En Central Córdoba, la procesión va por dentro

Cuando Gimnasia y Banfield comenzaban a jugar el viernes 13 de marzo, a puertas cerradas en el estadio del “Lobo” plantense, se presumía que iba a ser el principio del fin. Arrancaba la primera fecha de la Copa de la Superliga, que estuvo a punto de no jugarse, y la sensación era de que iba a ser la última. Es que la pandemia del coronavirus hacía vislumbrar el parate que finalmente llegó ni bien concluyó aquella fecha.

Hoy, a un mes del inicio de aquella fecha, el retorno del fútbol sigue siendo incierto. Y en Central Córdoba, como en el resto de los clubes, pasaron muchas cosas en este mes.

El domingo 15 de marzo el Ferroviario afrontó su último partido. Fue de local y, como toda aquella fecha, el cotejo se jugó sin la presencia de público. Central Córdoba perdió 2 a 1 ante Newell’s y esa misma noche quedó flotando la sensación de que se había terminado el ciclo de Gustavo Coleoni, el entrenador más exitosos de la historia del club.

La renuncia del “Sapo” se hizo efectiva el día siguiente, ya con el equipo en zona de descenso (Colón le ganó 3-1 de visitante a Rosario Central y lo superó en los promedios).

El martes 17 de marzo, Coleoni pasó por el club a despedirse de sus jugadores y, ese mismo día, el plantel fue licenciado porque se confirmaba la suspensión del torneo.

Con el decreto de la cuarentena obligatoria, que comenzó a regir el viernes 20 de marzo, los jugadores comenzaron a entrenarse cada uno en su casa, con un plan de trabajo que les brinda el preparador físico Gabriel Roldán, quien quedó a cargo del plantel hasta que se designe un nuevo entrenador. Al igual que en los demás clubes, el programa Zoom se utiliza para hacer entrenamientos grupales, que son cada dos o tres días. Mientras que todos los días los jugadores trabajan de manera individual. El único que lo hace de forma diferenciada es Cristian Vega, quien se recupera de una lesión. Mientras, esperan por un nuevo entrenador y sobre todo, el momento de volver a saltar a la cancha.