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EL LIBERAL . Añoranzas

Caminando con el Señor San Gil

26/08/2019 15:36 Añoranzas
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Caminando con el Señor San Gil Caminando con el Señor San Gil

Realmente, un privilegio para pocos. Sólo los más devotos del Señor San Gil se adentran en el monte santiagueño para escoltar a su santo hacia los pueblos y las ciudades en su 111° peregrinación como parte de su Fiesta Chica.

Al rítmico andar de los bombos, los promesantes avanzan por el mismo callejón vegetal que recorrieron sus padres, abuelos, bisabuelos y quizás más aún. Paso tras paso. Cada quien en su intimidad, escuchando el crujir de sus pisadas sobre la tierra reseca sobre el ruidoso ripio. Ensimismados en sus plegarias, en sus ruegos, en su rica memoria ancestral, alimentando su largo ADN religioso.

Sintiendo la innegable bendición del aire del amanecer en el rostro. Los pulmones llenarse de los aromas de las jarillas, las breas, los ceibos, el padre algarrobo y el altivo y fiero quebracho. Centinelas de siglos pasados, testigos de las huellas amontonadas bajo las nuevas pisadas de este año.

Se achica y se agranda el verde callejón como las emociones del alma en fiesta. Se prepara el espíritu antes de que aparezcan los primeros pueblos, antes de la gran ciudad. Aquí estamos Señor San Gil los que te invocan en cada oración, en cada paso, en cada golpe al legüero. Aquí estamos hasta los que no estamos esta vez. Porque nuestros pasos antiguos suavizan la nueva marcha. Mi nostalgia es mi fe. Religión del santiagueño que se fue y que hoy, sólo hoy, no pudo volver. Pero que el año próximo sí lo hará. La próxima fiesta viajará.  Mientras, seguirá respirando un poquito de esos aromas que guardó en sus pulmones, repitiendo las gracias que grabó en su memoria, tocando en la mente el antiguo cofrecito de madera llevado en andas levantando la mano cómo si estuviera allí en realidad. 

Ya se acaba el monte. Ya se ve la ciudad. Allá vamos Señor San Gil. A que te honren y te vean un año más.

Realmente, un privilegio para pocos. Sólo los más devotos del Señor San Gil se adentran en el monte santiagueño para escoltar a su santo hacia los pueblos y las ciudades en su 111° peregrinación como parte de su Fiesta Chica. Al rítmico andar de los bombos, los promesantes avanzan por el mismo callejón vegetal que recorrieron sus padres, abuelos, bisabuelos y quizás más aún. Paso tras paso. Cada quien en su intimidad, escuchando el crujir de sus pisadas sobre la tierra reseca sobre el ruidoso ripio. Ensimismados en sus plegarias, en sus ruegos, en su rica memoria ancestral, alimentando su largo ADN religioso.

Sintiendo la innegable bendición del aire del amanecer en el rostro. Los pulmones llenarse de los aromas de las jarillas, las breas, los ceibos, el padre algarrobo y el altivo y fiero quebracho.

Centinelas de siglos pasados, testigos de las huellas amontonadas bajo las nuevas pisadas de este año.Se achica y se agranda el verde callejón como las emociones del alma en fiesta. Se prepara el espíritu antes de que aparezcan los primeros pueblos, antes de la gran ciudad.

Aquí estamos Señor San Gil los que te invocan en cada oración, en cada paso, en cada golpe al legüero.

Aquí estamos hasta los que no estamos esta vez. Porque nuestros pasos antiguos suavizan la nueva marcha. Mi nostalgia es mi fe. Religión del santiagueño que se fue y que hoy, sólo hoy, no pudo volver. Pero que el año próximo sí lo hará. La próxima fiesta viajará.  Mientras, seguirá respirando un poquito de esos aromas que guardó en sus pulmones, repitiendo las gracias que grabó en su memoria, tocando en la mente el antiguo cofrecito de madera llevado en andas levantando la mano cómo si estuviera allí en realidad. Ya se acaba el monte. Ya se ve la ciudad. Allá vamos Señor San Gil. A que te honren y te vean un año más.

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