Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Las consecuencias económicas de la pandemia elevarían la pobreza a niveles nunca antes vistos

27/04/2020 02:04 Santiago
Escuchar:

Las consecuencias económicas de la pandemia elevarían la pobreza a niveles nunca antes vistos Las consecuencias económicas de la pandemia elevarían la pobreza a niveles nunca antes vistos

Finalizaba un 2019 marcado por la recesión con altísima inflación, en una Argentina que arrastraba ocho años con su economía sin crecer, lo que se traducía concretamente en miles de comercios cerrados o en crisis, pobreza creciente y desempleo solo mitigados por los planes sociales.

El fracaso económico del gobierno de Mauricio Macri, que evitó durante cuatro años ajustar la desastrosa herencia de su antecesora Cristina Kirchner, llegaba a su fin. Un nuevo gobierno asumía la responsabilidad institucional, con la promesa de reactivar la economía según su compromiso en la campaña electoral, con la receta tan conocida como fracasada de “poner plata en el bolsillo de la gente” para alentar el consumo y por ende la producción.

Alberto Fernández en la presidencia iniciaba su gobierno, luego de ganar las elecciones con una alianza política construida por Cristina kirchner, Sergio Massa y gran parte de los gobernadores peronistas o kirchneristas; en medio de una sociedad políticamente muy dividida, pero medianamente esperanzada en que en el futuro se podría mejorar el bolsillo de la gente.

En algunos titulares de las secciones de noticias internacionales se hablaba al pasar de una nueva gripe que comenzaba a afectar una ciudad de China, hasta ahora desconocida, que en los próximos meses se haría trágicamente famosa: Wuhan.

Enero y febrero de 2020 transcurrieron, en medio de las vacaciones de verano. Rápidamente el gobierno nacional comenzó a cumplir sus promesas electorales volcando ayudas sociales, salariales y jubilatorias a los distintos sectores de bajos recursos, al mismo tiempo que anunciaba un paquete impositivo con impacto fundamentalmente en el sector agropecuario y sectores de clase media, congelaba tarifas de servicios públicos y algunos precios puntuales como el de los combustibles, a la vez que reimplantaba la doble indemnización para despedir empleados. Todo ello en medio de una inflación que cedía levemente, pero que se mantenía entre el 2,9% y 3,3% mensual, niveles que cualquier país ordenado logra en el año.

El gasto público se disparó fuertemente y el déficit fiscal primario (antes del pago de intereses) se elevó a $31.000 millones, contrastando con el superávit primario de $23.000 millones logrado en el mismo período del año anterior. Todo financiado con emisión monetaria sin respaldo. Al mismo tiempo se bajaban las tasas de interés bancarias de referencia, alentando la salida de depósitos en pesos.

El gobierno no anunciaba un plan económico, como había prometido al asumir y basaba su estrategia en acordar los futuros pagos de la deuda externa, para luego diagramar un plan. Así, en marzo estaría resuelto el problema y comenzaría formalmente una nueva etapa económica. La labor fue encomendada a Martín Guzmán, ministro de Economía, un catedrático de Oxford, discípulo del Nobel Joseph Stiglitz, y totalmente desconocido en la Argentina por no tener actividad pública o privada en el país.

Fernández contaba con el respaldo de países muy importantes para solucionar el cuello de botella generado por los próximos vencimientos de la deuda. En una exitosa gira europea, logró el apoyo de Alemania, Francia, Italia y España, entre otros; a ello se sumó el del papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio; más algunos mensajes alentadores de las dos principales potencias: Estados Unidos y China. Todos principales actores de la economía mundial, como decisivos a la hora de votar en la mesa del Fondo Monetario Internacional.

No quedaba muy en claro quién se ocuparía de la economía local, mientras se negociaba con acreedores externos. Fernández, como su antecesor Mauricio Macri, optó por un gabinete donde el manejo de la economía no estaba concentrado en un ministro sino en varios. Con el correr de los días, en la práctica las decisiones técnicas de la economía acabaron en manos del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y del presidente del Banco Central , Miguel Angel Pesce, mientras que Guzmán se dedicaba, en silencio, fundamentalmente a la deuda. Sin embargo, no conformaron un equipo de trabajo, aun cuando los tres comparten las teorías económicas denominadas heterodoxas, donde consideran que el Estado y no el mercado, debe fijar precios, salarios y demás variables económicas.

