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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12

07/12/2019 22:08 El Evangelio
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Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12 Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12

Mateo, al expresar “en aquellos días”, pone en perspectiva del cumplimiento de lo anunciado por los profetas, la predicación y bautismo de Juan. Se reanuda así la historia de la salvación.

Juan proclama en el desierto de Judea “conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos”. Alejado de los centros de poder político y religioso, en el desierto, donde Dios habla al corazón, Juan anuncia la necesidad de convertirse ante la llegada inminente del Reino de Dios.

La predicación del bautista es exitosa, muchos, especialmente el pueblo sencillo,  concurren al desierto a escucharlo y hacerse bautizar en las aguas del Jordán. Sin embargo, los jefes del pueblo tienen una actitud de dureza y rechazo. A estos, Juan llama “raza de víboras” porque pretenden resguardarse de la necesidad de conversión en su legalismo religioso y en su pertenencia al pueblo de Israel. También ellos deben dar fruto digno de conversión, adquirir una nueva orientación de vida que dé seriedad a su bautismo. Fariseos y saduceos no se convierten porque siguen apoyándose en sus privilegios religiosos. “El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles. El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego”. Con la predicación de Juan y su bautismo y la llegada inminente de Cristo, el juicio se realiza “ya” contra los hijos de Israel, por eso la conversión es imprescindible  e inaplazable.

Juan bautiza con agua para conversión; pero aquel que viene detrás es más fuerte que él. éste bautizará en Espíritu Santo y fuego. Es el Espíritu que ayuda a Jesús a descubrir y comunicar el rostro misericordioso del Padre a los hombres de Galilea, que lo lleva a tener gestos de ternura con su pueblo, cuando sana un enfermo, perdona a un pecador y comparte la mesa con los últimos de la sociedad. En ese mismo Espíritu, Jesús bautiza a sus discípulos, porque los asocia a su misión de anuncio de la llega del Reino de Dios.

Conclusión

Los cristianos hemos sido bautizados con agua, sin embargo, nos hace falta un bautismo en el Espíritu, que nos ayude a poner en el centro de nuestras comunidades la misericordia de Dios, que nos ayude a abrir nuevos caminos de encuentro con el mundo y hacia el Reino. La recepción del Espíritu puede ayudar a convertir nuestras comunidades, dejando el sacramentalismo que infantiliza, el rigorismo legal que desdibuja el rostro de Dios, y el individualismo religioso que nos impide vivir como hermanos y solidarizarnos con los que sufren.

La Iglesia de Jesús es la comunidad del Espíritu, siempre nueva, transformada, con signos de conversión pastoral y renovación de las estructuras institucionales, comunidad profética que anuncia buenas nuevas que dignifican y humanizan a los hombres. Dejar que el Espíritu inspire y acompañe nuestras comunidades de fe, es el mayor desafío hoy.


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