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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21

03/08/2019 23:42 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21

En ese largo camino a Jerusalén, donde Jesús será entregado a la muerte, una persona se acerca a él para pedirle que intervenga en una disputa familiar sobre cuestiones de herencia. La negativa de intervenir en estos litigios provoca una llamada a ponerse en guardia contra toda forma de avaricia frente a los bienes materiales.

Jesús no quiere intervenir en cuestiones legales propias de los rabinos, más aún, se molesta porque dos hermanos litigan por bienes materiales. Para el maestro, el conflicto nace de la ambición de cada individuo, allí se encuentra la verdadera raíz del problema. El auténtico discípulo no debe sustentar su vida en los bienes materiales, lo importante es ser, no tener. Su vida debe nutrirse de la escucha de la palabra y de su puesta en práctica.

Después de la advertencia de Jesús sobre la avaricia, Lucas añade esta “parábola” del rico insensato. La narración es una especie de comentario a la máxima precedente: “guárdense de toda codicia…”. Aquí, la avaricia, se manifiesta en la desmedida ambición por procurarse mucho más de lo necesario para vivir. Acumular riquezas por el sólo hecho de vivir en la abundancia: “comer, beber, darse una buena vida” es una insensatez, si se tiene en cuenta la responsabilidad que exige la vida misma y, sobre todo, su valoración a la luz de la muerte. Este hombre no previó la posibilidad de la muerte, es decir, de su propio destino. Su avaricia, no lo dejó ver la verdadera razón de su vida y de sus bienes. La acumulación de bienes materiales como única y exclusiva motivación de su existencia no le permitió descubrir el sentido solidario de sus riquezas ni de procurar ser “rico para Dios”, es decir, compartirlas con los demás y así agradarle.

Conclusión

El seguimiento de Jesús exige al discípulo centrar la vida en la escucha de la palabra y en el solidario compartir de los bienes materiales. La avaricia y la acumulación de bienes innecesarios para la vida son causas de litigio que nos enfrentan con los demás y nos impide descubrir la voluntad de Dios para nosotros mismos y para la sociedad. Sobre los bienes materiales, aún aquellos conseguidos con el esfuerzo legítimo de nuestro trabajo, gravan una “hipoteca social”, es decir, son bienes al servicio de la vida y de la dignidad de todas las personas, a quiénes desde la fe descubrimos como “hermanos”. La liberalidad y el desprendimiento generoso de los bienes materiales es un signo creíble de nuestro seguimiento de Jesús, y funda un nuevo modo de vivir en Iglesia y en sociedad.

Sólo los necios se preocupan por acumular riquezas en una sociedad donde muchos hermanos sufren hambre y pobreza. Para el discípulo la mayor alegría esta en compartir, porque es más feliz quién da que quién recibe.


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