Pero nadie imaginaba que lo peor estaba por suceder y no era precisamente por un tema económico.

Hasta aquí un mínimo resumen de lo que acontecía en el país antes del estallido de la pandemia del coronavirus en todo el mundo, que impactó en la Argentina y que amenaza con cambiar la vida para siempre.

De repente comenzaron a sonar las alarmas en China, luego en Europa, Estados Unidos y en pocos días Santiago del Estero, el país y el mundo se convirtieron en un infierno: el miedo comenzó a apoderarse de la sociedades y su poder paralizante comenzó hacer estragos de todo tipo.

La velocidad de las noticias solo era superada por el impacto de las tragedias personales y públicas que aparejaban. (Ver cuadro 1)

Todo comenzó a transformarse vertiginosamente en la provincia y el país, a medida que los gobiernos comenzaban a tomar medidas en el plano sanitario para evitar que el contagio se propague y colapsen nuestros precarios sistemas de salud, comparados con los avanzados de Italia y España donde aun así se vieron colapsados.

En el plano sanitario las medidas surten efecto en lo inmediato logrando que la famosa “curva de contagios” se aplane y así salvar muchas vidas. El Presidente se puso al mando de la crisis y designó un comité de expertos para su asesoramiento. Convocó a gobernadores y a la oposición política que responsablemente acudieron a apoyarlo, más allá de las diferencias. La sociedad en su conjunto respondió adecuadamente a las durísimas restricciones de encierro y veda laboral y productiva. La imagen presidencial ascendió sostenidamente.

El 20 de marzo se declara la cuarentena total, la gente se recluye en sus domicilios, el país productivo se paraliza como nunca antes y solo se permiten las actividades declaradas esenciales; fundamentalmente la producción y comercialización de alimentos y medicamentos, las exportaciones, servicios públicos y las relacionadas con la energía (gas y petróleo).

El gobierno dispone ayuda económica directa a los sectores más vulnerables de la población y comienza a distribuir comida apelando a la logística de la Fuerzas Armadas. También dispone algunas medidas para las empresas afectadas que la burocracia y la falta de análisis hacen fracasar. Implementa controles de precios máximos establecidos y aplica clausuras de comercios.

La gente no puede salir a trabajar, los negocios no abren sus puertas, en Santiago del Estero incluso no hay transporte, las industrias frenan su producción, el turismo desaparece (hoteles, restaurantes, salas de juego, vuelos), los espectáculos de todo tipo también (deportivos, artísticos, recreativos), los bancos vedados de atender al público. Todo es de un día para el otro. Comienzan los miedos propios de tantas crisis vividas y las inconductas propias de la naturaleza humana. Largas colas para abastecerse de alimentos y artículos de limpieza en los supermercados. La gente vacía góndolas de las farmacias destinadas al alcohol líquido o en gel, desaparecen los barbijos y también los repelentes de insectos, porque también es época de dengue.

Una muchedumbre se agolpa en las puertas de los bancos para cobrar asignaciones, planes, ayudas y jubilaciones, en un día de caos en las grandes ciudades por las fallas de planificación y la falta de coordinación entre el Banco Central y la Anses. En Santiago del Estero se registraron colas, pero no se llegó al descontrol.

Millones de empleados del sector privado deben cobrar sus sueldos, pero no lo logran. Muchas empresas y comercios no pudieron depositar como habitualmente lo hacían por la falta de ingresos ante la inactividad. Algunos optan por pagar una parte otros nada. El pago de alquileres y servicios se complica; los cheques librados para comprar mercadería vencen y no tienen fondos; comienza a cortarse la cadena de pagos. Todo se complica día a día y el deterioro de las finanzas personales, comerciales y empresariales comienza a intranquilizar hasta los más solventes.

En la calle, la inmensa economía en negro (40% del total) también entra en bancarrota. Miles de jardineros, peluqueros, taxistas, gasistas, electricistas, plomeros, pintores, albañiles, modistas, podólogos, verduleros ambulantes, lavadores de autos, vendedores ambulantes, fleteros, gomeros, mecánicos, changarines, etc., que viven al día, entran en desesperación. Algunos reciben ayuda con demoras, otros nada. La pobreza se expande silenciosamente, incluso mucho más de lo que los propios protagonistas imaginan o perciben.

