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Agrelo: cuáles son las bodegas líderes en ese paraíso de Mendoza

20/02/2020 11:27 El Cronista
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Agrelo: cuáles son las bodegas líderes en ese paraíso de Mendoza Agrelo: cuáles son las bodegas líderes en ese paraíso de Mendoza

Ese tramo de la calle Cobos recién asfaltado, el que nace en la Ruta 7 y topa con la finca de

Chakana. Esos escasos dos kilómetros son uno de los sitios más inspiradores y edénicos de

todo Mendoza.

Es que el marco que logran las fincas, los álamos altos, los viñedos en espalderas y sus lomas

suaves, con la Cordillera como telón de fondo, es realmente magistral. Lo mismo ocurre con el

chillido de los teros, con el silbido del viento sacudiendo los árboles y hasta con el aroma que

tiene la zona alta de Agrelo, especialmente en noviembre, cuando se cosecha el ajo y la

brisa suave arrastra su esencia.

Así parece haber sido desde siempre. El distrito de Agrelo, uno de los más grandes del

departamento de Luján de Cuyo, es de hecho una zona de fincas bien tradicional,

especialmente de viñedos.

A decir verdad, Agrelo era toda una sola finca inmensa, propiedad

de los Funes, una familia de viejo arraigo, cuyo campo se extendía desde la actual Ruta Provincial 15 hasta las primeras estribaciones de la cordillera e incluía casas, caballerizas,

canchas de tenis, pileta y hasta una pista de aterrizaje.

En aquellos años de principios del siglo XX, la construcción del Dique Cipolletti en 1910

cambió el panorama al permitir derivar el agua del deshielo a las fincas. Allí realmente se

colonizó Agrelo, y apellidos como Baldini o Furlotti se hicieron fuertes en la zona con varios

cientos de hectáreas, gran parte de las cuales eran de viñas.

Hoy, décadas más tarde, pareciera que Agrelo no ha cambiado mucho. De hecho, el centro

continúa teniendo la eterna dinámica inmutable de cualquier pueblo rural. Salvo que en vez de

una plaza hay un boulevard, y que no hay iglesia ni municipalidad. Un almacén, una carnicería y

una verdulería hacen las veces de centro urbano, no más. Sólo hay viñedos y detrás las

montañas: todo un paraíso.

La llegada de las bodegas

Para entender un poco la topografía de Agrelo hay que decir que toda esta zona es, literalmente,

parte del pedemonte cordillerano, y que por ello tiene una clara pendiente que desciende en

dirección este. De hecho, Agrelo es un abanico aluvional que se formó a partir de la

sedimentación de la carga sólida transportada por la corriente fluvial de la cordillera, que

termina en lo que se llama los cerrillos de Lunlunta. Esa parte baja, a aproximadamente 800

metros sobre el nivel del mar, es lo que bien podríamos llamar la barda de Agrelo. La parte alta,

más hacia el oeste, supera los 1.000 metros de altura.

En esta parte cool de Agrelo, casas tradicionales como López, Norton, Pulenta, Giol,

Benegas o Esmeralda tenían fincas, aunque a principios de la década del ''''90 las lustrosas

bodegas que se yerguen hoy día no tenían lugar ni en ciencia ficción. Antiguamente había

existido Santa Silvia, pero hacía años que era sólo un recuerdo. Recién en 1959 se empezó a

levantar Chandon en la entrada del distrito (parte baja).

La fundación del Agrelo moderno que tan de moda ha estado, empieza recién en los

tempranos ''''90. Una fecha clave es el 5 de septiembre de 1992, día en que Manuel Mas compra

Finca La Anita.

El comienzo

Tras la apertura de La Anita, la sucesión de bodegas que se establecieron en la zona no ha

terminado. Dolium abrió sus puertas en 1998, la pirámide de Catena Zapata en 1999,

Séptima en 2000, Pulenta Estate en 2001, Chakana y Ruca Malen en 2002, Tapiz y Domino

del Plata en 2003, y Melipal en 2007. Luego llegaron Belazco de Baquedano, Piattelli, DeCero,

Bodegas Huarpe, Bressia, Navarro Correas Agrelo, Trapezio y Budeguer.

La seguidilla fue interminable, y todas nacían con una arquitectura e importancia soberbia,

como haciendo gala de la zona en la que estaban. Paralelamente, la apertura del Cavas Wine

Agrelo

Finca La Anita

Lodge significó una bisagra para el turismo no sólo en el distrito, sino también en la

provincia, sumando una completa gama de servicios como alojamiento, restaurante, spa,

excursiones, todo de primer nivel.

¿Cuáles fueron los motivos de esta revolución que vivió Agrelo? La cercanía con la ciudad,

las condiciones topográfícas y climáticas excepcionales y, lógicamente, su entorno. No hace

falta aclarar entonces que los precios de la tierra en Agrelo no son los mismos que hace años.

Hoy, la hectárea en una finca en producción es prácticamente imposible que baje de los u$s

50.000 o u$s 60.000. Así y todo, son muy pocos los viñedos en venta.

Los vinos de Agrelo

Lógicamente, vinos con uvas de Luján de Cuyo pueden encontrarse de muchos estilos

diferentes. Así y todo, en términos generales puede decirse que la gran mayoría va por el lado de

la mermelada, de la fruta y, en algunos casos, de un toque goloso. Difícilmente las cepas

tradicionales en Luján tengan problemas para madurar, y a veces eso ha jugado en contra,

especialmente por la falta de acidez que se percibe en algunos tintos y blancos.

