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EL LIBERAL . Santiago

La violencia política en la historia argentina (Tercera Entrega)

Congreso General Constituyente de 1816 en San Miguel del Tucum�n

Congreso General Constituyente de 1816 en San Miguel del Tucumán.

18/01/2020 22:46 Santiago
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La violencia política en la historia argentina (Tercera Entrega) La violencia política en la historia argentina (Tercera Entrega)

Las guerras de emancipación, en todos sus episodios que transcurren desde las invasiones británicas a Buenos Aires en 1806, desde sus inicios como simple lucha por mayor autonomía hasta el conflicto total por la independencia, tuvo por escenario el actual territorio argentino, sobre todo en el escenario norte, hasta los inicios de la década de 1820. Por eso, lentamente fueron incrementándose los enfrentamientos políticos entre los distintos liderazgos, divididos no sólo por el dominio de sus regiones, sino por las distintas ideas que fueron aflorando en medio de la gran conflagración contra el imperio español.

Las reuniones convocadas por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, encabezado por los Triunviratos y el Directorio: la Asamblea del año XIII en Buenos Aires, con logros parciales, pero de fuerte simbolismo, y el Congreso General Constituyente de 1816 en San Miguel del Tucumán que declaró la independencia, consolidaron una ligazón entre las viejas gobernaciones coloniales que actuó como germen del nuevo estado. Al contrario, el Congreso de los Pueblos Libres, reunido en Concepción del Uruguay, a instancias del caudillo José Gervasio de Artigas, no pasó de una expresión de deseos sin consecuencias prácticas, y no logró un gobierno ordenado para oponerse al poder porteño.

Liga de los Pueblos Libres: apogeo y ocaso

El escenario del Río de la Plata y sus afluentes, el Paraná y el Uruguay, fue el más riesgoso en términos militares entre 1810 y 1814, para la consolidación del poder de Buenos Aires, la “hermana mayor” de las Provincias Unidas, según la definición certera de Juan José Passo, hombre central en la fundación del país. El traslado de la capital del virreinato a Montevideo, el control naval por parte de la flota imperial española y la aparición de disputas entre los líderes de cada territorio, rápidamente conocidos como caudillos, hizo que el panorama no mejorara luego de la caída de Montevideo.

La batalla naval que encabezara Guillermo Brown, victoria que significó el fin de la flota de España en el Plata el 17 de mayo de 1814, fue reconocida por el general José de San Martín como “la más importante hecha por la revolución americana hasta el momento”. A los pocos días, siguió la caída de Montevideo, con todos sus hombres y armamento, en manos del ejército conducido por Carlos de Alvear, quien reemplazó oportunamente a José Rondeau. Sin embargo, esta victoria en la tierra y en las aguas, tuvo un efecto inesperado: en vez de consolidar el poder central sirvió para el despliegue caótico del poder de los caudillos.

El oriental Artigas logra cierta preponderancia en el litoral. El entrerriano Francisco Ramírez acompañará a Artigas en su enfrentamiento con Buenos Aires y más adelante contra la invasión portuguesa. Pero en 1814, el retiro de Artigas desde Montevideo, para combatir contra el Directorio, dará lugar a la primera batalla de las guerras civiles argentinas: El Espinillo, cerca de la Bajada, hoy ciudad de Paraná. Allí, el 22 de febrero se enfrentaron las tropas porteñas al mando del coronel prusiano Eduardo Holmberg, en las que se alistaron santafesinos, entre ellos Estanislao López, contra las fuerzas de Artigas, al mando de Eusebio Hereñú con el apoyo de Fernando Ortoguéz. Este combate provocó la independencia de Entre Ríos respecto de Santa Fe y el reconocimiento de Artigas como “Protector de los Pueblos Libres”. Vale aclarar que la orden que el director supremo Gervasio de Posadas dio a Holmberg fue capturar a Artigas y fusilarlo inmediatamente.

Formaron la Liga de los Pueblos Libres las actuales provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y la Banda Oriental. La adhesión cordobesa provocó la declaración de la autonomía de La Rioja, que durará hasta 1817, cuando recuperan el poder los aliados del Directorio. La convocatoria al Congreso de 1816 encontró la resistencia de los “Pueblos Libres”, que decidieron no participar, salvo Córdoba, que bajo el mando de José Javier Díaz decidió mantenerse en ambos agrupamientos: la Liga y las Provincias Unidas. Los realistas, que ya podían afirmar que peleaban por su rey, Fernando VII, que había sido restaurado en el poder.

La lucha de los entrerrianos contra los portugueses en la Banda Oriental hizo posible la invasión porteña en 1818, a quienes Ramírez vence. Más adelante intenta someter a Corrientes pero debió enviar tropas para ayudar a Estanislao López, que asume por entonces la gobernación en Santa Fe. La sanción de la constitución unitaria en 1819 por parte del Congreso del 16, que se había trasladado por entonces a Buenos Aires, provocó el reinicio de la guerra civil abierta, donde sólo Pueyrredón, San Martín y Belgrano se abstienen de tomar partido en forma directa.

