Despertó a su pareja con trompadas en las costillas, pisoteándole la espalda y arrancándole cabellos

“Hija de m... p... no me sirves. Tienes 1.000 m... y te voy a hacer correr de todos los trabajos”, despertó furioso un individuo a su concubina.

Eran las 5 de la madrugada y Andrea Azucena tenía frente suyo los ojos inyectados de odio de su pareja, Mario Gustavo.

El epicentro de tamaña pesadilla despierta resultó una casa del pasaje Acacias al 900, en el B° Sarmiento, de la capital.

La triste protagonista, una mujer humilde, concubina hace 8 años del individuo y a quien “mantendría” con trabajos en casas de familia.

Según su denuncia, en estos 8 años lo denunció tantas veces que hay tres legajos dispersos en la Justicia.

En todos, el común denominador fueron la violencia física, verbal y psicólogica.

Estuvo preso y más “enrejado” aún a sus adicciones.

Sometida a la nada

Acobardada por el maltrato, un día lo expulsó de la casa y él intentó regenerarse con un tratamiento de rehabilitación.

Al contemplarlo “mejorado”, Andrea Azucena le abrió las puertas de nuevo.

Ante los oídos del concubino, ello sonó quizá a “volvamos a lo mismo” porque es eso lo que recibía hace un año y medio.

Lejos de la rehabilitación y en modo “Mario Gustavo”, ahora retornó a los golpes con más frecuencia y riesgo para la vida de la mujer, trascendió.

Mientras la víctima descansaba, la habría despertado a trompadas en todo el cuerpo.

“Hija de m... p....”, habría sido el rosario de insultos que escuchó sobresaltada.

Al instante, el individuo la habría trompeado en las costillas, pisoteado en la espalda y arrancado, de cuajo, cabellos.

Poco y nada pareció importarle el llanto de Andrea Azucena, ya que igual recrudeció la agresión forzándola a salir corriendo de la vivienda.

Recluida en unos amigos, la damnificada interpuso la denuncia y su historia llegó a la policía y a la fiscal Cecilia Gómez Castañeda.

Urgente, la funcionaria pidió la detención y le fue concedida por una jueza de Género.

La víctima tiene 7 días de curación y Mario Gustavo descubrirá que los moretones en ella lucirán ínfimos con el horizonte negro que se le avecina a él.

Está preso por “lesiones” y madura un juicio condenatorio.l