruto del esfuerzo de la que denominamos “Madre de Ciudades”. Poco a poco, las ciudades ven su tejido urbano más completo. En cada una de ellas hay un grupo de vecinos orgullosos de la participación de sus antepasados en las fundaciones; ellos manejaban los cabildos y elaboran redes económicas. Por debajo de este estrato se encuentran los blancos o mestizos propietarios de estancias más modestas y artesanos. Finalmente, los indios, los esclavos negros y las castas resultantes de las uniones interétnicas; todos ellos van configurando el universo de la sociedad colonial regional y por ende la santiagueña.

Toda referencia a los fundadores de Santiago del Estero implica evocar la titánica tarea que significó para los españoles “sentar sus reales” en este territorio sobre la base de una población aborigen sometida y transculturada. Hay por ende que remarcar que también los aborígenes forman parte de esta historia; integrados a la sociedad blanca, desestructuradas sus comunidades y su economía, conservaron costumbres y tradiciones que se fueron transmitiendo a los conquistadores o más bien, a sus descendientes.

Los conquistadores que llegaron a esta tierra, buscaron el poder, las riquezas, la conversión de los aborígenes y su propio ascenso social. Cada uno de estos móviles se fueron desvaneciendo, pero la ciudad de Santiago del Estero quedó arraigada para siempre.

En el prólogo del libro de Baltazar Olaechea y Alcorta, “Crónica y geografía de Santiago del Estero”, se puede leer que el propósito de escribir el mismo es “...no con la pretensión exagerada de querer poner a Santiago en la primera línea, pero sí con la de reclamar en equidad un concepto más elevado y justiciero para su nombre”. Incluso Orestes Di Lullo manifiesta que “…Santiago todo lo tuvo y todo lo perdió…”; fueron estos escritores los que rescataron la centralidad de Santiago del Estero en el proceso fundacional del norte argentino.

Nuevas miradas sobre la fundación de la Ciudad de Santiago del Estero

Actualmente hay un fuerte cuestionamiento a la búsqueda de la verdad en las investigaciones historiográficas. Son numerosas las recomendaciones epistemológicas y metodológicas que proponen eliminar los sesgos subjetivos y defender la posibilidad de una historiografía lo más objetiva posible. En el análisis de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, los primeros historiadores que escribieron sobre ella, consideraron que su objetivo era narrar las cosas como efectivamente sucedieron, tal como lo dicen las fuentes. Es decir, desde una perspectiva positivista. Sin embargo, no contamos con el acta fundacional de la ciudad, lo que sería un “dato objetivo”; sobre esto sostienen que Aguirre, por su temperamento, no aceptaba que la ciudad tuviese otro fundador que no fuera él. Quiso convertirla como obra propia, la trasladó y borró a la ciudad de Núñez de Prado de todo vestigio y de restos materiales, inclusive el nombre para que no se la recordara. Por esa razón nunca se encontraron vestigios de El Barco III, lugar que pasó a ser conocido como pueblo viejo.

Asimismo, el tema de la fundación de Santiago del Estero, es considerado como un mito, a través del cual se buscó legitimar a distintos actores sociales -Núñez de Prado, Aguirre - y sobre todo al sistema vigente en el proceso de conquista y colonización. Ahora bien, la interpretación de ese mito: traslación / fundación, responde a los intereses de los sectores en pugna en esas disputas de poder.

¿Cuál de las dos teorías acerca de la fundación de Santiago del Estero es factible de ser refutada?

