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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30

19/08/2019 21:51 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”.

Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: “Entonces, ¿quién puede salvarse?”

Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo”.

Entonces le dijo Pedro: “Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?”

Jesús les dijo: “Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”.

Reflexión

“El Señor está contigo, valiente guerrero”

La lectura de este día nos presenta el relato de la vocación de Gedeón, uno de los jueces más sobresalientes del pueblo de Israel. Su historia vocacional tiene muchas similitudes con las de otros personajes de la Biblia: todos han recibido una gracia especial, un carisma y han sido especialmente elegidos para una misión de salvación. Porque toda vocación es un ponerse al servicio de los demás.

Gedeón es elegido por Dios para librar a su pueblo de la opresión de los madianitas; él se siente incapaz, con toda naturalidad se lo manifiesta a Dios y Dios le promete que estará siempre a su lado y que le ayudará en todo. Una vez más Dios se fija en un hombre débil para realizar su obra.

Por un lado, llama la atención el modo en que Gedeón le reclama a Dios su aparente ausencia ante las desgracias que le suceden al pueblo de Israel y cómo lo pone a prueba para ver si es verdad que es Dios quien lo está llamando. Y por otro, la condescendencia de Dios al dar las señales que Gedeón le pide.

Dios, que siempre mira nuestro interior y que no se queda en la apariencia de nuestros actos, se da cuenta de que Gedeón no desprecia sus mandatos, sino que por su fe en Dios quiere asegurarse que es él quién lo elige y lo envía a la misión, porque sabe que si Dios está con él todo va a ir bien. Por eso Dios le dice: “con esa fuerza que tienes, ve a salvar a Israel del poder de Madián”. Esa fuerza hace referencia a la fuerza de su fe, de su confianza en el Señor.

Hoy el Señor sigue llamando a hombres y mujeres, porque necesita colaboradores de su obra de salvación. No todos responden y muchas veces lo que paraliza es el miedo por creerse incapaces y el confiar más en la propias fuerzas que en el poder de Dios. Recemos por la vocaciones y animemos a los que son llamados por Dios para que respondan con generosidad y prontitud.

Ayer leíamos el pasaje evangélico que conocemos como del joven rico que no pudo seguir a Jesús porque tenía muchos bienes; hoy Jesús nos advierte del peligro que suponen las riquezas para entrar en el Reino de los Cielos.

Cuando Jesús habla de riquezas no sólo se refiere al dinero, alude a todo tipo de “posesiones”, y nos hace esta dura advertencia no porque sean malas en sí, sino por el daño que nos hacemos a nosotros mismos cuando no nos relacionamos bien con estas realidades, poniendo nuestra confianza en el tener, en el prestigio, en nuestras capacidades intelectuales... y dejando a Dios a un lado. Esto es un peligro grande y real. Es una tentación que todos los días y de muchas maneras llama a nuestra vida y de la que hemos de aprender a defendernos. Teniendo siempre presente que nosotros no podemos, que es Dios quien nos salva.

Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Bernardo de Claraval, en él se hace viva la promesa de Jesús a los que lo dejan todo por seguirlo (que es la última parte del texto evangélico). Bernardo, fiel a la llamada del Señor, lo dejó todo e ingresó en la Orden del Císter y después se convirtió en fundador de conventos, por lo que fue padre espiritual de muchos hijos; además, tras sus huellas algunos de sus hermanos abrazaron la vida monacal. La historia de su familia está plasmada en una conocida obra “La familia que alcanzó a Cristo”. Recibió el ciento por uno y la Vida Eterna.


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