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EL LIBERAL . El Evangelio

Juan 4, 5-42

14/03/2020 21:44 El Evangelio
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Juan 4, 5-42 Juan 4, 5-42

Bajo la presión de los fariseos, Jesús abandona Judea y se dirige a Galilea. Pasa por Samaría porque tiene una misión que realizar: recibir al pueblo Samaritano (cismático y hereje para los judíos) y reconciliarlos. Se encuentra primero con la mujer samaritana y luego con la gente de la aldea que lo reconoce como el salvador del mundo.

Cansado por el camino Jesús llega a Sicar al pozo de Jacob y al ver venir a una mujer y encontrarse con ella a la hora sexta, le pide de beber. La mujer sorprendida por la petición que trasciende las prohibiciones sociales y rituales le recuerda la vieja enemistad entre judíos y samaritanos. Jesús responde: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ¡dame de beber¡, tú le habrías pedido y él te habría dado agua viva”. Jesús se manifiesta a la mujer como el “don de Dios” que da el agua viva, es decir, la revelación del Padre, que después de Pascua será el don del Espíritu. El que beba de esa agua no tendrá más sed y se convertirá en el en fuente que brota hasta la vida eterna. El deseo de Dios, simbolizado en la sed, es colmado ya desde ahora en aquellos que creen en la Palabra de Jesús.

Ante esta promesa, la samaritana le pide beber de esa agua, confía en su poder revelador.

Sigue el diálogo entre Jesús y la mujer. Ahora se centra en la historia del pueblo samaritano: en sus infidelidades (cinco maridos: dioses extranjeros) y lugar de culto. ¿En dónde hay que adorar a Dios? En Jerusalén o en el monte Garizím según la tradición samaritana? Llega la hora, ya estamos en ella, dice Jesús, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Es el Espíritu el que transforma a los creyentes, los hace nacer de nuevo para que puedan adorar al Padre recibiendo la revelación del Hijo. Ahora, en Jesús, los discípulos adorarán al Padre, ya no hacen falta templos ni lugares sagrados, Jesús es el “lugar” de encuentro con el Padre. Los que reciben a Jesús Mesías y sus palabras y viven en comunión con él, también están en comunión con el Padre y así lo adoran.

El relato termina con la profesión de fe de los samaritanos. A iniciativas de la mujer que cuenta a los pobladores de su aldea lo que le “dijo Jesús”, ellos salen a su encuentro y después de estar con él dos días, lo confesaron como “el salvador del mundo”. El relato termina revelando que Jesús vino a cumplir la obra del Padre que consiste en salvar a toda la humanidad.

Conclusión

Una de las tentaciones más patente del cristianismo actual es vivir sin “Cristo”, es decir, una fe basada en ritos exteriores, preceptos y prácticas cultuales sin Jesús, lo que hace de la fe un camino sin transformación personal, sin alegría y testimonio ante el mundo.

Tenemos que “volver a Jesús”, dejarnos cautivar por su mensaje, dejar que su presencia nos enamore nuevamente, que cautive nuestra vida para seguirlo, escuchando su Palabra que es siempre iluminadora, bebiendo del don de su Vida, que es una fuente inagotable de felicidad y salvación. Volver a Jesús, caminar junto a él por la Galilea, allí donde todo comenzó, dejarnos sorprender por su misericordia, experimentar nuevamente el llamado para ser sus discípulos. No hay otra alternativa, en Jesús y sólo en El, podemos adorar al Padre Dios. l


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