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EL LIBERAL . Opinión

Anatomía de la deuda argentina

18/02/2020 13:23 Opinión
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Anatomía de la deuda argentina Anatomía de la deuda argentina

El camino de la deuda

Argentina en dos años celebrará

un nuevo bicentenario, en el cual

se van a cumplir 200 años desde

que la palabra “deuda” se convirtió

en un tema recurrente de

nuestro vocabulario. En 1822, la

junta de representantes de Buenos Aires facultó

al Gobierno a adquirir un préstamo de 1 millón

de libras esterlinas de la banca Baring Brothers

& Co, para construir el puerto de Buenos Aires y

crear nuevas ciudades en nuestro país, como Carmen

de Patagones. Esa deuda terminó de pagarse

a mitad del siglo XX y, prácticamente al mismo

tiempo, el gobierno argentino ingresó a una nueva

deuda. Esta dio origen al flamante “Club de París”,

un espacio creado para que Argentina negocie

con sus acreedores internacionales y, que después,

sirvió para que otros países endeudados hagan

lo mismo. A pesar de los acuerdos alcanzados

por nuestro país para honrar compromisos, prácticamente

todos los gobernantes desde hace un siglo

mantuvieron recurrentes excesos de gasto público

por encima de lo recaudado. Lo que obligó a

niveles de endeudamiento excesivos, que desembocaron

en el plan Brady de reestructuración de

deuda.

La deuda pública en la actualidad

Según la Secretaría de finanzas del Ministerio

de Economía de la Nación, al día de hoy, la deuda

pública actual es de 311.251 millones de dólares.

ésta llegó a dicho monto de la siguiente forma:

la dictadura le heredó a Alfonsín U$S 41.054

millones y éste la aumentó en U$S 23.323 millones;

luego Menem la recibe y en 10 años le suma

U$S 57.500 millones; De la Rúa la incrementa en

U$S 22.576 millones y Duhalde, en su breve paso,

le agrega la módica suma de U$S 1051 millones;

el matrimonio Kirchner la incrementa en U$S

95.101 millones y Macri en U$S 70.586 millones

¿A quién le debemos plata y cuándo hay que pagarles?

Un error frecuente es pensar que nuestra deuda

es solamente con el FMI, lo cierto es que la deuda

con organismos multilaterales y bilaterales es tan solo

23,4% de la deuda total (U$S 72.679 millones). La

mayor parte de la deuda se la debemos a gente común

que le prestó dinero al estado a través de: bonos

(privados), los cuales representan 39,2% de la deuda

(U$S 121.979 millones) y a organismos del sector

público, que giraron sus fondos al gobierno y tienen

37,5% de la deuda (U$S 116.592 millones). Completan

la torta, un conjunto de intereses pendientes de

reestructuración por un monto de U$S 2406 millones,

lo que equivale a 0,5% de la deuda total.

Una de las prioridades de la gestión actual es llegar

a un acuerdo de reestructuración de la deuda con

el FMI, que permita estirar los plazos en los cuales

hay que pagar la deuda con organismos multilaterales.

Lo cierto es que, el grueso de deuda con el Fondo

Monetario y otros organismos bilaterales vence recién

en 2022 y 2023. La mayoría de los vencimientos

para este año y el próximo son de bonistas privados

y agencias del sector público, los cuales deberían ser

prioridad a la hora de reestructurar.

¿Qué pasa si no pagamos la deuda?

Lo primero a darle importancia es la legislación

con la cual fue emitida la deuda pública. Esto quiere

decir en donde se resolvería el conflicto en caso

de cesar los pagos. El 55% de la deuda está emitida

con legislación extranjera (lo que implica que iríamos

a juicio en los tribunales de Nueva York, donde

un fallo del juez Thomas Griesa sentó jurisprudencia

obligando a Argentina a pagar o ser embargada)

y el otro 45% está en legislación nacional, lo que implicaría

que los jueces argentinos definan el destino

de la disputa.

Sin embargo, más allá de la legislación, un default

implicaría el cierre del crédito a Argentina, de modo

que el gobierno y los ciudadanos argentinos no tendrían

forma de financiar inversiones o consumo, y se

tendrían que reajustar fuertemente las cuentas públicas

o incrementar considerablemente los impuestos.

Una lección de 200 años

El problema no es la deuda per se, el problema

desde hace 2 siglos en el país es que el Estado argentino

gasta más de lo que puede recaudar, lo que obliga

a que caigamos constantemente en inflación o endeudamiento.

Este es el precio que tenemos que pagar

por tener un estado tan grande. Es momento que

los argentinos nos planteemos si estamos dispuestos

a seguir así o si queremos vivir en un país más equilibrado

y con certidumbre acerca del futuro.

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