Los documentos que se utilizaron para sostener a uno u otro fundador, fueron las probanzas de méritos, la cartografía. Así por ejemplo, los que postulan a Nuñez del Prado se basan en las siguientes probanzas: los conquistadores se referían a que “Núñez de Prado fundó El Barco, que después se llamó Santiago del Estero”. Así en el año 1589 Hernán Mejía de Mirabal se dirige a la Audiencia de Charcas y manifiesta: “Ayudé a poblar la ciudad de Santiago del Estero en Tucumán (Barco I) y en el valle del Calchaquí (Barco II) y donde al presente está Santiago del Estero”. Incluso cuando relataban los sucesos que ellos habían presenciado en la ciudad, contaban como fecha de origen de la ciudad de Santiago del Estero desde 1550. De igual manera, en la carta de Alonso Díaz Caballero al Rey desde Potosí, en enero de 1567 sostiene “… (Juan Núñez del Prado) pobló en la provincia de Tucumán a ciento cincuenta leguas de la ciudad de La Plata del Perú, una ciudad, y púsole de nombre la ciudad del Barco y estuvo poblada de cuatro a cinco meses. Y después (…) el capitán Juan Núñez del Prado mudo la ciudad de donde estaba al valle de Quiri veinticinco leguas más hacia la parte del Perú, y allí estuvo poblado ocho meses, y después de este tiempo se levantó de allí y se volvió a Tucumán, y puso la ciudad a cincuenta leguas del valle de Quiri, en los llanos de Tucumán donde dicen los juríes, y estando poblada la ciudad del Barco pasados seis meses llegó Francisco de Aguirre que vino por orden del teniente de gobernador Pedro de Valdivia a Juan Núñez del Prado lo envió a Chile y mudó la ciudad y púsole por nombre la ciudad de Santiago del Estero, donde yo soy vecino y sirvo a Vuestra Majestad catorce años ha”

Sin duda son diversos los factores que influyen sobre las interpretaciones y reconstrucciones de los historiadores. A ellos les debemos sumar que en muchos casos en lugar de contrastar sus hipótesis, buscaban las fuentes que las confirmen, dejando de lado las que no coinciden con su tendencia; sin refutarla.

Algunos sostienen que Francisco de Aguirre resolvió trasladar la ciudad un cuarto de legua hacia el noroeste, siempre al lado del río Dulce, lo que le solucionaba varios problemas (mano de obra- agua- alimentos-orientación). Hay dos postulados con respecto a este traslado: el primero referido al conflicto de Jurisdicción entre el Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile, es decir, el traslado de la ciudad a “dos tiros de arcabuz”, para algunos es para que entrara dentro de la Jurisdicción de Chile; y mientras que por otro, el traslado fue por cuestiones del suelo, que era arenoso y salitroso.

Oficialmente se reconoce el dictamen de la Academia Nacional de la Historia del 12 de agosto de 1952, elaborado por los historiadores Raúl Molina, Enrique Udaondo y el Padre Guillermo Furlong. Es, a partir de este dictamen que el gobierno de la provincia de Santiago del Estero, a cargo de Francisco González, decretó el 10 de noviembre de 1952 que el fundador de la ciudad de Santiago del Estero fue Francisco de Aguirre. Hombres destacados de la época como Bernardo Canal Feijóo, Amalio Olmos Castro y Luis Ledesma Medina apoyan esta decisión.

A lo largo de los años, y a pesar de existir un dictamen de la Academia de la Historia sobre quien fue el fundador de la ciudad de Santiago del Estero, los historiadores siguieron elaborando diferentes interpretaciones y explicaciones sobre el tema en base a los mismos documentos. Así, la teoría aceptada por la Academia de la Historia y el Gobierno de Santiago del Estero de que el fundador fue Francisco de Aguirre debería ser considerada tentativa, es más, se puede rechazar sobre la base de nuevos datos.

En este sentido, los nuevos datos, para la misma pregunta, son las actas capitulares de la ciudad de El Barco, encontradas por el Licenciado Gastón Doucet en los archivos de la Audiencia de Charcas. Estas actas de la ciudad de El Barco, expresan, “No hay más que una ciudad, la de El Barco-Santiago del Estero, fundada con el primer nombre por Núñez del Prado en el año 1550, mudada varias veces (en los años 1551,1552 y 1553), y en una de estas mudanzas rebautizada por Francisco de Aguirre con la denominación que hasta hoy conserva”

Estas investigaciones, fueron recuperadas por Alén Lascano quien sostiene que si bien existe una confirmación oficial de fundación el 25 de julio de 1553, también quedó “confirmada en su verdad histórica a partir del descubrimiento de Doucet, de documentos del Cabildo santiagueño de 1590, que detallan que el 25 de julio de 1553, Francisco de Aguirre mudó esta ciudad y le puso el nombre de Santiago del Estero”.

Hoy…

Recuperar la pregunta respecto a quién fundó la ciudad de Santiago del Estero y, más allá de la tradición historiográfica, consideramos que lo que se buscaba al fundar esta ciudad era dar respuesta a los requerimientos de la burguesía.

