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EL LIBERAL . El Evangelio

Santo evangelio según san Marcos (4,35- 41)

01/02/2020 01:38 El Evangelio
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Santo evangelio según san Marcos (4,35- 41) Santo evangelio según san Marcos (4,35- 41)

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”.

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.

Lo despertaron, diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”

El viento cesó y vino una gran calma.

él les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”.

Se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”

Comentario

La historia de David y su pecado es conmovedora. él quisiera hacer justicia en su reino, crear un pueblo feliz, evitar los abusos de los poderosos: “el que ha hecho eso es reo de muerte”, exclama con celo de buen gobernante. Pero el profeta le hace ver que “el que ha hecho eso” es precisamente él: poseyendo un gran harén, como cualquier reyezuelo oriental, se apoderó de la mujer de un vecino y a él le hizo morir.

Pero en realidad el tema central del pasaje es otro: con motivo de este suceso, Dios muestra su soberanía y su misericordia, aplicando un castigo más bien comedido: Dios no hará morir a David, “al que ha hecho eso”; se limitará a infligirle un sufrimiento pasajero y pedagógico. Y el propio David nos es presentado como un humilde penitente: “he pecado contra el Señor”. Se subraya el reconocimiento del propio pecado y la generosidad de un Dios, siempre derrochando misericordia. La tradición espiritual atribuyó a David el Sal 51, el “miserere”, suponiendo que lo habría compuesto justamente para esta situación de penitencia y arrepentimiento; allí destaca especialmente el v. 19: “Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias”.

La soberanía y la bondad de Dios se siguen manifestando por medio de la acción de Jesús. La narración evangélica de la tempestad calmada quizá tiene tras de sí varias situaciones de apuro en las múltiples travesías de Jesús con los discípulos por el lago. Pero el relato va mucho más allá en imágenes y alusiones. De Yahvé se celebraba hacía siglos: “Tú pisas el mar con tus caballos, el borbotar de las inmensas aguas” (Habacuc 3,15), “tú hendiste con fuerza el mar” (Sal 74,13), “tú acallas el estruendo de los mares” (Sal 65,8); Dios le habría ordenado: “aquí se romperá el orgullo de tus olas” (Job 38,11). l


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