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EL LIBERAL . El Evangelio

Mateo 4, 12-23

25/01/2020 22:08 El Evangelio
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Mateo 4, 12-23 Mateo 4, 12-23

Después del arresto del Bautista, Jesús pasa a Galilea. Esta vuelta a Galilea no tiene por finalidad precisar el momento en que comienza el ministerio de Jesús, ni explicar su subida a Galilea por temor a sus enemigos, sino mostrar la vinculación de ambos ministerios (Bautista y Jesús) en el designio de Dios: Jesús comienza su actividad pública en el momento en que Dios pone fin a la de Juan.

Para Mateo es importante que la actividad ministerial de Jesús comience en Galilea, donde el pueblo de Israel se encontraba disperso en un ambiente pagano, privado de la revelación de Dios.

El evangelista toma el texto de Is 8, 23-9,1 y reformulándolo alude a la situación de los judíos de su tiempo en estas regiones. El ministerio de Jesús se dirige primero a las ovejas descarriadas de la casa de Israel, pero en contacto íntimo y profético con los paganos. La cita del profeta Isaías alude al nacimiento de un descendiente de David como signo de la pronta liberación de las provincias ocupadas por los asirios. Mateo utiliza esta cita para revelar en el tiempo presente la especial acción salvífica de Dios a través del ministerio de Jesús. La venida de Jesús y el anuncio de la llegada del Reino de Dios son “la luz” que trae la liberación del pueblo de toda esclavitud.

En este contexto Jesús comenzó a predicar: “Conviértanse, porque el Reino de los cielos ha llegado”. Se trata de dejarse transformar por Dios, de vivir bajo su señorío, no sólo para que cada hombre se comporte de acuerdo a la voluntad de Dios, sino también para que la sociedad y el mundo sean transformados por la acción del Reino que comienza a fermentar con la predicación y praxis de Jesús.

Discípulos de ayer y hoy

Para esta tarea de anunciar el Reino y la llegada de la luz que libera, Jesús llamó a unas personas para que lo sigan y continúen su tarea ministerial (los haré pescadores de hombres), es decir, predicadores y testigos del reino que él inauguró.

El anuncio de la llegada del Reino de Dios ha sido y es para la Iglesia la razón de su existencia. Jesús convocó a quiénes serían sus discípulos para continuar su ministerio, anunciarlo al mundo, predicar su palabra, sanar los corazones heridos, liberar a los cautivos, proclamar un tiempo de esperanza en el que el amor solidario sea el nuevo paradigma que convoque y de sentido a la vida humana. La Iglesia, a veces, parece haberse olvidado de esta consigna. En lugar de anunciar a Jesús la luz que libera de toda esclavitud, pierde su tiempo en discusiones estériles y sin sentido para proteger un estatus quo que nada tiene que ver con el evangelio de Jesús. Hemos sido llamados para anunciar y dar testimonio de la Luz, para anunciar una Buena Noticia a la humanidad: Cristo vive entre nosotros y nos ha reconciliado con el Padre Dios.l


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