La burguesía europea contribuyó a la conquista y colonización de la región, tal como lo podemos inferir del planteo del Licenciado Pedro de la Gasca con su proyecto de “abrir puertas a la tierra”, de ahí que, consolidar la gobernación del Tucumán era fundamental para concretar el proyecto de conexión con España.

Santiago del Estero, como proyecto geopolítico y económico, se constituyó como espacio desde donde se continúa la conquista, desde donde se provee de mano de obra al circuito de la plata de Potosí (Bolivia) o el mercurio de la Cordillera (Chile) Esto puede dar cuenta de porque se disputan los intereses de Chile (Aguirre) y Perú (Núñez de Prado).

Nos encontramos hoy, en otra perspectiva histórica, la de “consensos científicos”, la búsqueda de acuerdos, la construcción de conocimientos sobre el objeto de investigación. Hoy, los noveles historiadores sin eludir el tema sobre quién es el fundador de Santiago del Estero y sin abandonar los debates sobre los enunciados de observación de los documentos específicos, que nos ubicarían aceptando una u otra teoría, valoramos los estudios, las visiones históricas elaboradas y avanzamos incorporando conceptos como continuidad y proceso histórico, que resultan más abarcativos, más sistémico. La historia no responde a una única y lineal mirada. Necesitamos incorporar a todos los actores –pasados, actuales y futuros- en el “proceso fundacional” de la ciudad de Santiago del Estero.

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Quizás el debate por definir objetivamente quién fue el fundador llevó a este tipo de planteos. Sería interesante repensar la historia de la fundación de Santiago del Estero, recuperando las diferentes “encrucijadas” y caminos que enfrentaron los protagonistas; es decir, repesarla como un proceso de conflictos, contradicciones y relaciones protagonizados por todos los actores sociales.

La fundación de la ciudad de Santiago del Estero. Dimensión geopolítico estratégico.

La Historia Regional reconoce al espacio formado por elementos naturales y humanos, un factor importante para el análisis histórico. El hombre, como agente histórico, es el hacedor de la articulación espacial entre regiones a partir de la construcción de caminos, vías de circulación económica, social y cultural.

Para el caso de análisis, el Tucumán, se constituía como una región con características identitarias propias, es decir, como sistemas económicos y formaciones políticas previos a la llegada de los españoles. Posteriormente, con la conquista, se consolida la Gobernación del Tucumán (denominada siglos después Región del NOA), que incluía las actuales Provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy, La Rioja, Córdoba y parte de Bolivia; al decir de Bernardo Canal Feijoó “...el norte Argentino es la región más histológicamente integrada de la Argentina...”

La unidad regional del NOA reposa en la tradición histórica, el medio geográfico, la semejanza étnica y la evolución socio cultural. Durante más de tres siglos tuvo importancia estratégica en la vida colonial como ruta nodal de comunicación: Potosí-Atlántico y el comercio interregional - Gobernación de Cuyo, Gobernación de Asunción y Buenos Aires; y también con la Capitanía General de Chile; comercio que se verá desarticulado con el surgimiento de los estados nacionales y posteriormente, con la implementación del modelo agro - exportador.

Santiago del Estero fue la primera ciudad estable del Tucumán, desde allí los españoles comenzaron a fundar ciudades con el propósito de comunicar las orillas del Río de la Plata con Lima.

Una vez concluida la etapa fundacional se organizaron extensas haciendas con mano de obra aborigen. Esta tarea de conquista y colonización española con la consecuente apropiación del espacio de los pobladores autóctonos, fue concebida desde un principio. Diego Fernández, en su “Historia del Perú”, al escribir sobre la entrada de Diego de Rojas y al asentamiento en la región mesopotámica santiagueña, sostiene que es una zona muy poblada y que ésta era su única riqueza, sumado a que eran sedentarios, con un desarrollo agrario alto y una marcada organización sociopolítico.

La región del Tucumán no era comparable con la de Potosí en cuanto a la extracción de metales; sin embargo, en las sucesivas fundaciones en la región los conquistadores persistían en su búsqueda. Cuando finalmente debieron aceptar la realidad, las bases del Tucumán ya estaban asentadas y Santiago del Estero era el centro desde donde se irradiaba el proceso de conformación de la Región del Noroeste Argentino.

