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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2,22-40

01/02/2020 21:48 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2,22-40 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2,22-40

Después de la circuncisión e imposición del nombre Jesús al recién nacido, quedando marcado con la señal de la Alianza (Gen 17,11) que lo incorpora al pueblo de Israel, Lucas narra la manifestación de Jesús.

Con motivo de la purificación de María, que debía realizarse 40 días después del parto, Jesús es llevado al templo para ser presentado a Dios. A pesar de que el “rescate del primogénito” no estaba prescripto que se realice en el templo, Lucas sitúa allí la escena con la intención de mostrar que Jesús, el santo, es ofrecido al Padre, y que la presencia de Dios no está en el templo sino en el niño que es presentado.

Simeón, hombre piadoso que espera la consolación de Israel, movido por el Espíritu fue al templo, y al ver al niño, lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.». En Simeón, es el pueblo de Israel y la humanidad toda, la que alaba a Dios porque ha enviado al Mesías que nos liberará de todas nuestras esclavitudes y nos alcanzará la salvación.              

Ese niño, que es presentado ante Dios, es el portador de las promesas mesiánicas de paz, salvación, luz. De ahí, la alegría de Simeón, y por eso ahora puede irse en paz, ha visto al Salvador, a quién aguardaban con irresistible esperanza.

Después de alabar a Dios, Simeón bendijo a los padres del  niño y le dijo a María: “«Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos  corazones.». Ya desde el comienzo del Evangelio, Lucas presenta a Jesús como singo de contradicción: “piensan que he venido a traer paz a la tierra…” (Lc 12,51-53). Ese Mesías que trae la Salvación, será rechazado por los sectores de poder de su pueblo que no querían cambiar ni que cambie la situación de injusticia que tenía a la gran mayoría del pueblo excluido de los bienes de la vida. El rechazo a Jesús es el rechazo a la proclamación de la venida del  Reino con todas sus implicancias y consecuencias para la vida de las personas: un sociedad sin excluidos, una comunidad justa y solidaria, una religión vivida en espíritu y en verdad, una política al servicio de la vida y la dignidad de las personas, un mundo abierto a la presencia de Dios que consuela y libera.

También hoy, los cristianos debemos anunciar a Jesús consolador y liberador, a Dios como Padre de todos que no quiere el sufrimiento de ninguno de sus hijos. Anunciar y hacer presente con el testimonio de la fe la salvación que Simeón vio y que nosotros hemos recibido de Jesús. Esa es la misión de la Iglesia, salir al encuentro de los hombres para consolarlos, para curarles sus heridas, para anunciarles que Dios los ama y que ha enviado a su Hijo al mundo para ser luz de todas las naciones.  


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