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EL LIBERAL . El Evangelio

He venido a arrojar un fuego sobre la tierra. Lucas 12, 49-53

17/08/2019 23:48 El Evangelio
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He venido a arrojar un fuego sobre la tierra. Lucas 12, 49-53 He venido a arrojar un fuego sobre la tierra. Lucas 12, 49-53

El juicio definitivo de Dios sobre el mundo es el don de su Espíritu. Marca el comienzo de los últimos tiempos, en el cual los hombres están llamados a la conversión, a la vida nueva en el Bautismo. Este fuego que Jesús envía sobre la tierra es el fruto final de su misión, realización de todo el designio de Dios. Pedro en Pentecostés dice que estamos en los últimos días. Este fuego es el amor de Dios hacia la humanidad que brota de la misma muerte de su Hijo. Por eso, su deseo es grande, porque anhela donarnos su amor que da la vida en abundancia. Su angustia por el bautismo, es decir, por su muerte, no puede apagar su deseo de darnos su amor. Más aún, a través de su muerte, nos comunica su amor.

El juicio amoroso de Dios que se derrama al mundo a través de la muerte de Jesús provoca en los hombres la necesidad de tener que decidirse. O nos dejamos transformar por el amor de Dios o elegimos el camino del pecado que conduce a la muerte.

El ministerio de Jesús es de paz, él es el Mesías que trae la paz al mundo; pero esta paz, no excluye la división, el conflicto que genera al interior de la historia, expresada en este pasaje en la división en el seno de la familia. A partir de la Pascua de Jesús, su muerte y resurrección, todos los hombres están llamados a decidirse si seguir a Jesús o rechazarlo. No hay opciones intermedias. El llamado es para todos, el amor de Dios es universal, la conversión será el signo de nuestra decisión de seguirlo y servirlo en los hermanos.

Conclusión

El fuego que Jesús trae al mundo es su amor que purifica y salva. El Padre lo ha enviado a buscar a los que están perdidos, a los que necesitan encontrar el camino de la salvación que conduce a la felicidad.

Ninguna persona, sea cual fuere su situación de vida, debe temerle a Dios. Dios es amor y de esa manera se ha comunicado al mundo en la vida y el ministerio de su Hijo Jesús.

¿Será este el tiempo oportuno para acercarnos a él y dejarnos abrazar por su amor? No hay nada ni nadie que nos impida disfrutar del amor de Jesús. Se trata de una decisión: seguirlo y hacerse su discípulo.

¡El fuego ya está ardiendo! El Espíritu de Jesús nos transforma y nos introduce a la comunión con Dios y establece el tiempo de la fraternidad entre los hombres. l


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