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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17

11/01/2020 22:52 El Evangelio
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Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17 Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17

Jesús llega de Galilea, desde Nazaret, a las orillas del Jordán. Mateo señala su intención de hacerse bautizar y prepara así el diálogo con el Bautista. Juan intenta impedirlo: él no puede bautizar al más fuerte, al portador del Espíritu y al que bautizará con fuego.

Jesús responde a la objeción del Bautista: “Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia”. ¿De qué se trata esta justicia? Del cumplimiento de la voluntad de Dios. El bautismo realizado por Juan es un signo del cumplimiento de esa voluntad. Jesús cumple a la perfección el designio del Padre que quiere que su Hijo se haga solidario, en el bautismo, del pecado de su pueblo.

La voz del cielo se redirige al Bautista y al pueblo, que representa a la comunidad cristiana. Para Mateo, Jesús es el Hijo obediente y sumiso a la voluntad de Dios. Esta idea estará remarcada luego, en el pasaje de las tentaciones.

Jesús es el obediente y humilde. Justamente a esta obediencia de Jesús responde Dios con su proclamación: “Este es mi Hijo amado”. La singularidad de Jesús consiste en su obediencia al Padre. La filiación aparece como coronación a la conducta fiel de Jesús. Por eso, es un ejemplo para los creyentes: los que son obedientes a la voluntad de Dios gozan de su promesa, es decir, ser “llamados hijos de Dios”.

El camino de Cristo es, en el evangelio de Mateo, el camino práctico que lleva a la perfección. Este camino sigue las exigencias de una justicia superior. En este camino precede Jesús a sus discípulos. El inicia el evangelio como obediente: él cumple toda justicia, Dios le responde, como responderá a los discípulos que cumplan la voluntad del Padre.

Conclusión

El Bautismo nos muestra a Jesús obediente a la voluntad del Padre. Esta idea que recorre todo el evangelio de Mateo nos revela un Cristo humano que es fiel a Dios en lo cotidiano de la vida, y por eso el Padre reconoce su filiación. Esto no significa que la fidelidad lo haga Hijo, sino que el ser fiel revela su filiación, desprovista de poder y revestido de humildad. Desde aquí es posible entender su solidaridad con todo aquello que es humano, aún el pecado que rompe nuestra comunión con Dios. Mateo nos muestra un Jesús humano que vive en obediencia a la voluntad del Padre. Por eso, es un ejemplo para los cristianos. También nosotros, si somos obedientes a la voluntad de Dios, el Padre nos llamará “hijos”. 

Los cristianos estamos sumergidos en un mundo donde compiten distintos tipos de poderes, que pretenden manipularnos y anular nuestra libertad y filial obediencia a Dios. Poderes del orden civil, del mundo de la política, de la sociedad capitalista y consumista que vivimos, de la religión que pretende dominar nuestra conciencia y volvernos infantiles, sin embargo, sólo una voz debe ser escuchada, la de Dios, que habla en los acontecimientos de la vida y al corazón. Dios siempre genera libertad, nunca sumisión, porque es Padre, y Padre de amor.


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