Corría el Siglo XVI y la conquista española comandada por Juan Núñez de Prado y luego por Francisco de Aguirre, introdujeron restricciones legales que iniciaron la desestructuración de las sociedades aborígenes debido a que se les restringió el derecho a sus tierras, se los encomendó a un conquistador, se los obligó a vivir en reducciones o en las ciudades coloniales para cumplir con servicios. Así los conquistadores imprimieron en la colonia las marcadas diferencias y los patrones culturales que reflejaban el estrato superior al que siempre quisieron pertenecer, pero al que sólo en América, como elite conquistadora pudieron acceder.

Una de las relaciones más complejas que se presentaron en nuestro territorio, sin llegar a un enfrentamiento abierto, fue entre las autoridades políticas y la autoridad eclesiástica, que se percibían en aquellos tiempos fundacionales y en los inmediatamente posteriores en conflictos. Esto se debía a las reiteradas denuncias que hacía el clero por la situación de servidumbre a la que fueron sometidos los aborígenes. Las encomiendas eran uno de los principales motivos de litigio permanente entre los conquistadores. La tierra era un bien indispensable, pero relativizado por la necesidad de mano de obra y mercados próximos.

Difícil sería eludir la enorme importancia de la Iglesia en la progresiva conquista y colonización. La Iglesia posibilitó de alguna manera legalizar la conquista, sin embargo imbuida en dicho proceso contribuyó a leyes proteccionistas; como ser la promulgación de la ordenanza de protección al aborigen redactadas por Abreu y las de Alfaro, y la prohibición de la esclavitud. A pesar de estas ordenanzas, los indígenas continuaron siendo explotados. En cierta manera, la Iglesia se vio involucrada en la problemática ya que muchos historiadores sostenían que Aguirre era un hereje, que había dejado sin sacerdotes a la ciudad y fomentaban la reivindicación de Núñez de Prado.

En las primeras décadas del siglo XVII se observa una firme consolidación de la estructura poblacional hispana en el Tucumán fruto del esfuerzo de la que denominamos “Madre de Ciudades”. Poco a poco, las ciudades ven su tejido urbano más completo. En cada una de ellas hay un grupo de vecinos orgullosos de la participación de sus antepasados en las fundaciones; ellos manejaban los cabildos y elaboran redes económicas. Por debajo de este estrato se encuentran los blancos o mestizos propietarios de estancias más modestas y artesanos. Finalmente, los indios, los esclavos negros y las castas resultantes de las uniones interétnicas; todos ellos van configurando el universo de la sociedad colonial regional y por ende la santiagueña.

Toda referencia a los fundadores de Santiago del Estero implica evocar la titánica tarea que significó para los españoles “sentar sus reales” en este territorio sobre la base de una población aborigen sometida y transculturada. Hay, por ende, que remarcar que también los aborígenes forman parte de esta historia; integrados a la sociedad blanca, desestructuradas sus comunidades y su economía, conservaron costumbres y tradiciones que se fueron transmitiendo a los conquistadores o más bien, a sus descendientes.

Los conquistadores que llegaron a esta tierra, buscaron el poder, las riquezas, la conversión de los aborígenes y su propio ascenso social. Cada uno de estos móviles se fueron desvaneciendo, pero la ciudad de Santiago del Estero quedó arraigada para siempre.

En el prólogo del libro de Baltazar Olaechea y Alcorta, “Crónica y geografía de Santiago del Estero”, se puede leer que el propósito de escribir el mismo es “...no con la pretensión exagerada de querer poner a Santiago en la primera línea, pero sí con la de reclamar en equidad un concepto más elevado y justiciero para su nombre”. Incluso Orestes Di Lullo manifiesta que “…Santiago todo lo tuvo y todo lo perdió…”; fueron estos escritores los que rescataron la centralidad de Santiago del Estero en el proceso fundacional del norte argentino.

Nuevas miradas

sobre la fundación

de la Ciudad de Santiago del Estero

Actualmente hay un fuerte cuestionamiento a la búsqueda de la verdad en las investigaciones historiográficas. Son numerosas las recomendaciones epistemológicas y metodológicas que proponen eliminar los sesgos subjetivos y defender la posibilidad de una historiografía lo más objetiva posible. En el análisis de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, los primeros historiadores que escribieron sobre ella, consideraron que su objetivo era narrar las cosas como efectivamente sucedieron, tal como lo dicen las fuentes. Es decir, desde una perspectiva positivista. Sin embargo, no contamos con el acta fundacional de la ciudad, lo que sería un “dato objetivo”; sobre esto sostienen que Aguirre, por su temperamento, no aceptaba que la ciudad tuviese otro fundador que no fuera él. Quiso convertirla como obra propia, la trasladó y borró a la ciudad de Núñez de Prado de todo vestigio y de restos materiales, inclusive el nombre para que no se la recordara. Por esa razón nunca se encontraron vestigios de El Barco III, lugar que pasó a ser conocido como pueblo viejo.

