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La obesidad y su efecto en el corazón

25/01/2020 22:00 Opinión
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La obesidad y su efecto en el corazón La obesidad y su efecto en el corazón

Por el Dr. Javier Jensen

Cardiólogo

La obesidad es un problema social creciente de origen multifactorial, que se define como un estado patológico de exceso de acumulación general de grasa en el cuerpo. La obesidad promueve la aparición y el empeoramiento de la salud a varios niveles de nuestro organismo, en realidad tiene efectos deletéreos sobre todos los sistemas del organismo. En este artículo nos centraremos en sus consecuencias sobre el sistema cardiovascular que son: la hipertensión arterial, dislipidemia aterogénica, resistencia a la insulina, disminución de la fibrinolisis, aumento del riesgo de trombosis, inflamación endotelial, que a su vez elevan la incidencia de otras enfermedades cardiológicas como la angina de pecho, infarto agudo de miocardio, falla cardíaca congestiva, hipertensión arterial, accidente cerebrovascular, fibrilación auricular.

El mayor responsable de la salud es la propia persona, nosotros como médicos podemos aconsejar que mejore sus hábitos pero finalmente el que debe llevarlos a cabo es él, no podemos obligarlo a que cambie su estilo de vida si él no quiere. Es cierto que hay personas que tienen mayor predisposición que otras a tener sobrepeso y por lo tanto obesidad, pero disponemos de dos herramientas para prevenirla: el ejercicio físico y la nutrición. Con total certeza cuanto antes comience a seguir un estilo de vida saludable mejor, sino las consecuencias de la obesidad complicarán la realización de actividad física: “es que no me puedo mover porque me duelen las rodillas” o “es que doy dos pasos y me ahogo”...situaciones a las que hoy en día nadie debería llegar.

En una persona obesa, sedentaria, con factores de riesgo cardiovascular la actividad física se puede convertir en un arma de doble filo: por una parte es la herramienta más eficaz para disminuir las consecuencias de su estado físico y la mejora de su salud, pero por otra parte podría desencadenar en situaciones concretas un evento potencialmente fatal (infarto o incluso muerte súbita) por los cambios hemodinámicos que produce (aumento de la frecuencia cardiaca con el ejercicio, de la tensión arterial...). Sin embargo, este supuesto peligro no debe nunca justificar el hecho de no iniciar la práctica deportiva, pero sí debe hacerle entender que antes de empezar una rutina de ejercicio debe seguir una serie de pautas:

- Comente con su médico la iniciativa de comenzar a realizar ejercicio físico, así valorará su riesgo y le propondrá en caso de ser necesario si precisa de alguna otra prueba complementaria.

- Respete los principios básicos del entrenamiento. Entienda que no se puede pasar del 0 al 100% en dos días, deberá ir progresando poco a poco y haciendo una adecuada adaptación a la práctica deportiva. Esto disminuirá su riesgo cardiológico y disminuirá la aparición de futuras lesiones.

- El mejor tipo de ejercicio es aquel que consiga una mejor adherencia, aunque el ejercicio aeróbico siempre es una buena base. Un buen ejemplo de comienzo (suponiendo que parta de cero) sería realizar una rutina de ejercicio a una intensidad que le permita mantener una conversación fluida, por ejemplo, 3 días a la semana unos 50 minutos, para posteriormente ir progresando tanto en volumen como en intensidad. De igual manera la dosis más indicada deberá estar ajustada a su condición física y debe planificarse de manera individualizada.

- Si se lo puede permitir siempre le será de ayuda contactar con un experto en planificación deportiva y con un nutricionista. El primero sin duda le aconsejará sobre el tipo de ejercicio físico más adecuado para usted y el nutricionista le marcará las pautas alimenticias más aconsejables en su caso.

- Tenga en cuenta que en un futuro conforme realice más ejercicio y pierda peso es posible que se tenga que ir ajustando la medicación, disminuyendo dosis e incluso suprimiendo algún tipo de tratamiento. Con el ejercicio físico se reduce la tensión arterial y mejora el colesterol y las cifras de glucosa, por lo que debe ir consultando con el médico con el fin de controlar la medicación.

El objetivo principal es lograr un cambio en el estilo de vida que permita un descenso gradual de la masa grasa y el mantenimiento del peso perdido a lo largo del tiempo.

Sin embargo, si limitamos los cambios a la alimentación nos será más difícil alcanzar el objetivo. Es imprescindible acompañar estas modificaciones de la dieta con un aumento gradual en la actividad física diaria. No se trata de convertirse en un atleta de la noche a la mañana, ni tampoco de hacer una actividad extenuante que seamos incapaces de mantener a lo largo del tiempo. Al contrario, hemos de decantarnos por una actividad que podamos incluir fácilmente en nuestra rutina, de manera que aseguraremos su cumplimiento diario. Por ejemplo, ir andando al trabajo, a clase o al mercado; bajar del colectivo una o dos paradas antes y caminar el resto del trayecto; estacionar el auto más lejos de lo habitual; reemplazar el ascensor por las escaleras; salir a pasear; andar en bicicleta, etc.

Por lo tanto, de nada sirve seguir una dieta de moda o milagrosa que logre una pérdida de peso rápida a costa de músculo y agua, ya que por sus irreales características no podrá ser mantenida a largo plazo.Esperemos que después de estos consejos usted haya entendido la enorme importancia de realizar ejercicio físico regular y de evitar situaciones de riesgo que son perfectamente evitables.

Desde la Sociedad Santiagueña de Cardiología tenemos claro que la actividad física, una dieta saludable con el acompañamiento de un profesional y el control médico son la mejores herramientas en salud que existen hoy en día.l


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