Cuando los relatos abren puertas Cuando los relatos abren puertas
Añatuya es la ciudad
cabecera del departamento
General Taboada, Santiago
del Estero. ésta fue
fundada el 5 de julio de
1912 por Manuel Taboada.
Su nombre viene del
quichua, y significa “zorrino”,
de ahí que éste sea
el símbolo de la ciudad.
Existen otras versiones
que explican el nombre de
la ciudad, una de las cuales
asegura que viene del
guaraní, “aña” = diablo
y “tuya” = viejo = “diablo
viejo”
El libro de Gómez se
inicia con el relato verídico
de un aparente avistamiento
en el año 1972. El
autor intenta dar con la
verdad del asunto y para
ello transcribe testimonios
y explicaciones recibidas,
no faltan aquí-igual
que entonces-los silencios
y los miedos generadores
de mecanismos colectivos
de defensa.
Casi al final
de este primer relato: “en
Añatuya, en noviembre de
1972, mucha gente fue testigo
de un espectáculo extraordinario,
que no tuvo
la relevancia que merecía”
Nicolás Gómez trata
sus relatos míticos como
si fueran crónicas, es decir,
los aborda desde la ficción
básica de cada uno y
va desplazándose hacia lo
que podría ser cierto, tal
es el caso de Etelvinita, un
personaje misterioso, cuya
sepultura es aún muy
visitada.
Gómez, después
de una breve investigación
llega a algunas conclusiones,
que lo hacen
suponer veracidad en parte
de la historia.
Un texto muy bien expuesto
y que llama a la curiosidad,
sobre todo de los
más jóvenes, es el que se
refiere al famoso bandolero
Mate Cocido; Gómez
narra la historia de Peralta,
explica sus asaltos,
transcribe la argumentación
del propio pistolero
y admite que Mate Cocido
no solo pasó por Añatuya,
sino que se abasteció
en la zona, que se ocultó y,
además, que allí descansa:
“Muchos afirman que el
famoso forajido murió en
tierras añatuyenses, y que
sus restos descansan bajo
este suelo, luego de ser sepultado
a la sombra de un
árbol que solía erguirse a
la vera de una ruta”
La leyenda del perro
negro motiva a Gómez a
indagar algunos elementos:
significancia, imagen,
origen, objetivo del relato.
Es muy interesante ver como
el autor, mediante un
lenguaje muy simple y correcto,
avanza abarcando
aspectos de la cultura particular
de su ciudad natal:
“Tampoco debe confundirse
al perro negro con el
lobizón, otro ser mitológico
muy mencionado en
nuestras tierras, pues éste
está vinculado a la licantropía”
Otro de los llamativos
relatos hace alusión
a: “Un carruaje victoriano
hace su aparición, salido
de entre la bruma”; a
lo que sigue similar proceso
de búsqueda de la verdad
que con las narraciones
anteriores y posteriores:
lectura, investigación
mediante testigos vecinos
o entrevistas con historiadores,
compulsa de datos
e información; no faltan
referencias de otros países,
de letras de canciones,
etc.
Por otro lado, Gómez
llama “habladurías”
a todo relato oral que es
imposible comprobar, como
la aparición de duendes
o de la mujer vestida
de blanco o cuando se escucha
la melodía de un
piano que nadie toca, por
ejemplo.
Un libro soberbio que
aporta muy buenos ingredientes
a nuestra mochila
cultural. Muy recomendable
para trabajar la
comprensión de textos –y
otras temáticas-en las escuelas;
un libro querible,
entrañable.