Asimismo, el tema de la fundación de Santiago del Estero, es considerado como un mito, a través del cual se buscó legitimar a distintos actores sociales -Núñez de Prado, Aguirre - y sobre todo al sistema vigente en el proceso de conquista y colonización. Ahora bien, la interpretación de ese mito: traslación / fundación, responde a los intereses de los sectores en pugna en esas disputas de poder.

¿Cuál de las dos teorías acerca de la fundación de Santiago del Estero es factible de ser refutada?

Los documentos que se utilizaron para sostener a uno u otro fundador, fueron las probanzas de méritos, la cartografía. Así por ejemplo, los que postulan a Nuñez del Prado se basan en las siguientes probanzas: los conquistadores se referían a que “Núñez de Prado fundó El Barco, que después se llamó Santiago del Estero”. Así en el año 1589 Hernán Mejía de Mirabal se dirige a la Audiencia de Charcas y manifiesta: “Ayudé a poblar la ciudad de Santiago del Estero en Tucumán (Barco I) y en el valle del Calchaquí (Barco II) y donde al presente está Santiago del Estero”. Incluso cuando relataban los sucesos que ellos habían presenciado en la ciudad, contaban como fecha de origen de la ciudad de Santiago del Estero desde 1550. De igual manera, en la carta de Alonso Díaz Caballero al Rey desde Potosí, en enero de 1567 sostiene “… (Juan Núñez del Prado) pobló en la provincia de Tucumán a ciento cincuenta leguas de la ciudad de La Plata del Perú, una ciudad, y púsole de nombre la ciudad del Barco y estuvo poblada de cuatro a cinco meses. Y después (…) el capitán Juan Núñez del Prado mudo la ciudad de donde estaba al valle de Quiri veinticinco leguas más hacia la parte del Perú, y allí estuvo poblado ocho meses, y después de este tiempo se levantó de allí y se volvió a Tucumán, y puso la ciudad a cincuenta leguas del valle de Quiri, en los llanos de Tucumán donde dicen los juríes, y estando poblada la ciudad del Barco pasados seis meses llegó Francisco de Aguirre que vino por orden del teniente de gobernador Pedro de Valdivia a Juan Núñez del Prado lo envió a Chile y mudó la ciudad y púsole por nombre la ciudad de Santiago del Estero, donde yo soy vecino y sirvo a Vuestra Majestad catorce años ha”

Sin duda son diversos los factores que influyen sobre las interpretaciones y reconstrucciones de los historiadores. A ellos les debemos sumar que en muchos casos en lugar de contrastar sus hipótesis, buscaban las fuentes que las confirmen, dejando de lado las que no coinciden con su tendencia; sin refutarla.

Oficialmente se reconoce el dictamen de la Academia Nacional de la Historia del 12 de agosto de 1952, elaborado por los historiadores Raúl Molina, Enrique Udaondo y el Padre Guillermo Furlong. Es, a partir de este dictamen que el gobierno de la provincia de Santiago del Estero, a cargo de Francisco González, decretó el 10 de noviembre de 1952 que el fundador de la ciudad de Santiago del Estero fue Francisco de Aguirre. Hombres destacados de la época como Bernardo Canal Feijóo, Amalio Olmos Castro y Luis Ledesma Medina apoyan esta decisión.

A lo largo de los años, y a pesar de existir un dictamen de la Academia de la Historia sobre quien fue el fundador de la ciudad de Santiago del Estero, los historiadores siguieron elaborando diferentes interpretaciones y explicaciones sobre el tema en base a los mismos documentos. Así, la teoría aceptada por la Academia de la Historia y el Gobierno de Santiago del Estero de que el fundador fue Francisco de Aguirre debería ser considerada tentativa, es más, se puede rechazar sobre la base de nuevos datos.