El presidente prioriza la prevención sanitaria y minimiza el impacto económico de la cuarentena hasta la exageración: “Prefiero tener 10% más de pobres y no 100 mil muertos en la Argentina”.

Pero la realidad golpea y se impone. Los problemas económicos se multiplican en el sector privado y se trasladan al público donde la recaudación impositiva se desploma 15 puntos por debajo de la inflación.

Sin crédito para tomar, ni decisión política de bajar el gasto público, la emisión monetaria se dispara al ritmo del 80% anual, para financiar el aumento de los gastos más la caída de los ingresos impositivos. Así los gastos reales suben un 70% y el déficit se eleva a $163.000 millones. Solo la profunda recesión y la falta de disponibilidad de efectivo vía producción o el depositado en los bancos, evita una explosión inflacionaria inmediata. Así y todo el dólar libre ya supera los $110 por unidad. La mecha está encendida y nadie sabe cuál es la distancia que hay hasta la bomba.

El presidente comienza a tomar conciencia del mayúsculo problema económico y del fracaso de la insipiente ayuda a las empresas que no llegaba. Decide reforzar más enérgicamente la asistencia. Dispone ayuda directa a monotributistas, autónomos y a las empresas para pagar sueldos. Todo es desprolijo y a destiempo. La ayuda no llega, llega tarde o sin la contundencia necesaria. El daño causado es irreversible. El contraste con el buen manejo sanitario se hace evidente.

Ante la gravedad de la situación, los principales sindicatos del país comienzan a aceptar importantes rebajas salariales para los trabajadores sin actividad. La Uom, Smata, Comercio, industriales de todo tipo acuerdan resignar el 30% del salario; incluso los petroleros firman una rebaja inédita del 70% (de $105 mil a $35 mil). Todo ello en medio de una inflación anual del 50% que amenaza con crecer fuertemente. En el sector público se mira para otro lado, los sueldos de los funcionarios políticos y el de los empleados que no van a trabajar se cobran puntualmente y sin quita alguna.

Un Informe de Cepa (Centro de Política Económica Argentina) señaló que en 30 días de cuarentena hay casi 310.000 trabajadores en riesgo de ruptura contractual y riesgo salarial, lo que implica que están al borde de perder sus empleos o bien, de atrasos o reducciones en sus salarios.

Lejos de incentivar a las empresas con rebajas impositivas, la Afip no prorroga el pago de impuestos y en mayo vence Ganancias, muy cerca de los hoy inimaginables pagos del aguinaldo en junio.

Con precios máximos establecidos y una inflación creciente, su incumplimiento se hace evidente y aventa otro fantasma del pasado hiperinflacionario: el desabastecimiento.

Lejos de entender el verdadero problema de las empresas y el círculo virtuoso de inversión, empleo, crecimiento y consumo; en el gobierno se habla de aumentar impuestos y de inventar nuevos “por única vez” con proyectos de ley pergeñados por la vicepresidenta que reciben el visto bueno presidencial.

Por todo lo expuesto, sin dudas el Bicentenario de Santiago del Estero, nos encuentran a las puertas de un crecimiento de la pobreza como nunca antes se haya vivido, en por lo menos 100 años. Los cálculos del gobierno nacional hablan de niveles del 50%, los cálculos de los economistas superan ampliamente esos porcentajes.

El mayor impacto económico de la pandemia está por venir y todas las estadísticas empeorarán en los próximos meses. Por falta de previsión el éxito sanitario puede convertirse en una calamidad económica. No hay buenas noticias en este aspecto.

* 11/1 se informa del primer muerto en China

* 21/2 primer fallecido de Europa en Italia

*3/3 primer contagiado en Argentina

* 9/3 cuarentena en Italia

*11/3 la OMS declara al Covid 19 pandemia

*14/3 cuarentena en España y se generaliza en Europa

*20/3 cuarentena en Argentina

*25/3 un tercio del mundo en cuarentena

*29/3 estallan los contagios en EE UU (New York)

*25/4 más de 200.000 muertos y unos 3 millones de contagiados en el mundo

Lo que debes saber
Lo más leído hoy