Afortunadamente, los ejemplares de alta gama de la llamada Primera Zona (Maipú y Luján

de Cuyo) han modificado bastante esa densidad mediante distintos métodos (diferentes

puntos de cosecha, manejo de viñedos, agregado de ácido tartárico).

En este marco, Agrelo, que también cuenta con ejemplares de los más diversos estilos, es uno de

los pocos terruños donde, por lo general, los vinos logran cierta agilidad en boca, cierto paso

fresco, evitando así el aspecto goloso. Es que Agrelo es una zona fría pero de mediana altura

(entre los 800 y los 1.050 metros) y sus suelos, al ser aluvionales, están formados por capas

de arcilla, arena, etcétera. Esa heterogeneidad permite una variabilidad importante en el

crecimiento de la planta, lo que luego se traduce muchas veces en complejidad; en, justamente,

capas de sabores.

Por otro lado, el hecho de que muchas bodegas que se instalaron en la zona se abastecieran

únicamente de sus propios viñedos hizo que, con mención explícita en la etiqueta o no, se

elaboraran varios single vineyards.

Otro rasgo que puede percibirse de este terroir, incluso en tintos de estructura marcada, son los

taninos redondos, algunas veces dulces. Además, el malbec, en algunos sectores altos,

suma una nota similar al té, que algunos identifican con un cierto especiado vegetal. En

general, y sin que suponga esto algo positivo, allí son vinos más dóciles, redondos y con menos

aristas que, por ejemplo, los del Valle de Uco.

Parecería, a veces, que los blancos y tintos que aquí nacen son capaces de lograr la armonía

del paisaje de Agrelo. Un paisaje y un entorno que ojalá no modifique en mucho su semblante

tan celestial, tan de paraíso terrenal con cordillera que, por sus vinos y su entorno, inspira como

pocos sitios en el mundo.

Cinco vinos para entender Agrelo

1 - Gran Enemigo Agrelo Single Vineyard Cabernet Franc 2015

Cabernet Franc elegante y varonil que ostenta notas a especias y

canela de gran exuberancia y personalidad. Hay que estar horas para

descifrar la complejidad de su abanico aromático. En boca es

poderoso, amplio, con taninos de gran textura y nuevamente

exuberancia y poder. Con un poco más de tiempo en botella la

madera se expresará con mayor sutileza; es un vino para guardar

varios años. Este tinto, vinificado con maestría por Alejandro Vigil,

tiene un 15% de Malbec (también de Agrelo) que le suma fluidez y

frutosidad. Puede beberse ya acompañando comidas contundentes o

bien estibarse por una década. Sin duda de los grandes vinos

argentinos de hoy.

2 - D.V. Catena Vineyard Designated La Pirámide Cabernet Sauvignon 2015

Un tinto producto de viñas muy viejas que rodean la pirámide de Catena,

que marca la pauta de lo que puede lograr un cabernet sauvignon en

esta zona. Aromas súper elegantes a canela, chocolate y frutas rojas

dan como resultado un cabernet muy singular. Desde el primer sorbo

conjuga elegancia y potencia con mucho equilibrio, y una acidez justa

que le suma frescor. Aún está brioso, con la madera marcada, no

astringente sino dura, lo que revela un gran potencial. Textura sedosa,

taninos redondos y musculosos, y final largo y profundo. Una muestra

soberbia de lo que un genuino cabernet de Agrelo es capaz de

expresar.

3 - Finca La Anita Syrah 2017

Desde que nació, este syrah es uno de los ejemplares de esta variedad más

sensuales que ha dado Mendoza. Un tinto de excepción, con notas de

fruta negra y especias de singular elegancia; nada de sobremadurez y

equilibrio excepcional. Tiene un perfil bien argentino; su entrada en boca

es sobria, compacta, con concentración bien entendida y algunos sabores a

fruta negra. No es nada meloso; por el contrario tiene un toque de

austeridad que le queda de maravillas. Una gran estructura soporta la

madera que se percibe muy agradable.

4 - Séptima 10 Barricas Cabernet Sauvignon 2013

Se trata de una selección de las 10 mejores barricas de esta variedad de

la Bodega Séptima, que con uvas de su Finca Emblema, en Agrelo, ha

lograrlo uno de los más sólidos y puros varietales de esta cepa. Este es un

tinto concentrado, especiado y con notas de frutos negros, y un paladar impetuoso,

estructurado, con taninos marcados y gran acidez. Seguirá ganando complejidad con unos años

de estiba en botella.

5 - Casarena Single Vineyard Owen’s Vineyard Cabernet Sauvignon 2017

Otro cabernet producto de viñas viejas que deja muy bien parado a

Agrelo cuando se trata de la reina de las uvas tintas.

Sus aromas

sobrios especiados y notas a té negro son el preludio de un paladar

intenso, fluido pero cargado con fruta madura y resabios de su crianza

en roble.

Un tinto que seduce fácilmente, muy versátil en la mesa,

que con un poco más de tiempo en botella (puede guardarse al

menos 8 años) sacará lo mejor de sí.

Lo que debes saber
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