En este sentido, los nuevos datos, para la misma pregunta, son las actas capitulares de la ciudad de El Barco, encontradas por el Licenciado Gastón Doucet en los archivos de la Audiencia de Charcas. Estas actas de la ciudad de El Barco, expresan, “No hay más que una ciudad, la de El Barco-Santiago del Estero, fundada con el primer nombre por Núñez del Prado en el año 1550, mudada varias veces (en los años 1551,1552 y 1553), y en una de estas mudanzas rebautizada por Francisco de Aguirre con la denominación que hasta hoy conserva”

Estas investigaciones fueron recuperadas por Alén Lascano quien sostiene que si bien existe una confirmación oficial de fundación el 25 de julio de 1553, también quedó “confirmada en su verdad histórica a partir del descubrimiento de Doucet, de documentos del Cabildo santiagueño de 1590, que detallan que el 25 de julio de 1553, Francisco de Aguirre mudó esta ciudad y le puso el nombre de Santiago del Estero”.

Hoy…

Recuperar la pregunta respecto a quién fundó la ciudad de Santiago del Estero y, más allá de la tradición historiográfica, consideramos que lo que se buscaba al fundar esta ciudad era dar respuesta a los requerimientos de la burguesía.

La burguesía europea contribuyó a la conquista y colonización de la región, tal como lo podemos inferir del planteo del Licenciado Pedro de la Gasca con su proyecto de “abrir puertas a la tierra”, de ahí que, consolidar la gobernación del Tucumán era fundamental para concretar el proyecto de conexión con España.

Santiago del Estero, como proyecto geopolítico y económico, se constituyó como espacio desde donde se continúa la conquista, desde donde se provee de mano de obra al circuito de la plata de Potosí (Bolivia) o el mercurio de la Cordillera (Chile) Esto puede dar cuenta de porque se disputan los intereses de Chile (Aguirre) y Perú (Núñez de Prado).

Nos encontramos hoy, en otra perspectiva histórica, la de “consensos científicos”, la búsqueda de acuerdos, la construcción de conocimientos sobre el objeto de investigación. Hoy, los noveles historiadores sin eludir el tema sobre quién es el fundador de Santiago del Estero y sin abandonar los debates sobre los enunciados de observación de los documentos específicos, que nos ubicarían aceptando una u otra teoría, valoramos los estudios, las visiones históricas elaboradas y avanzamos incorporando conceptos como continuidad y proceso histórico, que resultan más abarcativos, más sistémico. La historia no responde a una única y lineal mirada. Necesitamos incorporar a todos los actores –pasados, actuales y futuros- en el “proceso fundacional” de la ciudad de Santiago del Estero.

Hoy…

Recuperar la pregunta respecto de quién fundó la ciudad de Santiago del Estero y, más allá de la tradición historiográfica, consideramos que lo que se buscaba al fundar esta ciudad era dar respuesta a los requerimientos de la burguesía.

La burguesía europea contribuyó a la conquista y colonización de la región, tal como lo podemos inferir del planteo del licenciado Pedro de la Gasca con su proyecto de “abrir puertas a la tierra”, de ahí que, consolidar la gobernación del Tucumán era fundamental para concretar el proyecto de conexión con España.

Santiago del Estero, como proyecto geopolítico y económico, se constituyó como espacio desde donde se continúa la conquista, desde donde se provee de mano de obra al circuito de la plata de Potosí (Bolivia) o el mercurio de la Cordillera (Chile). Esto puede dar cuenta de por qué se disputan los intereses de Chile (Aguirre) y Perú (Núñez de Prado).

Nos encontramos hoy, en otra perspectiva histórica, la de “consensos científicos”, la búsqueda de acuerdos, la construcción de conocimientos sobre el objeto de investigación. Hoy, los noveles historiadores sin eludir el tema sobre quién es el fundador de Santiago del Estero y sin abandonar los debates sobre los enunciados de observación de los documentos específicos, que nos ubicarían aceptando una u otra teoría, valoramos los estudios, las visiones históricas elaboradas y avanzamos incorporando conceptos como continuidad y proceso histórico, que resultan más abarcativos, más sistémico. La historia no responde a una única y lineal mirada. Necesitamos incorporar a todos los actores –pasados, actuales y futuros- en el “proceso fundacional” de la ciudad de Santiago del Estero.

Bibliografía

Achával, Nestor, (1988) Historia de Santiago Del Estero: Siglos XVI-XIX. Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero.

Alén Lascano, Luis C. (1992): “Historia de Santiago del Estero”, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires.

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