El año 1820. Cepeda. Los primeros pactos

Una sucesión de episodios marcará el año 20 como el fin del experimento centralista de Buenos Aires. El 22 de enero las tropas orientales son derrotadas por los invasores portugueses en la batalla de Tacuarembó, y Artigas parte hacia Corrientes, acampando en Curuzú Cuatiá. El 1° de febrero, los aliados López y Ramírez, ya distanciados de Artigas, junto al chileno José Miguel Carrera, que en su lucha contra San Martín, aliado de su enemigo Bernardo O’Higgins, levantó indios de Cuyo para atacar a Buenos Aires, vencen en la primera gran batalla de las guerras civiles a las tropas del general Rondeau, provocando la caída del Directorio y la desaparición de las instituciones nacionales. La cañada de Cepeda fue testigo del combate de más de cuatro mil hombres.

El 16 de febrero se elige una Junta de Representantes en Buenos Aires y se elige como gobernador a Manuel de Sarratea, y una semana después, el 23 de febrero, al norte de Buenos Aires, se firma el Tratado del Pilar, entre los gobernadores Sarratea, Ramírez y López, acuerdo que proclamó la unidad nacional, el fin de la guerra civil y ordenó comunicar a Artigas lo resuelto “para que siendo de su agrado, entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la Provincia de su mando, cuya incorporación a las demás federadas, se miraría como un dichoso acontecimiento”.

Sin embargo, el 24 de abril las tres provincias subsistentes de la Liga de los Pueblos Libres: la Banda Oriental, Corrientes y Misiones, suscriben el Pacto de Abalos, para sostener la guerra contra Buenos Aires. Al poco tiempo, su antiguo aliado Ramírez derrota a Artigas en varios combates en territorio correntino: Las Tunas, Sauce de Luna, Goya y ábalos, y lo manda al exilio en Asunción del Paraguay, donde morirá en 1850.

Como consecuencia de la derrota del ejercito porteño al mando de Manuel Dorrego en la batalla de Gamonal el 2 de setiembre, por parte de los santafesinos, el 24 de noviembre, en las márgenes del arroyo del Medio, se firmó el tratado de Benegas, entre ambas provincias, estableciendo entre ellas “la paz y la armonía”. Anteriormente, el 29 de setiembre, Ramírez proclama la República de Entre Ríos y él mismo es designado “Supremo”, y como tal intentó someter al Paraguay para reintegrarla a la Argentina, fracasando en su propósito. Vuelto a Concepción del Uruguay, Ramírez se sentirá traicionado por su aliado López.

Las tropas entrerrianas invadieron Santa Fe a principios de 1821, enfrentando a Gregorio Aráoz de Lamadrid, llegado con tropas porteñas. Victorioso, pero en inferioridad de medios, recibió el apoyo desde San Luis de José Miguel Carrera, quien terminará fusilado el 4 de setiembre en la plaza mayor de Mendoza, por orden del gobernador Tomás Godoy Cruz. El 10 de julio Ramírez es vencido en el combate de Chañar Viejo por tropas de Bustos y escapa del campo de batalla, al que regresa para rescatar a su amada Delfina, que había sido capturada. El “Supremo Entrerriano” muere de un balazo, es decapitado, y como trofeo su cabeza embalsamada es obsequiada a Estanislao López, quien la exhibió en su despacho durante los 17 años que le restaban en su cargo de gobernador santafesino.

Finalmente el 25 de enero de 1822, se llega al Tratado del Cuadrilátero, entre las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos, que significó la paz entre las signatarias, y un pacto de defensa frente a una posible agresión del Brasil o de España. También sirvió para neutralizar el predominio del cordobés Bustos, que no lograría reunir un congreso para sancionar una Constitución federal.

Las provincias argentinas

Sin duda, no es fácil explicar este caótico proceso inicial de nuestro país, pero sin duda cimentó la identidad de las provincias argentinas. El brutal conflicto entre la Liga de los Pueblos Libres y las Provincias Unidas del Río de la Plata, que decantó en la desaparición del gobierno central, desarrolló en el Litoral la identidad de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, que comenzaron su desarrollo institucional. El territorio de las Misiones fue absorbido por Corrientes, y la Banda Oriental, a pesar de la invasión brasileña, sostuvo su idea de pertenencia a la Argentina, proceso que quedará trunco en 1830. La firma de los primeros tratados entre los estados provinciales tiene tal importancia que el preámbulo de la Constitución Nacional de 1853 dice que los representantes del pueblo se reúnen “en cumplimiento de los pactos preexistentes”.

El domingo próximo continuaremos con el proceso de formación del Estado argentino: un proceso apasionante, que requiere esfuerzos para ser entendido, pero que hizo del país una comunidad original, sustantiva y de una potente identidad nacional. 

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