Frías tiene un maestro en el arte de la ballestería

Pasión. No hay tal vez una palabra más precisa para definir esta historia en la que el ingenio y el arte milenario encuentran un punto exacto de unión en el tiempo. Osvaldo Jesús Ceballos es ingeniero civil y desde hace varios años trabaja en una empresa constructora friense. Sin embargo su esencia de descubridor, investigador y su inclinación y encanto por la física lo llevaron a mezclar ambas vertientes para convertirse en un artesano en la fabricación de la ballesta, una de las armas más devastadora del mundo hasta el siglo XV.

“Hace más de 50 años comencé a interesarme por la ballesta y me propuse construir alguna bien diseñada. En esa época la bibliografía técnica y científica era muy difícil de conseguir”, recordó.

El arma, en su esencia, consiste en un arco de acero fijado al extremo de una culata de madera con un dispositivo de enganche formado por un cilindro tipo “nuez” giratoria, donde la cuerda se sostiene por una especie de dos yemas de dedos separados que dejan lugar para que la flecha apoye sobre la cuerda. Dicha “nuez” giratoria se trata de un gatillo que la libera instantáneamente.

“A medida que avanzaba en mi interés, me di cuenta de que el problema físico y tecnológico era mucho más complejo que lo que sugiere un mecanismo aparentemente sencillo. Es decir, todo parece como simplemente transformar fuerza y velocidad. Pero eso es sólo una ilusión”, explicó.

MECáNICA DE LO PENSADO

Pero el click del descubrimiento despertó el genio del investigador. Tanto fue así que cuando advirtió la magnitud del volumen de material que iba acumulando en anotaciones de cálculos, ensayos y deducciones, este “enamorado de la física” ya tenía un libro escrito con experiencias propias, cuyos capítulos más importantes tratan sobre referencias históricas, unidades y sistemas, teoría y ensayos de materiales elatoplásticos (ver recuadro), geometría y dinámica del sistema.

La minuciosidad y el trabajo al límite del detalle, de acuerdo con los recursos y herramientas, en esa permanente búsqueda del ideal para lograr algo los más cercano a lo perfecto posible, hicieron que en todos estos años Osvaldo construyera cinco ballestas. “Cuando se trabaja por hobby el tiempo que demanda elaborar una pieza, en este caso de un arma milenaria, depende de la dedicación que se le ponga a ese trabajo sujeto a su propia evaluación. Las partes se van diseñando en un papel con las medidas y cálculos y valores establecidos para recién trabajar con los materiales”, cuenta.

Recordó: “En mi época de estudiante, en el Parque Sarmiento de Córdoba había mucha práctica de arquería y tal vez eso haya sido lo que me fue despertando luego más interés por la ballestería. El principio de diseño es muy parecido y todo parte desde el lanzamiento de una flecha utilizando un arco y una cuerda. Lo que cambia son las formas de realizar esa acción”.

El arte navega por el vasto océano de la creación y la forma en la que se desarrolla esa pieza que, por más que siempre se trate de una ballesta, en su realización final es absolutamente única. Osvaldo hace un culto de su perfil bajo, tanto que esta pasión, en casi medio siglo de desarrollo, se ha resumido a unos pocos amigos que la conocen en detalle, mientras la comunidad en general se estará enterando mediante estas páginas.