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EL LIBERAL . El Evangelio

Hoy ha llegado la Salvación a esta casa - Lucas 19,1-10

10/11/2019 00:34 El Evangelio
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Hoy ha llegado la Salvación a esta casa - Lucas 19,1-10 Hoy ha llegado la Salvación a esta casa - Lucas 19,1-10

En el mismo evangelio de Lucas, capítulo 18, después de la negativa de seguir a Jesús de parte de un hombre rico que vive apegado a su riqueza, Jesús dice: “Que difícil que un rico entre en el Reino de Dios, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios”. Sin embargo, el mismo Lucas narra esta escena situada en Jericó, en la cual Saqueo, jefe de los recaudadores de impuestos” para ver a Jesús que pasaba, se sube a un árbol, ya que era de baja estatura.

Sin detener su marcha, al verlo arriba del árbol, Jesús le dice: Saqueo, baja pronto, que hoy tengo que alojarme en tu casa”. Saqueo que seguramente había oído hablar de Jesús, y porque no, sentirse cautivado por sus palabras y milagros, baja rápidamente y lo recibe en su casa con alegría.

La gente que seguía a Jesús comienza a murmurar porque considera a Saqueo un pecador público, explotador de los pobres, que ha amasado su riqueza empobreciendo al pueblo sencillo con su injusto y desaprensivo proceder.

En tiempos de Jesús, los altos impuestos que cobraban los romanos al pueblo sumían a numerosas familias en la pobreza y a veces en la esclavitud. ¿Cómo podía Jesús, cuyo ministerio estaba orientado principalmente a dar salud, vida y esperanza a los pobres, visitar en su propia casa a un rico explotador, y por lo tanto pecador?

Al estar en la presencia de Jesús, Saqueo, decididamente le dice: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. Al escuchar esta promesa del “pecador”, Jesús dice a la multitud: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Jesús le regala a Saqueo la Salvación, que no depende tanto de su arrepentimiento sino más bien de la infinita misericordia de Jesús, porque ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Conclusión

No caben dudas que Jesús se puso siempre del lado de los pobres, que defendió su dignidad en una sociedad clasista y excluyente. Sin embargo, los ricos, tanto los que han amasado su fortuna con esfuerzo, como aquellos que lo hicieron indignamente, no tienen cerradas las puertas de la salvación. Dios siempre les dará la oportunidad de entrar en el Reino, pero eso sí, se les pedirá a cambio el arrepentimiento y el compartir sus bienes con los hermanos más pobres, desprenderse de las riquezas que los esclaviza y les impide ver el rostro de Jesús en los que sufren. La riqueza en sí misma no es mala, sino injusta en una sociedad en la que hay millones de hermanos que viven en la miseria. Sobre los bienes materiales grava una hipoteca social, es decir, aunque sean propios, están destinados al bien común y la felicidad de todos. La solidaridad y la generosidad son signos que distinguen al discípulo de Jesús. l


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